El
homicidio de cinco jóvenes en el DF, cuatro de ellas mujeres, retrata uno de
los problemas más insoportables de México
MÉXICO (ANB / El País.com).- El asesinato de cinco jóvenes en el DF el viernes
pasado, a la luz del día, en una colonia acomodada de la capital, ha vuelto a
conmocionar a México porque retrata dos de los problemas más insoportables del
país.
La muerte de Rubén Espinosa, un fotoperiodista, es la letal amenaza a la
prensa. Los cadáveres de Alejandra Negrete, Mile Virginia Martín, Nadia Vera y
Yesenia Quiroz, son los crímenes feminicidas, el ataque contra la mujer por ser
mujer. El impacto resquebraja además la imagen de Ciudad de México como un
oasis artificial de seguridad y convivencia. La capital del México es el quinto
estado del país donde más mujeres son asesinadas. Más de 100 al año.
“Hemos
tenido una reunión con la Procuraduría del DF (Fiscalía), con el fiscal de
homicidios y con el subprocurador. Nos han dicho que efectivamente han
encontrado en los cuatro casos elementos para hablar de feminicidios aunque
solo en uno encontraron violación. Se sabe que ellas se resistieron al ataque
por eso tiene escoriaciones. Fueron sometidas. No hay duda de que es un
feminicidio”, explica María de la Luz Estrada la coordinadora del Observatorio
Ciudadano Nacional de Feminicidios (OCNF).
La
lupa de este organismo independiente constata que la violencia machista no da
tregua en la capital. En los últimos dos años los asesinatos de mujeres han
pasado de 104 a 158, un aumento del 50%. El estudio del OCNF, que recoge los
datos de las distintas fiscalías de los Estados, coloca a DF como el quinto más
letal, solo por detrás de polvorines como Estado de México, Guerrero o Coahuila.
Las
cifras bajan cuando el foco se concentra en los feminicidios, un delito con
unas características determinadas. De las 158 muertes en el DF en 2014, la
Fiscalía tan solo ha investigado como feminicidios 31 de los casos. No todos
los asesinatos de mujeres se consideran en esta categoría. La primera vez que
se acuñó el término fue en 1992 por la académica feminista sudafricana Diana Russell. Lo
definió como una forma de violencia que implica el uso del sexo por parte de
los hombres para expresar su deseo de poder, dominio y control. Russell da por
sentado que en el feminicidio hay un estrecho vínculo con la misoginia y que su
expresión máxima es el asesinato de la mujer.
Los
hombres son educados para sentirse dueños de los cuerpos y las mujeres ser su
objeto
Un
informe de la ONU sitúa a México en el puesto 16 de todo el mundo en este tipo
de crímenes. “Son muchos factores pero en México existe una alta discriminación
contra las mujeres, de carácter político, social y económico”, explica Patricia
Ravelo Blancas, antropóloga y especialista en estudios de género del Centro de Investigaciones y
Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS). “Nuestra cultura
machista mexicana está muy arraigada históricamente. Todas las películas del
cine clásico, de Pedro infante o de Sara García, muestran mujeres sometidas,
subordinadas y hombres muy machos con una forma de relacionarse con las mujeres
con mucha desigualdad, dominación y sometimiento. Ha cambiado un poco en las
nuevas generaciones, pero el modelo sigue marcado por un patrón en el que los
hombres son educados para sentirse dueños de los cuerpos y las mujeres ser su
objetó”, añade.
El
concepto de feminicidio ha ido permeando en la legislación internacional. Hasta
16 países de Latinoamérica lo recogen en sus códigos penales. “Aun reconocidos,
muchas veces son delitos difíciles o imposibles de acreditar. Además, en muchas
ocasiones no se cumplen los protocolos y estos crímenes pasan como homicidios
corrientes”, apunta la coordinadora del OCNF. Todos los Estados mexicanos han
transferido el delito de feminicidio a sus leyes excepto Chihuahua, la entidad
a la que pertenece Ciudad Juárez, donde desde los años noventa los cadáveres
de mujeres aparecen casi a diario.
La
antropóloga Patricia Ravelo Blancas, que investigó sobre el terreno los casos
de Juárez, apunta al significado político del hecho de matar mujeres. “Al
producirse el feminicidio se está cometiendo un delito más complejo que el mero
asesinato, el cual incluye la exclusión social de la mujer en los ámbitos
sexual, económico y político”. Según sus cálculos, más de mil mujeres y niñas
han sido brutalmente asesinadas en Juárez desde 2008.
Ravelo
y su equipo han analizado el tratamiento que la prensa daba los crímenes y los
informes forenses. “Se mostraba el poder misógino contra y sobre los cuerpos.
Fue muy impactante, había muchas mutilaciones de senos, de ojos, vaciamiento de
vísceras”. Una de sus conclusiones es que tal crueldad simbólica es un paso más
dentro de la cosificación de la mujer, inherente a la
violencia machista. En este clima cultural que propicia la transformación del
cuerpo femenino en mercancía —otra de sus tesis es que las rutas para tráfico
de armas, drogas y mujeres son las mismas—, Ravelo constató la existencia de un
mercado de pornografía sádica: “afirmamos que son prácticas de violencia sexual
que son perpetradas para causar el placer de hombres espectadores”.
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