ARGENTINA (ANB / infobae).- El artículo, firmado por los periodistas Ken
Parks, Taos Turner y John Lyons, centra su mirada "en la devaluación de
facto" instrumentada por el Gobierno con su decisión de casi no intervenir
en el mercado de cambios y dejar que la cotización del dólar oficial cerrara el
jueves a $7,75, 59 centavos más que en las operaciones del día anterior.
Algunos de los operadores citados por el prestigioso matutino económico,
indican que "el mercado explota" y que hay gran preocupación en la
región por el riesgo de una crisis cambiaria en la segunda economía de
Sudamérica.
El artículo completo:
El banco central de Argentina abandonó el jueves el estrecho control que
ejerce sobre la cotización del peso y decidió permitir que su valor fuera
determinado por las leyes de la oferta y la demanda, al menos brevemente. El
resultado no fue nada alentador: el desplome de la divisa obligó al banco
central a intervenir en el mercado y generó temores de que la segunda economía
de Sudamérica podría sufrir una crisis cambiaria.
La cotización del peso, que habitualmente es muy regulado, experimentó
violentas oscilaciones el jueves. Tras abrir a 7,14 unidades por dólar cayó a
8,50, un derrumbe que provocó la intervención del banco central, que salió a
vender dólares para frenar el descenso. Eso ayudó a que la moneda argentina se
fortaleciera y cerrara a 7,75 por dólar, según el mercado mayorista de divisas
MAE en Buenos Aires. La baja de 8% fue la mayor pérdida del peso en una jornada
desde la crisis cambiaria de 2002. La divisa acumula un declive de casi 19%
contra el dólar en lo que va del año. El descenso es más pronunciado en el
mercado negro.
La decisión, que muchos economistas interpretaron como una devaluación de
facto, constituye una arriesgada apuesta del gobierno de la presidenta Cristina
Fernández de Kirchner para aliviar la presión sobre el peso y frenar un
pronunciado descenso en las reservas en moneda extranjera que el banco central
ha estado usando para comprar la divisa a precios fijos, que son mucho más
altos que los del mercado negro.
Argentina sufre una escasez de dólares. Las reservas del banco central
cayeron a US$29.000 millones a comienzos de año comparadas con US$52.000
millones en 2011. En los últimos días, el banco central ha estado gastando
cerca de US$100 millones al día en su esfuerzo por defender el peso, dijo Elena
Castro, vicepresidenta de renta variable para Europa Occidental y América
Latina de la corredora especializada en mercados emergentes Auerbach Grayson.
Jorge Capitanich, el jefe de gabinete del gobierno de la presidenta
Fernández de Kirchner, sugirió el jueves que el gobierno había optado por no
intervenir en el mercado de divisas. "No ha sido una devaluación inducida
por el Estado", aseveró. "Para aquellos amantes del libre mercado, la
oferta y demanda de divisas es la que se expresó en el mercado de cambio".
Al contrario de lo que ocurre en otros países, el banco central argentino
no es independiente y la presidenta puede contratar o despedir a su presidente
cuando estime conveniente.
El experimento de libre mercado duró poco. La caída del peso que arrancó el
miércoles en la tarde se desbocó en la mañana del jueves, obligando al banco
central a intervenir. El banco central gastó unos US$100 millones para defender
el peso, indicó una fuente cercana.
Pocos economistas esperan que la decisión le quite presión al peso, debido
principalmente a que el debilitamiento de la moneda podría generar tensiones
inflacionarias al encarecer las importaciones y llevar a los argentinos comunes
y corrientes a tratar de sacar su dinero del país como sea posible.
"La cuestión económica es si la devaluación incentiva una alza en los
precios que lleva a más tensiones sociales. Las negociaciones salariales
comenzarán pronto y la cuestión es qué cifra pedirán los sindicatos y es
probable que eso va a crear problemas políticos y sociales", señaló Carlos
De Angelis, sociólogo y profesor de ciencias sociales en la Universidad de
Buenos Aires.
Otra señal de que el tiro les podría salir por la culata fue la respuesta
del mercado negro, donde el peso cayó a 13,1 frente a 12,2 al principio de la
sesión, lo que sugiere que la tasa oficial sigue sobrevalorando la moneda.
"Seguimos previendo que la moneda seguirá bajo presión y es probable
que esto alimente una crisis más amplia de deuda y/o cambiaria en Argentina en
algún momento, posiblemente este año", dijeron estrategas de Brown
Brothers Harriman en un informe titulado Argentina: de mal en peor.
El peso fue una de las monedas de los mercados emergentes que se vieron
vapuleadas el jueves, después de que la debilidad de los últimos indicadores
económicos de China intensificaran las dudas acerca de la capacidad de las
economías en desarrollo para salir bien parados del fin de las políticas
expansivas de crédito, impuestas por los principales bancos centrales del
mundo.
En el caso de Argentina, uno de los mayores exportadores de soya del mundo,
la caída del peso sirve como una señal de advertencia de que las condiciones
han cambiado drásticamente tras el fin del ciclo de auge en los precios de las
materias primas de la última década. Ese cambio es particularmente peligroso
para algunos países latinoamericanos como Argentina y Venezuela que
aprovecharon el auge de los commodities para embarcarse en una ola de compras,
permitiendo un alza de la inflación y adoptando políticas económicas poco
ortodoxas como controles cambiarios, dicen expertos.
Venezuela, que depende del petróleo para generar 95% de sus ingresos en
dólares, también realizó el miércoles una devaluación parcial del bolívar. El
gobierno indicó que los venezolanos que quieren obtener dólares para viajar al
extranjero, hacer compras en Internet, adquirir pasajes aéreos y recibir
remesas del exterior podrán participar en un nuevo sistema de subasta que
recientemente vendió dólares a 11,36 bolívares versus la tasa de cambio oficial
de 6,3 por dólar.
Incluso las monedas de economías latinoamericanas consideradas más sólidas
y estables cayeron el jueves. El real se depreció 1,3% para quedar en 2,4
unidades por dólar ante las preocupaciones de que los problemas de Argentina
puedan perjudicar a la ya debilitada economía brasileña. Argentina es el tercer
socio comercial de Brasil. A su vez, el peso chileno cedió 1,2% y se ubicó en
549 unidades por dólar.
El debilitamiento del peso ayuda a los exportadores, pero puede provocar
presiones inflacionarias al encarecer los bienes importados y reducir el poder
adquisitivo de los argentinos. Antes de las sacudidas de esta semana en los
mercados, la mayoría de los economistas preveía un crecimiento de la economía
de 1,7% este año, según una encuesta realizada por FocusEconomics.
El gobierno informa que la inflación alcanzó 10,9% el año pasado, pero los
economistas del sector privado estiman que la cifra oscila entre 25% y 30%.
Tras el derrumbe del peso del jueves, muchos argentinos esperaban que
Fernández de Kirchner abordara las crecientes preocupaciones acerca de la
divisa y otros problemas económicos. El miércoles, en su primer discurso desde
comienzos de diciembre, la presidenta no hizo ninguna alusión a la economía y
defendió sus políticas, incluyendo el papel del Estado en la redistribución de
la riqueza.
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