De viaje en el
avión presidencial
LA PAZ, BOLIVIA (ANB / Erbol).- La benjamina de los Kirchner está acostumbrada a disfrutar del lujo
y los privilegios de ser la hija de la presidenta de Argentina, Cristina de
Kirchner. La multimillonaria fortuna de la familia y la suya como heredera del
fallecido expresidente Néstor Kirchner le permiten llevar una vida poco
habitual para su edad. Con 23 años,“Flor”, como se la conoce en la intimidad,
sube y baja de los aviones a capricho.
En pleno “ epo
cambiario”, expresión que resume el bloqueo a la adquisición de divisas que
sufren los argentinos, la joven -según publicó la revista “Noticias”- viajaba
hace unos meses a París y a Roma a todo trapo. En ambas ciudades, escoltada por
media docena de guardaespaldas, disfrutó con los escaparates de las firmas de
alta costura más selectas del mundo y almorzó en los restaurantes más chic del
momento. Como a su madre, le encantan los bolsos y la firma Louis Vuitton es su
favorita.
“Floppy”, otro
de sus sobrenombres, no tiene estudios universitarios, pero intentó terminar
unos cursos de cine en Nueva York. Allí, algunas fuentes aseguran que vivió en
una habitación del campus, pero otros medios publicaron que vivió en un
apartamento propiedad de la familia en la Gran Manzana valorado en cerca de
cinco millones de euros. Tras la muerte de su padre, la exadolescente rebelde
volvió a Buenos Aires, donde lleva una vida más discreta. Colabora con La
Cámpora, la organización juvenil ultra “K” que fundó su hermano Máximo y a la
que pertenece un joven con el que se la relaciona.
La heredera de
-oficialmente- quince millones de pesos (unos 2.200.000 euros al cambio
oficial) aprendió a conducir por los jardines de la quinta (chalé) de Olivos,
residencia privada de los presidentes. Las polémicas por sus viajes en el
«Tango 01», avión oficial de la Presidencia, ocuparon amplios espacios en la
prensa. En el 2010, hacía uso del mismo para recorrer 6.000 kilómetros y acudir
al cumpleaños de una amiga.
La campesina viste de Chanel
La vida de Eva
Liz Morales Alvarado, hija del presidente boliviano Evo Morales, dio un giro de
180 grados desde el momento en que su padre asumió la jefatura del Estado en
enero de 2006. Hasta el 2 de octubre de 2002, cuando tenía ocho años, vivió
bajo el cobijo legal y económico de su madre, Francisca Alvarado, una dirigente
campesina de moderados recursos económicos. Tras siete años de proceso, la
justicia boliviana dictaminó que Morales debería reconocer a la menor y
asignarle una pensión de 150 dólares mensuales. Al entonces dirigente cocalero
y diputado nacional no le quedó más remedio que cumplir el fallo.
Tres años más
tarde, ya en el sillón presidencial, hizo algo más que eso: abrió las puertas
del Palacio de Gobierno a su “enana” -como la llama cariñosamente- y le asignó
el rol de primera dama en ciertos eventos internacionales. Su primera aparición
pública bajo ese rótulo se produjo en agosto de 2010 cuando, vestida con un
traje de dos piezas de Chanel, acompañó a su padre en los actos por el
aniversario patrio.
Un año antes
había sido consciente del cambio en su vida. La joven celebraba su 15
cumpleaños en una renombrada discoteca de la ciudad de Oruro con 200 invitados
y luciendo un traje diseñado por Mónica Siles para la ocasión. A fines de enero
de este año, Eva Liz acompañó a su padre a la cumbre de la Celac-UE en
Santiago. Su visita se plasmaba en fotografías que desataron comentarios sobre
el cambio de imagen de la joven y su exótica belleza.
A sus 19 años,
vive en un departamento de la zona sur de La Paz, cerca de la universidad
privada donde cursa el tercer semestre de la carrera de Derecho en la
Universidad Católica Boliviana (UCB). Paga una pensión que cuesta el doble de
lo determinado por el juez como asistencia familiar. Aunque evita entrevistas,
revela algunos de sus sentimientos a través de las redes sociales. “Aprendí a darle
tiempo al tiempo, a esperar el momento, que todo llega cuando tiene que
llegar... :-)”, escribió el 19 de abril en su cuenta de Twitter.
La hija predilecta de Hugo Chávez se mantiene en el
poder
De origen
humilde, María Gabriela Chávez aprendió a saborear el lujo, a ser glamourosa
luciendo vestidos de alta costura, a viajar por todo el mundo en aviones
presidenciales y a codearse con la jet-set internacional durante los catorce
años que su padre estuvo en el poder.
Como hija
predilecta del que fue presidente venezolano Hugo Chávez, disfruta de las
mieles del poder incluso después de la muerte del mandatario el pasado 5 de
marzo.
María Gabriela
sigue viviendo con su familia en la residencia presidencial y paseando en los
aviones oficiales. No ocupa ningún cargo en la Administración pública y tampoco
tiene una pareja que la mantenga, pero lleva un tren de vida que pocas personas
sin trabajo pueden permitirse. Su actividad pública más notoria es ensalzar la
imagen de su padre, a quien llama “Gigante” en su perfil en Twitter, @Maby80.
María Gabriela
es muy coqueta y le gusta vestir al último grito de la moda. Usa gafas de sol
oscuras de la firma Dolce&Gabbana y carteras Louis Vuitton. Le gusta
asistir a los conciertos de Madonna y de Justin Bieber y a las carreras de
Fórmula 1. Se la ha visto frecuentar los sitios exclusivos de Bariloche y la
Patagonia.
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