Ministro
de Economía en entrevista con El País:
Ministro Luis Arce. Foto: El País.
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SANTA
CRUZ, BOLIVIA (ANB / Tomado de El País).- Internacional (FMI) o del Banco Mundial
no tendría por qué extrañar. Sí llama la atención que sea el de un país del
ALBA, la alianza bolivariana, en las antípodas de los grandes organismos que
rigen la economía mundial. Luis Arce Catacora (La Paz, 1963) es el artífice de
que Bolivia registrase el pasado año un crecimiento del 6,8% y se consolidase
como una de las economías más sólidas de la región desde la llegada de Evo
Morales (2006) a partir de la nacionalización de los recursos naturales como
principal medida. Un recurso a corto plazo; una incógnita de futuro.
Formado en Inglaterra, Arce es el único ministro, junto
al canciller David Choquehuanca, que permanece en el Gabinete de Morales desde
el inicio. Antes, desarrolló su carrera profesional en el Banco Central de
Bolivia. Esta semana disertó en la Casa América de Madrid sobre la situación
económica de su país.
¿Qué le dicen sus colegas del ALBA sobre los piropos del
FMI?
Nos sonreímos... Nosotros lo que queremos es que el
pueblo nos valore. No nos interesa que lo haga el Fondo. No hemos pedido que
nos piropeen. El FMI, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID) lo único que hacen es reconocer el trabajo de Bolivia desde hace años. En
2006, 2007 y 2008 [los primeros años de Gobierno de Evo Morales] no dijeron
nada. En 2009, cuando todos caían y Bolivia crecía al 3,4% se preguntaron qué
estaba pasando. Y les enseñamos que se puede conseguir estabilidad
macroeconómica con un beneficio social, lo que ellos nunca pensaron.
El despegue boliviano, desarrolla Arce, tiene un punto de
partida claro: “Nuestro modelo es sencillo, tenemos que aprovechar nuestros
recursos naturales para el beneficio de los bolivianos, por eso nacionalizamos
los hidrocarburos, los recursos naturales”. Una decisión muy criticada en el
extranjero, pero también en parte del país, especialmente en Santa Cruz, el
epicentro económico. “Fueron los momentos más duros, el miedo al cambio. Si
está hecho por bolivianos debe ser malo, pensaban. Tuvimos que enfrentarnos a
los grupos de poder que creían que el modelo neoliberal era lo único. Pero
hemos demostrado que nuestro modelo funciona rápidamente, es inmediato”, celebra
el ministro.
A corto plazo los resultados son claros. Pero, ¿y a largo
plazo? ¿Puede vivir Bolivia de la dependencia de los hidrocarburos y a base de
nacionalizaciones? “Estamos ya en el medio plazo, vamos a llegar al noveno año.
Creo que este modelo se va a quedar. Los empresarios cruceños son los que más
están ganando, más que con el modelo neoliberal. Después de derrotarlos
políticamente, les dijimos: ‘Empresario que quiera trabajar con el Gobierno,
bienvenido. El que no, se enfrentará con nosotros”.
El camino de Bolivia es similar al que, en su día,
tomaron Argentina y Venezuela con dudoso resultado. “Cada modelo es distinto,
no vamos a entrar a comentar, cada país hace lo que cree y estima conveniente.
No nos vamos a involucrar”, apunta el ministro Arce: “No me pondría en ninguna
bolsa en ningún país, nuestro modelo ha mostrado fortalezas”, añade, sin
terminar de matizar si a largo plazo el modelo es sostenible.
El activo principal de Bolivia es contar con las mayores
reservas de recursos naturales del mundo, como en el caso del litio o el
hierro. Sin embargo, no lidera su producción. Arce admite que es uno de los
desafíos del país. “Seguimos dependiendo de la exportación del gas, de los
minerales. Estamos entrando en el proceso de industrialización. Hay que empezar
la construcción de la nueva Bolivia industrializada, el año que viene
inauguramos la primera planta de industrialización del gas, que va a producir
urea, que ya tiene compradores, de Brasil, Argentina, Venezuela...”, explica,
para después ahondar: “2007 fue el año con el nivel de precios más altos del
mundo. Cada vez hay menos potencial de producción de alimentos. Hay que
profundizar la producción intensiva de alimentos, esto es, maquinaria,
fertilizantes y biotecnología. Ahí, en los fertilizantes, entra Bolivia. Como
tiene la mayor reserva de litio, producirá potasio. También urea. El 10% de la
producción será para satisfacer la demanda interna boliviana. El 90% va a ser
exportación”. Además, añade: “Bolivia estudia también la producción de hoja de
coca, que es un buen abono”.
A la hora de hablar de exportaciones en América Latina
las miradas apuntan hacia Asia. El titular de Economía asegura que mantienen
“muy buenas” relaciones con China — “tenemos muchas coincidencias con el
partido comunista chino— y enfatiza que muchas empresas “quieren venir a
Bolivia”. Las reglas, para ello, son claras: “La industrialización se hace en
Bolivia. Si necesitan nuestra materia se establecen en Bolivia, producen en
Bolivia y dejan la tecnología en Bolivia. [Las empresas] lo han entendido, lo apoyan
y van a venir”, afirma Arce convencido. Tan seguro se siente el ministro de
ello como de que su país no tiene cabida en la Alianza del Pacífico. “Bolivia
estará presente en todos los procesos de integración que signifiquen
solidaridad. Estamos en el Mercosur, en la CAN, en el ALBA... Pero jamás
estaremos en los procesos de libre comercio, no traen beneficios a la región.
Por un tratado de libre comercio no vamos a vender nuestros principios”,
recalca el ministro al que los organismos capitalistas valoran.
Si las disputas con el empresariado cruceño marcaron los
primeros años de Gobierno de Evo Morales, los últimos años han arreciado
rencillas desde los movimientos indígenas, teóricamente más proclives al
presidente, algo que el ministro Arce lo considera “natural”. “Hay algunos
sectores indígenas que, según su versión, no han sido tomados en cuenta, que se
sienten excluidos de la política y que han decidido construir sus propios
brazos políticos. No tenemos ningún problema con ello. Lo mismo que hay indignados
en Europa o en Estados Unidos, hay resentidos en Bolivia, gente que participó
en nuestro instrumento, y que hoy están al otro lado. Son libres de hacerlo”,
señala Arce. “Hay dos opciones, o discutirlo de forma interna, para ver qué
prevalece, o salirse por fuera, hacer la guerra por fuera, incluso contra los
intereses que se han defendido. Es una cuestión personal de cada uno. Yo creo
que sería mucho más provechoso si la discusión fuera de forma interna, porque
hay que resolver muchos temas. Aquí no hay un totalitarismo, no hay una sola
cabeza que piensa. Hay razones que predominan, antes que caprichos”.
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