Reside en Cali
ECUADOR (ANB / Erbol).- Mario Ariel Rocha recorre Cali a diario con una
carpeta de documentos tan pesada como un saco de boxeo. Para llevar esos
papeles aquí y allá se requiere apoyarlos sobre el revés de los dos brazos,
asegurarlos contra el pecho, caminar lentamente. Son tantos que en el asiento
trasero de un carro se desparraman sin que nadie más se pueda sentar. - Es mi
defensa - , explica.
El hombre, acusado en Bolivia, su país, de pertenecer a una red de
funcionarios de la justicia y del gobierno que se dedica a extorsionar presos a
cambio de otorgarles la libertad o ciertos beneficios, asiste a terapias con un
psiquiatra. No es que esté loco, aclara, las terapias son para aprender a
controlar la rabia. Mario Ariel Rocha es un tipo molesto con la justicia
boliviana.
- Lo que han hecho conmigo es una infamia. Han allanado mi casa, han
allanado mi oficina, violando mil normas. No hay precedentes jurídicos. En
Bolivia somos 600 los exiliados. De los 600, solo uno ha salido a la palestra:
yo. Porque yo tengo la verdad. Yo le quiero demostrar al presidente Evo Morales
que mi caso es una total injusticia. Soy inocente.
Desde que lo acusaron de pertenecer a la red de extorsionadores, no solo
perdió su trabajo como presidente del Tribunal Departamental de Santa Cruz de
la Sierra – ha sido el presidente más joven en la historia del Tribunal, tiene
39 años - no solo dejó su ciudad, la familia, proyectos políticos, sino que se
interrumpió lo que ha venido buscando con insistencia junto con su esposa,
Vanessa Bertón: un bebé.
- No tenemos hijos. Estábamos en un tratamiento. Tenemos 11 años de venirlo
intentando. Ella tuvo una pérdida debido a los trajines que hemos vivido.
Estábamos con el In Vitro ya en curso.
Rocha había hecho una especie de trato con Dios: Yo saco de las calles de
Santa Cruz a tres mil niños, tú me das un hijo. El proyecto para sacar a los
niños de la calle también estaba en curso antes de la acusación. Buscaba la
ayuda del Estado.
Rocha llega a El País con su carpeta, recién afeitado y vestido de traje negro
y camisa de rayas rojas. Sobre su cuello cuelgan lo que de lejos parecen ser
dos rosarios. Quizá los tenga como amuleto de protección. Rocha es católico.
Rocha está seguro de que en Bolivia, lo quieren matar.
- Cuando salí a la prensa dije: no estoy muerto ni escondido. Después me
enteré por informes de inteligencia que la idea era asesinarme porque yo no me iba a callar.
II El caso Ostreicher
Jacob Ostreicher es un norteamericano que fue detenido en Bolivia en junio
de 2011. Lo acusaban de lavado de activos. Ostreicher permaneció 18 meses
encerrado en la cárcel de Palmasola, en Santa Cruz.
Hasta allá llegó Sean Penn. El ganador del premio Oscar a mejor actor en
2003 (Río Místico) y 2009 (Milk) es amigo cercano de Jacob Ostreicher.
Ostreicher contó que funcionarios del Gobierno lo estaban extorsionando a
cambio de beneficios. Le pedían dinero “para tener una actitud distinta” en su
proceso.
Sean Penn pidió públicamente a los organizadores del Rally Dakar 2014 que
la competencia no pasara por Bolivia como se tiene previsto, si no se liberaba
a Ostreicher.
Penn escribió en su blog: “una veintena de funcionarios del Gobierno
boliviano conectados con la red de extorsión que primero encarcelaron a Jacob
han sido arrestados y sin embargo, Jacob sigue siendo un cautivo de la
Judicatura de Bolivia sin cargos o pruebas; esta presión internacional muy bien
podría ser precisamente lo que necesita el presidente de Bolivia para poder
finalmente expulsar al cáncer maligno de la corrupción que está matando tanto a
la justicia boliviana y miles de personas inocentes como Jacob”.
La prensa del mundo puso enseguida su atención en Bolivia. A Mario Ariel
Rocha, entre tanto, lo señalaron de pertenecer a la red de extorsionistas.
Rocha saca de la carpeta una de las declaraciones de Ostreicher a la
Fiscalía.
- Es una de las pruebas de mi inocencia. Ni el norteamericano ni sus
abogados me han mencionado en sus denuncias.
En el papel se leen los nombres que Jacob señala: José Manuel Antezana,
Fernando Rivera Tardío, Denis Efraín Rodas y Gustavo Céspedes. No menciona a
Mario Ariel Rocha. Ostreicher dice: “Quiero agregar que he sido víctima de una
presión, extorsión y chantaje por parte de estos funcionarios, y que me
considero secuestrado, pues hasta ahora al igual que con los secuestros, tengo
que entregar dinero para poder obtener mi libertad, es decir, mi libertad hasta
ahora ha tenido un precio, el mismo que me he negado a pagar a estos
funcionarios mencionados anteriormente”.
Rocha vuelve a la carpeta, la esculca. Su esposa Vanessa lo ayuda.
