Política
desarrollada en gestión de Fujimori
Protestas contra Keiko Fujimori en Lima en mayo de 2011 / REUTERS |
ESPAÑA (ANB / Información tomada de
internacional.elpais.com).- El
Gobierno peruano aprobó ayer la creación de un registro de víctimas de
esterilización forzada, una política que desarrolló la administración del
expresidente Alberto Fujimori durante su último mandato (1995-2000). La
Defensoría del Pueblo ha registrado más de 2.000 denuncias y 44 muertes por las
cirugías de la entonces denominada “anticoncepción quirúrgica voluntaria”. El
decreto que crea el registro busca “identificar el universo de personas
afectadas y garantizar su acceso a la justicia”, así como permitir su acceso a
la atención sanitaria.
En
1997, una obstetra confesó a la antropóloga estadounidense Kimberly Theidon que
cuando se acabó la anestesia en una jornada de ligadura de trompas promovida
por el Gobierno de Alberto Fujimori, cerraron las puertas para que los gritos
de dolor no espantaran a quienes aguardaban su turno. Esterilizaron a 147
mujeres en dos días. Los trabajadores de salud estaban obligados a completar
una meta de esterilizaciones que el Ejecutivo supervisaba.
La
Defensoría del Pueblo ha registrado 2.074 denuncias y 44 muertes por la llamada
“anticoncepción quirúrgica voluntaria” y, según un informe del organismo
publicado en 2002, entre 1990 y 2001 se realizaron al menos 272.028
esterilizaciones.
El
Gobierno aprobó ayer la creación del registro de víctimas de esterilización
forzada entre 1995 y 2000. El decreto supremo indica que servirá para
“identificar el universo de personas afectadas y garantizar su acceso a la
justicia” y para que sean atendidas según las disposiciones del Seguro Integral
de Salud. Además, asigna al Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables la
atención psicológica y el acompañamiento social de quienes se encuentren en el
registro.
Perú
toma esta medida para cumplir con una sentencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, a la que acudieron en 1999 los familiares de Mamerita
Mestanza, una mujer que murió tras una cirugía de este tipo sin su
consentimiento. En 2003, las partes llegaron a un acuerdo, y el Estado peruano
se comprometió a investigar y sancionar a todos los responsables, incluidos los
políticos implicados, y a reparar a las víctimas.
La
abogada Ana María Vidal, del Grupo de Seguimiento a las Víctimas de
Esterilización Forzada, comentó que “la norma no contempla otro tipo de
reparaciones, como las simbólicas o la indemnización”, es decir, no reconoce
obligaciones aún pendientes ante el fuero interamericano, “pero es un primer
paso que el Estado reconozca su obligación de atender a las mujeres afectadas
por una política pública que se implementó desde los más altos niveles de
Gobierno”.
En
2006, el Estado se comprometió a incluir en el Seguro Integral de Salud a las
mujeres víctimas de esta práctica y a sus familiares, pero según la ONG Demus
solo 83 han podido afiliarse desde entonces.
En un
libro publicado en 2014 por la investigadora Alejandra Ballón, la antropóloga
Theidon sostiene que las esterilizaciones forzadas no fueron solo un mecanismo
de lucha contra la pobreza en la población rural, sino una “guerra quirúrgica
contra las mujeres pobres” que podrían procrear niños que al crecer
supuestamente iban a sumarse al grupo terrorista Sendero Luminoso.
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