Devastación en Filipinas
FILIPINAS (ANB / Erbol).- Es un patrón que se repite cada vez que se produce
una gran catástrofe natural. Después de la destrucción, la lucha por la vida.
Los equipos de rescate se esfuerzan este lunes contra la devastación y el caos
para salvar a los supervivientes y llevar ayuda a las víctimas del supertifón
Haiyan que arrasó el viernes pasado Filipinas.
Algunas poblaciones continúan aisladas, debido al corte de las comunicaciones
y la energía eléctrica, y la destrucción de las carreteras. El Gobierno ha
desplegado cientos de soldados para evitar el pillaje de la población, que,
desesperada, sin agua y comida, ha saqueado tiendas y supermercados. Alrededor
de 620.000 personas se han visto desplazadas y 9,5 millones están “afectadas”,
según Naciones Unidas, según elpais.com.
Haiyan –o Yolanda- ha tocado tierra este lunes por la mañana en Vietnam,
aunque con nivel 1, como tormenta tropical, con vientos constantes de 120 kilómetros
por hora 156 kilómetros al sureste de Hanoi, después de haber perdido fuerza en
el mar de China Oriental. No ha habido daños significativos. Más de un millón
de personas fueron evacuadas en el centro y el norte del país antes de su
llegada, y al menos seis murieron en los preparativos para la tormenta. En
China, más al norte, cerca de la isla de Hainan, cinco tripulantes de un barco
mercante están desaparecidos. Los meteorólogos prevén lluvias torrenciales las
próximas 24 horas en el sur de China. Las autoridades de la provincia sureña de
Guangxi han advertido a los pescadores que se queden en tierra.
A medida que pasan los días, se hace visible la amplitud de la tragedia
provocada por Haiyan en Filipinas, donde golpeó con nivel cinco, el máximo de
la escala Saffir-Simpson. Barrió el archipiélago de este a oeste, con vientos
de 314 kilómetros por hora y rachas de 378, que fulminaron todo a su paso.
Según las autoridades de la isla de Leyte, una de las más afectadas, al menos
10.000 personas han muerto solo en esta provincia, principalmente en la
capital, Tacloban (580 kilómetros al sureste de Manila). Fallecieron ahogadas y
por el desplome de edificios. Testigos y empleados gubernamentales describen
escenas de caos. Gran parte de la ciudad y aldeas vecinas están inundadas. Los
supervivientes buscan entre las ruinas a sus familiares desaparecidos. Cientos
de personas intentan salir en avión de Tacloban, cuyo aeropuerto resultó
gravemente dañado, aunque la pista de despegue y aterrizaje funciona.
Tata Abella-Bolo, de Intermón-Oxfam, describe un paisaje desolador en el
norte de la isla de Cebú, a su vuelta de un viaje de reconocimiento al norte de
la isla filipina golpeada por el tifón. “Las casas están completamente
destruidas, incluido el Ayuntamiento. No hay electricidad, ni agua para beber.
Las autoridades locales dicen que tardarán al menos un mes en poder
reestablecer la corriente eléctrica”.
Abella-Bolo explica que el problema más acuciante es precisamente la falta
de agua. La mayor parte de la población se encuentra refugiada en centros
públicos a donde fueron evacuados preventivamente 8.000 personas, pero incluso
allí algunos tejados han volado. "Hay muchos en el centro cultural, pero
el tejado ha salido volando por los aires". Las casas particulares,
construidas con madera y uralita han quedado arrasadas.
El acceso a las poblaciones más afectadas ha sido hasta ahora complicado
debido a la cantidad de árboles y postes de la electricidad que yacen sobre las
vías de comunicación. “Falta agua, alojamiento y medicinas”, indica en
conversación telefónica Abella-Bolo, quien apunta a un problema menos urgente,
pero crucial para la supervivencia de la población local. “Aquí la gente vive
sobre todo de la pesca y han perdido sus barcos, que han quedado destruidos en
el mar”.
Tres días después de que el huracán golpeara con fuerza seis de las islas
del país, el Gobierno no ha dado aún una cifra realista de víctimas mortales.
El balance oficial del Consejo de Gestión y Reducción del Riesgo de Desastres
Nacionales de este lunes a las seis de la mañana (siete horas menos en la
España peninsular) es de 255 muertos y 38 desaparecidos. De momento, no se
conoce el número de personas que pueden haber fallecido en Guiuan, una ciudad
en la isla oriental de Samar, que tiene una población de 40.000 almas, y que
fue destruida en gran parte.
