CHINA (ANB / Tomado de Clarin).- China volvió a mover fichas en la peligrosa
partida de ajedrez que le enfrenta a Japón, luego de que once buques
patrulleros arribaran ayer al archipiélago de las Diaoyu (Senkaku en japonés).
Al menos tres de ellas ingresaron en aguas que Tokio considera territorialmente
propias, mientras decenas de guardacostas japoneses esperan a los más de 1.000
pesqueros chinos que partieron el lunes rumbo a los islotes. A última hora de
la noche, todavía no habían arribado.
Esta nueva incursión china en las Diaoyu podría convertir un episodio de
violencia puntual, como es el desatado en la última semana a causa de la compra
por parte de Tokio de tres de los cinco islotes de archipiélago, en un
conflicto mayor. Sobre todo si la supuesta horda de pesqueros chinos trata de
acercarse a las islas. Cuando Tokio anunció la compra de las islas a
particulares para luego nacionalizarlas, Beijing alegó que eso es una
“violación seria” a su soberanía.
En ese caso, Japón desplegaría una “zona de defensa” alrededor del
archipiélago mediante un “muro” de 30 buques guardacostas, según adelantó la
televisora Fuji TV. Los expertos llevan días advirtiendo que un choque entre
navíos o un error de cálculo podría desembocar en una escalada militar.
No son pocos los chinos que desean la guerra. Su argumento es siempre
parecido: “Japón se niega a dialogar, así que la única salida que nos queda
para recuperar nuestras islas es la guerra”, arengó Zhang Yikun, un joven
activista antijaponés que lleva “tres días consecutivos” manifestándose frente
a la embajada nipona. “Todos los chinos tenemos que estar unidos, No podemos
permitir otra invasión japonesa, debemos defendernos. No les cederemos ni un
centímetro de nuestro territorio”, exclamó con el dedo alzado Wang Changsheng,
militar retirado que también se sumó a la marcha.
Decenas de miles de personas tomaron ayer las calles por quinto día
consecutivo con motivo del 81 aniversario del incidente de Manchuria, pretexto
utilizado por el imperio japonés para invadir China en 1931. Los manifestantes
corearon consignas como “Barramos a los perros japoneses fuera de China”,
“Arrasemos Tokio, destruyamos Japón” o “Arrodíllense bastardos”. Muchos de
ellos ondeaban banderas chinas, algunos pancartas incendiarias, y otros
retratos del padre de la patria comunista Mao Zedong.
Centenares de personas lanzaron piedras, botellas y huevos a la embajada,
pero apenas se registraron incidentes violentos. En parte gracias a los miles
de agentes de policía y soldados desplegados, que sofocaron cualquier salida de
tono. Tampoco hubo altercados graves en la otra decena de ciudades chinas que
albergaron marchas.
La insistencia de las protestas provocó que en Tokio se prendiera ayer el
indicador de alarma: sus principales multinacionales comienzan a sufrir caídas
en bolsa debido al cese de las operaciones en China, el mayor mercado de
exportación para los productos japoneses y el corazón productivo de miles de
sus empresas. Nada menos que 22.000 compañías niponas operan en el gigante
asiático , dando empleo a 9,2 millones de personas según datos oficiales de
2005. La cifra hoy es seguro mucho mayor.
La textil Fast Retailing, propietaria del gigante de la ropa Uniqlo, perdió
ayer un 7% en bolsa debido al cierre de casi todas sus tiendas en China.
Nissan, que mantiene suspendidas sus dos principales factorías, cayó un 5%. Y
lo mismo sucedió con la cadena de supermercados Aeon (2,8%), la firma cosmética
Shiseido (2,7%) o 7-Eleven (1,4%). Los inversores globales empiezan a torcer el
gesto ante un conflicto que enfrenta a la segunda economía del mundo (China)
contra la tercera (Japón). El volumen comercial entre ambos países generó
345.000 millones de dólares el año pasado.
En redes sociales chinas ya circula una lista de 40 marcas a las que se
recomienda hacer boicot. Eso sin contar con los miles de empresarios y
trabajadores afectados por el cierre de restaurantes y pequeños comercios
japoneses, que no saben aún cuándo podrán reabrir sus negocios, ni si serán
capaces de sobreponerse al golpe. “Las empresas japoneses juegan un papel muy
importante en la economía y el empleo de China. Hay que mantener la calma y
actuar racionalmente”, recordó ayer Osamu Fujimura, jefe de gabinete del
gobierno japonés.
Beijing, por su parte, elevó una queja formal a Tokio luego de que dos
ciudadanos nipones arribaran al archipiélago en una barca. Los guardacostas
japoneses evacuaron rápidamente a ambos lejos de la zona de conflicto.
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