70 jefes de Estado acuden al
funeral de Madiba
AFRICA (ANB / Erbol).- Amanecía lloviendo en Johannesburgo. Las calles de
Soweto estaban aún vacías pero ya se escuchaban algunos cantos en el estadio.
Dos horas y media después hay un tono de fiesta y emoción en las gradas del
estadio de la ciudad. Decenas de miles de personas, entre ellas más de 70 jefes
de Estado y de Gobierno están presentes en el funeral multirreligioso -el
púlpito de oración fue ocupado sucesivamente por representantes de las
religiones judía, hindú, musulmana y cristiana- por Madiba, informa El Mundo.
La gente baila, aplaude. Sudáfrica, que es sorprendentemente famosa por su
racismo e intolerancia, cuando cada vez que tiene una oportunidad como hoy
demuestra una tolerancia única. Hay mujeres y hombres mayores que estuvieron
aquí hace ya más de dos décadas escuchando a Mandela. “Queremos decirle hasta
luego”, explican tres casi ancianas. Otros, hablan del ayer con emoción:
“Entonces no sabíamos dónde íbamos”, dice Thesebo, “sólo éramos libres”.
Mientras, el pueblo parece hablar. A Winnie Mandela, la segunda mujer del
expresidente sudafricano, y a su viuda, Graça Machel, se las aplaude y arropa.
Ambas se fundieron en un emotivo abrazo al llegar. Al presidente Zuma se le silbó
y se le pidió su dimisión; se pide la vuelta de Mbeki. Todo, siempre, bajo
cánticos de 'Mandela, eres nuestro presidente'.
Sorprendente ha sido la ovación a Frederik De Klerk. De Klerk fue el último
presidente blanco, es Nobel de La Paz y acordó con Mandela la llegada de la
democracia
Algunos de los rostros más conocidos y familiares ya han aparecido en el
estadio de Soweto. Los vomitorios y escaleras están llenos de gente que se
refugia de la lluvia.
Un acto de cuatro horas
El funeral ha comenzado a mediodía, con el himno nacional de Sudáfrica. A
lo largo de un acto que durará más de cuatro horas, hablarán algunos nietos de
Mandela. Glosarán la figura de alguien tan inspirador para toda la humanidad
varios dirigentes extranjeros: el secretario general de la ONU, Ban ki-Moon, el
presidente de Estados Unidos, Barack Obama, los presidentes de Brasil, India,
Namibia y Cuba, y el vicepresidente de China.
Sólo las exequias del Papa Juan Pablo II reunieron a tantos mandatarios -70
jefes de Estado, cuatro reyes, nueve reinas y 14 líderes religiosos-. Y la
prensa sudafricana presumía ayer de que es muy probable que el funeral de Mandela
supere las cifras.
Finalmente, alrededor de las 15 horas, está previsto que cierren el acto el
presidente sudafricano Jacob Zuma y el obispo Ivan Abrahams. La participación
del presidente cubano, Raúl Castro, ya ha despertado cierta polémica, y ayer no
se evitaron algunas críticas a las buenas relaciones que Mandela mantuvo con
dictadores como el de la isla que no respetan la libertad por la que él tanto
luchó.
También ha sido muy comentada la presencia en el funeral del presidente
Robert Mugabe. El zimbabuense, el otro gran referente de la política del sur de
África y enemistado abiertamente con Mandela, dice ahora de él que era “humilde
compasivo y luchador”. “Viene todo el planeta”, declaró ayer el portavoz del
Ministerio de Asuntos Exteriores, Clayson Monyela. Todos menos los dirigentes
de Israel. El primer ministro Netanyahu se excusó diciendo que “el viaje es muy
caro”.
Decenas de miles de asistentes
Pero en el funeral de Mandela los protagonistas no serán los mandatarios
internacionales. Es imposible celebrándose en Soweto. “Demostraremos nuestro
amor a Madiba”, declaraba ayer un grupo de mujeres con camisetas del Congreso
Nacional Africano (CNA). Como ellas, se espera que decenas de miles de personas
abarroten un estadio inmenso que, sin embargo, encogerá entre canciones, danzas
y el fervor de todo un pueblo por su líder eterno.
Y entonces Mandela tendrá la oportunidad de salvar una deuda histórica y
podrá decir aquello que tenía escrito para el final y no dijo en su famoso
discurso de 1990: “Aquellos principios básicos son los que nos impulsan a una
libre, no racial, democrática y unida Sudáfrica por la que hemos luchado y
muerto”.
Hoy más que nunca ese mensaje retumbará en Soweto, y después en
Johannesbugo, y en toda Sudáfrica, y en África y el planeta. Será entonces
cuando la masa comenzará de nuevo a entonar esa letra que dice “cuando Mandela
habla, nosotros escuchamos”. Así será hasta que todos regresen a sus humildes
casas del barrio, llorando, danzando.
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