“Este área ha resultado completamente arrasada”, ha asegurado Sébastien
Sujobert, director del Comité Internacional de la Cruz Roja en Tacloban,
informa Associated Press. “Se han perdido muchas vidas, hay un gran número de
desaparecidos, los servicios básicos como agua potable y electricidad están
cortados”. En algunos lugares, los cadáveres cuelgan de los árboles, otros han
sido depositados en los arcenes e iglesias semidestruidas. Entre 300 y 500 han
sido enterrados en fosas comunes; una labor efectuada con rapidez, pero que
podría imposibilitar la labor de búsqueda e identificación de las víctimas por
parte de los familiares.
“Es muy difícil llegar a las zonas más afectadas; el acceso está limitado,
debido al daño causado a las infraestructuras y las comunicaciones por el
tifón”, ha afirmado Tomoo Hazumin, representante de Unicef en Filipinas. “Hay
un número terrible de muertos, por todos lados, mucha destrucción”, ha dicho
Richard Gordon, director de la Cruz Roja en Filipinas, a la cadena de
televisión BBC. “Es un follón absoluto ahora mismo, pero tengo la esperanza de
que la situación mejorará conforme lleguen más y más suministros a la zona”.
Se estima que el tifón destruyó entre el 70% y el 80% de las estructuras
que encontró a su paso. La mayoría de las muertes fueron provocadas por olas de
cinco a seis metros levantadas por el huracán, que inundaron y barrieron
pueblos y aldeas costeros. Las imágenes recuerdan a las del tsunami de 2004,
que asoló la costa del Índico. Más de 200.000 personas murieron entonces como
consecuencia del terremoto y el consiguiente tsunami; la mayoría de ellas –unas
170.000- en Indonesia.
Las imágenes difundidas por el ejército tras haber sobrevolado Guiuan
muestran escenas apocalípticas, con supervivientes que deambulan entre restos
de viviendas y árboles hechos astillas. “La única razón por la que no tenemos
informes del número de víctimas hasta ahora es que las comunicaciones no
funcionan”, ha asegurado el coronel John Sánchez, informa Reuters. Según
fuentes gubernamentales, al menos 300 personas ha muerto en Samar y otras 2.000
se encuentran desaparecidas. El 80% de Baco, una ciudad de 30.000 habitantes en
la provincia de Mindoro Oriental, en la isla de Mindoro, está inundado, según
Naciones Unidas.
Estados Unidos ha enviado a 90 marines y marineros a Filipinas, como parte
de una primera oleada de ayuda militar. Grupos de ayuda humanitaria
estadounidenses también han puesto en marcha campañas de apoyo. Uno de ellos,
World Vision, asegura que un envío de mantas y toldos de plástico llegarán
desde Alemania el lunes, dentro de un plan para ayudar a 400.000 personas. La
Comisión Europea contribuirá con tres millones de euros a las regiones más
afectadas.
En España, las ONG que trabajan habitualmente con Filipinas, como Acción
contra el Hambre (AcH) e Intermón Oxfam, se han movilizado también. AcH va a
enviar ocho toneladas de material de emergencia en el vuelo organizado por la
Agencia Española de Cooperación Internacional, que tiene previsto salir hoy. La
ONG centrará sus esfuerzos en la distribución de agua potable. Intermón ha
enviado un grupo de expertos para evaluar las condiciones del agua y el
saneamiento en las islas de Bohol, Samar y Leyte.
A pesar de que el Gobierno evacuó a unas 800.000 personas antes de la
llegada de Haiyan, el impacto ha sido descomunal. Mucha gente se refugió en
escuelas, iglesias y edificios gubernamentales que no aguantaron la fuerza del
viento y el embate de las aguas.
Para empeorar la situación, una borrasca tropical –cargada de lluvias- se
acerca a la zona. Se calcula que llegará el martes. Los meteorólogos aseguran
que podría provocar nuevas inundaciones en las zonas afectadas.
Incluso para Filipinas, que se ve castigada por unos 20 tifones cada año,
la catástrofe es esta vez de proporciones descomunales. Los vientos de Haiyan
se encuentran entre los más fuertes nunca registrados, y, si se confirman las
previsiones, ha matado a muchas más personas que otros supertifones. Sería el
peor desastre natural jamás registrado en el archipiélago de 7.000 islas.
La tormenta más dañina hasta la fecha en Filipinas, Thelma, provocó 5.100
muertos en el centro del país en 1991. El desastre natural más grave se produjo
en 1976, cuando un terremoto de magnitud 7,9 provocó un tsunami en el golfo
Moro en el sur del país, que mató a entre 5.000 y 8.000 personas. El año
pasado, el tifón Bopha devastó tres poblaciones, dejó 2.000 muertos y
desaparecidos y causó daños cifrados en más de 1.000 millones de dólares en la
isla sureña de Mindanao.
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