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miércoles, 16 de octubre de 2013

REENCONTRADA LA LUNA PERDIDA DE NEPTUNO

ASTRONOMÍA
La luna Náyade señalada con un círculo blanco/NASA/ESA/SETI/M
ESPAÑA (ANB / Tomado del elmundo.es).- El astrónomo Rafael Bachiller nos descubre en esta serie los fenómenos más espectaculares del Cosmos. Temas de palpitante investigación, aventuras astronómicas y novedades científicas sobre el Universo analizadas con profundidad.


Utilizando imágenes de archivo del telescopio espacial Hubble, los astrónomos han vuelto a localizar a Náyade, una pequeña luna de Neptuno, descubierta en 1989 por la sonda Voyager 2, que había permanecido escondida durante 24 años.

Orbitando peligrosamente

Cuando la sonda Voyager 2 de la NASA pasó cerca de Neptuno en 1989 realizó toda una serie de descubrimientos: vio por primera vez la Gran Mancha Oscura sobre el gigante gaseoso, estudió la composición de su atmósfera y obtuvo unas imágenes fascinantes de sus débiles anillos, de Tritón y de sus demás lunas. Un interesante descubrimiento fue la localización varias nuevas lunas y, entre ellas, una pequeña de forma irregular que fue designada inicialmente como S/1989 N6, después como Neptuno III y definitivamente como Náyade. Además de por su pequeño tamaño, su diámetro medio tiene unos 60 kilómetros, esta luna resulta sumamente interesante por orbitar peligrosamente cerca del planeta gigante, a tan solo unos 23.000 kilómetros sobre las nubes de Neptuno, lo que la hace moverse a una vertiginosa velocidad y completar una vuelta cada 7 horas.

El origen de Náyade es incierto. Pero parece plausible que su historia haya sido determinada por los otros satélites de Neptuno. La colección inicial de satélites del gigante gaseoso se vio sin duda muy alterada cuando Neptuno capturó a Tritón, la que es hoy su mayor luna (tiene un diámetro de 2.700 kilómetros). Tritón con su órbita retrógrada, inicialmente muy excéntrica tras la captura, debió contribuir muy significativamente a la fragmentación de los otros satélites pre-existentes. Trozos de estos fragmentos se unirían después para formar cuerpos mayores y, muy posiblemente, así se formó Náyade: como una amalgama irregular de fragmentos que no han sufrido un significativo procesado geológico desde la formación del sistema solar.

Para verificar todas estas ideas, desde 1989 los astrónomos han intentado observar Náyade de nuevo utilizando tanto el telescopio espacial Hubble como los mayores telescopios basados en Tierra. También resultaba interesante precisar la evolución de la órbita de la pequeña luna, pues, al estar tan cerca del planeta, las fuerzas de marea podrían acabar pulverizándola o podrían decelerarla significativamente hasta que acabase desplomándose sobre Neptuno. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos observacionales, Náyade no aparecía. Nadie había conseguido localizar a Náyade durante los 24 años que han transcurrido desde su descubrimiento hasta la actualidad.

Fuera de su sitio

Hace tan solo unos días que el instituto SETI ha anunciado que Náyade ha sido localizada por uno de sus investigadores, Mark Showalter, trabajando en colaboración con otros astrónomos de la Universidad de California en Berkeley. Para ello, los astrónomos acudieron a imágenes de archivo obtenidas por el Hubble en el año 2004 y las sometieron a un sofisticado tratamiento informático. Dado que Náyade se encuentra a una distancia angular de tan sólo 1 segundo de arco del disco del planeta, lo que equivale al grosor de un cabello observado a unos 15 metros de distancia, es fácilmente comprensible que el resplandor del planeta (que es unos dos millones de veces más brillante que Náyade) impida la observación de la pequeña luna. Así pues, el tratamiento de las imágenes incluyó un cuidadoso enmascaramiento del disco de Neptuno en ocho tomas sucesivas realizadas por el Hubble en diciembre de 2004.

Finalmente, Náyade apareció moviéndose a lo largo de esas ocho tomas, pero en una posición muy diferente a la predicha por la órbita que se determinó a partir de las fotografías iniciales tomadas por el Voyager 2 en 1989. La luna parece haberse adelantado mucho respecto al movimiento predicho, lo que podría deberse a perturbaciones ocasionadas por las otras lunas mayores.

Anillos, arcos y más lunas

Utilizando estas mismas imágenes de 2004 y otras más recientes, Showalter y sus colaboradores ya habían anunciado el pasado mes de Julio el descubrimiento de otra luna de Neptuno que tiene la denominación provisional de S/2004 N1. Con ésta, Neptuno tiene hoy 14 lunas conocidas. S/2004 N1 tan solo tiene unos 20 kilómetros de tamaño, pero es más fácilmente observable que Náyade por encontrarse en una órbita mucho más separada del planeta que la de ésta última.

Finalmente, las imágenes de archivo, una vez tratadas con el sofisticado software desarrollado por Showalter y colaboradores, también están proporcionando nueva información sobre la familia de anillos y arcos que rodean a Neptuno y que han ido cambiando desde su descubrimiento realizado también por Voyager 2 en 1989. Donde Voyager 2 vio un conjunto de cuatro arcos próximos, hoy tan solo quedan dos. Estos arcos sobreviven gracias a la acción de la luna Galatea, que actúa como ‘pastora’ manteniendo confinados a los pequeños fragmentos que constituyen los arcos. Pero la causa detallada de la evolución de tales estructuras es todavía un misterio.

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