Otro
año a la intemperie
Por: Rolando Carvajal
LA PAZ, BOLIVIA (ANB / Erbol).- La casi milenaria chullpa aymara de Chijipata, donde abunda
el pasto de altura, está a 11 minutos del complejo Strongest, en Achumani, y a
18 de Calacoto, en la zona sur de la ciudad de La Paz.
Aparece
hermosa al nacer el sol y subir lentamente, contrapuesta al paisaje erosionado
de columnatas talladas por el viento, y
mucho más majestuosa en su desafío hasta ahora indeclinable ante las
adversidades.
Pero
sobre todo es única e irremplazable en su legado como solitaria testigo
monumental del mundo tiwanakota tardío y del temprano pre Inca en el valle
paceño.
Otras
escasas torres funerarias edificadas
desde 1.200 dC para las élites prehispánicas subsisten en Achocalla (quizá dos,
datadas por el bolivianista finlandés Marti Pärssinen), o Pacajes (Condor Amaya) y Carangas (río Lauca)
y el altiplano centro-sur o los valles interandinos del antiguo Collao.
De
unas 160 a fines del siglo XX quedaban 70 hacia el 2002 cuando el arqueólogo
Jedu Sagárnaga llamó la atención sobre los chullpares de Condor Amaya sometidos
a la intemperie
Pero
en la jurisdicción del municipio de La Paz no queda otra más que ella.
TERCA,
SOLITARIA
A
merced del tiempo y los elementos, y no sólo abandonada sino maltratada en su
inermidad por la cultura, la sociedad y la política locales que han dado fin
con sus hermanas aledañas (la penúltima fue arrasada el 2008), la única chullpa
de la ciudad resiste todavía –de pie aún, golpeada por el granizo y las lluvias que cada año se llevan un poco
de ella, o el sol inclemente y el viento que la erosionan todos los días– el
embate adicional de la modernidad y el crecimiento de la mancha urbana a fuerza
de retroexcavadoras.
Sobrevive
sin ayuda de nada ni de nadie… como hace 800 años que es la data promedio de su
majestuosa antigüedad, semi escondida, ahora, en medio del empedrado de calles
carcomidas por torrentes y acequias, un galpón extraño y abandonado, un
cementerio cercano y decenas de viviendas con techos de calamina y muros de
barro salpicadas por varias residencias de acabado reciente, entre vacas
errantes, cerdos insaciables y perros vagabundos.
Hace
casi tres meses, el 17 de diciembre, el Concejo Municipal llamó la atención
sobre el grave riesgo en que se encuentra esta importantísima pieza del
patrimonio histórico y arqueológico.
Recomendó
al alcalde Luis Revilla adoptar “a la
brevedad posible las medidas necesarias para proteger, preservar estudiar
difundir y valorizar dicho invalorable legado cultural y colectivo”.
“Su
salvaguardia constituye obligación del gobierno local”, advirtió el Concejo
paceño al comenzar la pasada época de lluvias.
La
torre funeraria ha perdido en los últimos años una parte de su bóveda falsa
pero conserva la puerta mirando hacia la salida del sol desde su parapeto de
3.500 metros en la meseta de Chijipata, barrio de Kellumani, al borde noreste
de la zona sur de la ciudad, que como otras del Valle, alberga sitios
arqueológicos también en Achumani, Ovejuyo y otros distritos aledaños.
¿MANOS
A LA OBRA?
La
respuesta del Ejecutivo llegó mucho después de los 15 días hábiles establecidos
por norma, tras las fiestas de Alasitas y el Carnaval, así que con base en un
informe interno del 16 de enero pasado, el secretario municipal de Culturas
convocó el 28 de febrero a cuatro directores y otros funcionarios para debatir
soluciones
Faltaron
a la cita la dirección de Asuntos
Jurídicos y la subalcaldía de la Zona Sur, que hasta el 16 de febrero no habían
dado cuenta, agrega el informe al Concejo (DPCN/UPNM/N°1-010/2016), de reportes
requeridos el 1 de febrero sobre seguimiento a trámites y procesos penales por
daños al sitio arqueológico y eventual
expropiación.
Para
la dirección de Administración Territorial y Catastro, tras la recientísima
aprobación de la planimetría de Chijipata (2015) la delimitación del área
arqueológica a proteger, que cinco años antes se había propuesto en 90 metros a
la redonda, quedaría este 2016
comprimida a la sugerida el 28-nov 2011.
Es
decir, gravemente reducida a sólo un cuarto de manzano: al sur un barranco que
mira a Huayllani, al norte la única vía colindante, y al este y oeste,
construcciones “consolidadas” (de los esposos Coloma-Valera y de la familia
Casillo, citados en el informe del 16 de enero pasado) asentadas hoy en la
chullpa y sus alrededores. Todo en un espacio de unos 2.500 metros respecto de
los aproximadamente 25.000 previstos el 2011
Los
antecedentes precisan, que el 18-nov-2011 la dirección de Administración
Territorial solicitó a la de Patrimonio “revisar” consideraciones técnicas que
recomendaban no realizar construcciones en un radio de 90 m alrededor de la
torre funeraria.
También,
que en los iniciales procesos técnicos administrativos del 2008, la autoría, encubrimiento y complicidad en
destrucción del patrimonio fue atribuida a unas señoras Manta-Quispe y
Nohra-Choque, además de los Coloma-Valera, según el informe mencionado de
enero.
PROPUESTA
AL FIN
Enmiendas
más y negligencias menos, al final el Concejo tiene una propuesta para declarar
por ley local “Patrimonio Histórico Cultural” al cada vez más comprimido
espacio circundante a la edificación, en tanto se apresure la expropiación y
los vecinos desistan de su beligerancia y de tributar en municipio de Palca en
busca de protección o evasión de responsabilidades.
Se
avizora, sin plazos ni fechas fijas, un espacio educativo y cultural a
denominarse “Parque Mirador Arqueológico y Natural Municipal”, con impactos en
educación, turismo y medioambiente.
Pero
todo habrá de pasar primero por gestionar el ingreso a la actual propiedad
privada para cumplir las postergadas tareas de mitigación inmediata
avanzando en la demorada infraestructura
de protección ante el creciente deterioro.
Si de
financiamiento escaso se trata, el Alcalde no alcanzó a ejecutar el total de
presupuesto municipal 2015, y el 6 de enero pasado dijo que el saldo sumaba 28
millones de dólares. En paralelo, se prevé
recaudaciones adicionales por tributos recalculados al valor de los
inmuebles.
El
año 2008 retroexcavadoras y propietarios arrasaron con otra torre funeraria y
varias sistas líticas (tumbas también, pero de piedra) ¿Correrán el mismo fin
la chullpa de Chijipata y el resto del material arqueológico disperso en el
subsuelo?
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