Encuentran otro documento. Cuando Ostreicher fue capturado, lee, él no era aún
presidente del Tribunal Departamental de Justicia, tampoco juez, trabajaba como
vocal en una sala social y administrativa, se dedicaba a revisar procesos
laborales. “¿Qué presión podía haber ejercido si jamás conocí el caso
Ostreicher ni resolví sobre el mismo ninguna actuación jurisdiccional porque no
era de mi competencia?”
Rocha busca otro documento. Asegura que lo involucraron a la red de
extorsionistas por una llamada: el exvocal Zenón Rodríguez, presuntamente
miembro de la banda, llamó a su celular y le pidió que le comunicara a
Isabelino Gómez, exfiscal, también acusado de pertenecer al grupo de
funcionarios corruptos. Rocha efectivamente pasó el celular. Estaba en La Paz
en un simposio o seminario – no recuerda bien que acto era- “donde estaba toda
la justicia del país”.
Rocha asegura que pasó el teléfono y se apartó, no escuchó la conversación
en la que según el Ministerio Público, Isabelino Gómez habría amenazado a Zenón
Rodríguez con meterlo a la cárcel por haberle dado cesación a la detención
preventiva de Jacob Ostreicher. El Ministerio Público dice que Rocha debió
denunciar esa amenaza. Rocha insiste en que no escuchó la conversación, tampoco
preguntó de qué hablaron, “no tenía nada que denunciar”.
Para el Ministerio Público en todo caso Rocha no denunció porque formaba
parte de la red. Para el Ministerio Público el Presidente del Tribunal tenía la
obligación de denunciar. Rocha dice que desde ahí la acusación está errada.
Cuando recibió la llamada era vocal, no Presidente del Tribunal. En este punto
habla con desespero.
- Que me digan delincuente, pero con pruebas. ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho?
¿Qué he hecho? ¿De qué me acusan exactamente? ¿Recibí algún dinero? Que me
digan con nombre propio que extorsioné a algún preso como se ha hecho con los
otros imputados. Pero no hay una sola prueba, una sola.
Rocha vuelve a la carpeta, busca un cd. Es la grabación de una conversación
con el juez Fernando Orellana, otro de sus argumentos de defensa. Rocha dice
que se enteró de que la Fiscalía iba a presionar a Orellana para que declarara
en su contra, afirmara que sí tenía relación en el proceso Ostreicher. Entonces
lo llamó días antes de la declaración, lo grabó, le preguntó si iba a decir tal
cosa. Orellana le confirma que no lo iba a decir porque él, Rocha, no tenía
mayor relación en el caso. “En la declaratoria en la Fiscalía”, dice Rocha,
“Orellana dijo lo contrario”.
- Esto es tan armado. La idea era matarme políticamente. Hay una
persecución política. Y viene de parte de la ministra de Justicia,
Cecilia Ayllón. Yo para ella soy una competencia, mi trabajo la opaca.
Mario Ariel Rocha tiene una teoría. Él descentralizó a la justicia en
apenas once meses, los que estuvo como presidente del Tribunal, “algo que no se
había hecho en 20 años”. Llevó los juzgados hasta los barrios de Santa Cruz,
acercó a los jueces a la gente, abrió Casas de Justicia. Todo eso era deber de
la Ministra, dice. Todo eso la Ministra, asegura, se lo apropió, “salió a decir
a los medios cuando yo había salido del país que era su propio trabajo”. Rocha
esculca otra vez la carpeta, muestra un paquete de artículos de prensa,
reportajes a la Ministra.
- En el fondo de esta persecución política, estamos hablando de votos. A
los ministros en Bolivia se les elige por votación popular. Antes de salir este
escándalo, yo estaba a punto de ser Ministro del Tribunal Supremo por mi
gestión.
III ¿Por qué Cali?
Mario Ariel Rocha llegó a pesar 189 kilos. Fue en su época de Presidente
del Tribunal Departamental de Santa Cruz. De lo único que se arrepiente de esos
once meses, dice, fue precisamente haber descuidado su salud.
Rocha decidió venir a Cali a practicarse un bypass gástrico. No solo la
ciudad tiene fama de tener los mejores especialistas para ese tipo operaciones.
También acá estaba su hermana desde hacía 20 años, sus sobrinos, parte de su
familia.
Por eso, también, decidió pedir refugio político desde esta ciudad.
- ¿Por qué no enfrenta en Bolivia las acusaciones que se le hacen?
- Está clarísimo. No hay garantías para el proceso. Me han sacado un
mandamiento de aprehensión, violando toda norma y procedimiento legal. Han
allanado mi casa, han amedrentado a mi familia, han allanado mi oficina. Han
ido y han sacado datos en la prensa diciendo que yo escapé del país cuando yo
atravesé todos los controles migratorios. Ahí están los sellos de mi pasaporte.
La idea de esto era amedrentarme. Meterme a la cárcel y abrirme denuncias. Eso
era lo que querían. A mí me iban a matar. Eso yo lo sé por la forma en que han
actuado. No se ha respetado ningún principio legal. Sé que han investigado mis
cuentas. Que investiguen lo que quieran. Ahí están mis declaraciones juradas.
Cuando existan las garantías regreso a Bolivia. Y voy a dar una batalla
jurídica. Sé que se abrirán más procesos. No me importa. (Información tomada de elpais.com.co)
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