El Papa Benedicto XVI. |
ROMA
(ANB / PL).- El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi,
aseguró hoy que ninguna enfermedad llevó al papa Benedicto XVI a renunciar al
ministerio de Obispo de Roma que le fue confiado por elección cardenalicia en
abril de 2005.
No resulta ninguna
enfermedad en curso que influya en esta decisión, aunque el mismo papa ha dicho
claramente que en los últimos meses se dio cuenta de no tener el vigor
necesario, expresó el vocero.
De acuerdo con
Lombardi, el Sumo Pontífice no renunció por las dificultades de su papado y la
decisión los tomó por sorpresa, en una señal de que incluso sus asesores más
cercanos desconocían su postura.
Apuntó que Benedicto
XVI tiene casi 86 años, -los cumple el 16 de abril próximo-, y es normal que en
personas de esa edad se produzca una dismunución de las fuerzas físicas.
En los últimos meses,
ha visto un declive en el vigor, tanto de su cuerpo como de su espíritu, dijo
Lombardi a la prensa, y agregó que fue una decisión personal tomada en plena
libertad, que merece el máximo respeto.
La sede de San Pedro
quedará vacante el próximo 28 de febrero y a partir de este momento la cuestión
será irreversible, según establece el código canónico.
Este lunes Lombardi
señaló que la dimisión del papa es una situación del todo inédita, pues la
última renuncia de un pontífice corresponde a muchos siglos atrás.
Durante su pontificado
Benedicto XVI, que sucedió como obispo de Roma a Juan Pablo II, realizó una
férrea defensa de la ortodoxia católica y trató de reconciliar al mundo de la
fe y de la razón en una Iglesia marcada por escándalos, como el de la
pedofilia.
Las revelaciones y
denuncias en numerosos países contra religiosos por haber cometido durante
décadas abusos sexuales a menores lo llevaron en varias ocasiones a pedir un
perdón público a las víctimas.
En un viaje realizado a
Portugal en mayo de 2010, reconoció que la mayor persecución para la Iglesia no
venía de sus enemigos externos sino de sus propios pecados y prometió que los
culpables responderían ante Dios y la justicia ordinaria.
Debió afrontar otro
escándalo en 2012, cuando las filtraciones de documentos confidenciales
llevaron al arresto de su propio mayordomo, Paolo Gabriele, en un caso
sintomático de las luchas intestinas en la Curia, que recibió el nombre
mediático de Vatileaks.
Cuestionado por sus
detractores debido a su membresía a las Juventudes Hitleristas, en varias
ocasiones, como cardenal y como Sumo Pontífice, denunció la inhumanidad del
régimen nazi y destacó el carácter involuntario de su afiliación juvenil.
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