ARGENTINA (ANB / Tomado de ieco.clarin.com).- Involuntariamente, Evo Morales, presidente del Estado Plurinacional
de Bolivia, le jugó una mala pasada a su colega Cristina Kirchner al poner en
evidencia que en cuestiones financieras hay cosas que no están saliendo bien.
Bolivia salió a
buscar $us500 millones de dólares al mercado internacional con la idea de que
debería pagar una tasa algo menor al 6,5 por ciento anual y se encontró con una
sorpresa.
No sólo le
ofrecieron $us5.000 millones, diez veces más de lo que pedía, sino que la tasa
resultó bastante más baja que la prevista: 4,8 por ciento anual.
Frente a ese
resultado, las comparaciones no son difíciles: la Argentina, en el caso de que
decidiese tomar fondos del exterior, no pagaría hoy menos de 9,25 por ciento
anual (renta del bono Global 2017). O sea, casi el doble de lo que paga
Bolivia.
Los datos están
a la vista y las causas a considerar son múltiples. Se puede decir que es
porque Bolivia tiene y exporta gas y eso le garantiza un flujo de dólares
suficiente para hacer frente a sus compromisos.
Pero la
Argentina tiene soja y un superávit comercial que supera los $us10 mil millones
anuales y eso también le garantizaría poder pagar todas sus obligaciones; más
aún, con uno de los niveles más bajos de deuda en relación con su PBI a nivel
internacional.
A poco de andar,
según los analistas, las diferencias se amplían. Bolivia tiene reservas de
divisas por el equivalente al 50 por ciento de su Producto Bruto. En la
Argentina, representan sólo 10 por ciento.
En Bolivia, el
ministro de Economía ocupa el cargo desde el año 2005 y el presidente del Banco
Central pelea contra una inflación –como acá, apreció la moneda pero con otros
resultados– que se ubica en el 6 por ciento anual.
Hernán Lorenzino
reiteró ayer su idea de que lo importante es expandir el gasto público para
alimentar el consumo sin importar la inflación, y la presidenta del Banco
Central no pierde oportunidad de reiterar que le gusta emitir generosamente
billetes porque eso, según su visión, no impacta en los aumentos de precio.
Evo Morales, a
diferencia del gobierno argentino, recibe todos los años una misión del Fondo
Monetario Internacional para que realice un diagnóstico sobre la economía del
país que se conoce como Artículo IV, que la Argentina no acepta.
Además, según
los conocedores de la evolución de la economía boliviana, existe otro
comportamiento que le permitió obtener fondos a tasa baja. Bolivia expropió
empresas privadas pero las pagó.
Así, Bolivia y
toda la región pueden aprovechar un excepcional momento financiero que la
Argentina se pierde.
Este año ya es
récord la emisión de bonos de empresas latinoamericanas que consiguieron
$us95.000 millones, superando la marca máxima anterior de 76.000 millones en
2010.
En conjunto, los
países emergentes lograrán $us300.000 millones de un mercado financiero
superlíquido mientras que en la Argentina, el Gobierno optó por recurrir a un
cepo cambiario como medio para lograr algo más de 10.000 millones fruto del
saldo comercial.
Las tasas que
ofrecen las emisiones de bonos de países y de compañías son los más bajos de la
historia financiera reciente, desde los 90 cuando empezaron a contar los
mercados emergentes.
Mientras tanto,
acá Formosa convocó a los tenedores de un bono que deberían cobrar en dólares
para decirles, seguramente, que seguirá el camino del Chaco y les pagará en
pesos haciendo la conversión al tipo de cambio oficial.
Tucumán también
se pondría en la fila para pagar en pesos amparándose en que el Banco Central
no libera dólares para pagar bonos que estén emitidos con legislación nacional.
Si el Gobierno
decidiese pagar en pesos los servicios de los bonos con legislación local al
tipo de cambio oficial estaría convirtiendo deuda por más de $us15.000
millones, una montaña de pesos que ahora queda al arbitrio de una resolución
del Banco Central.
La estrategia de
pesificar las rentas hasta ahora tiene un límite. El Central dijo que los bonos
argentinos con legislación en el exterior se cancelarán en dólares. Los
mercados parecen creerle.
Pero el problema
es que la cruzada pesificadora encuentra escollos fundamentales: inflación alta
con riesgo de indexación (casi todo se actualiza por encima del 20% anual) y
desconfianza respecto del cumplimiento de los contratos.
Mientras algunos
funcionarios dicen que trabajan para crear instrumentos para que la gente
ahorre en, por ejemplo, jugadores de fútbol, otros empezaron a apretar clavijas
para subir las tasas de interés (están en 15% anual) que aunque corren de atrás
a la inflación, se le acercan un poco.
La acción
combinada de cepo cambiario y embestida pesificadora podrá capturar los dólares
del superávit comercial pero difícilmente pueda servir de base para una
estrategia de crecimiento sustentable.
Un parche aquí,
otro allá, es la táctica de ir tirando mientras se pueda.
Buenos Aires, 25 octubre 2012 – L.F.C./
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