LA
PAZ, BOLIVIA (ANB / Erbol).- La fecundación se produce
cuando un óvulo y un espermatozoide se reconocen y se fusionan para formar un
embrión. Sin embargo, la forma en que se reconocen había sido un misterio hasta
ahora.
En la ciencia básica también
puede haber poesía. Si no, no se explicaría que un equipo de investigadores del
Wellcome Trust Sanger Institute (Reino Unido) haya bautizado como Juno, en
honor a la diosa romana de la fertilidad y el matrimonio, a un receptor
presente en la membrana de los ovocitos de ratas hembras y que, según todos los
indicios, también está en su equivalente humano.
No se trata de un receptor
cualquiera. Este receptor de folato, cuyo nombre científico es Folr4, es el
compañero perfecto de una proteína del semen esencial para la fertilidad, a la
que sus descubridores dotaron también de un romántico nombre, Izumo 1 (un
santuario japonés donde se contrae matrimonio). Y Juno, o el complemento
perfecto de esta proteína de la fertilidad, llevaba nueve años eludiendo la
mirilla del microscopio científico. Casi una década en la que investigadores de
todo el mundo buscaban la clave de que esa proteína del semen tuviera tanto que
decir en la reproducción.
Así, no es extraño que Paul
Wassarman, profesor del Departamento de Biología del Desarrollo y Regenerativa
del Mount Sinai Hospital (Nueva York), haya titulado 'La proteína del esperma
encuentra su pareja' al editorial que acompaña la publicación del estudio donde
se describe a Juno, aparecido en la última edición de la revista Nature.
Varios investigadores del
Wellcome Trust Sanger Institute, en el Reino Unido, afirman que han
identificado una proteína en la superficie del óvulo, a la que han denominado
'Juno' en honor a la antigua diosa romana de la fertilidad y el matrimonio, que
interactúa con otra proteína ubicada en la superficie de los espermatozoides,
lo que permite la unión de ambas células.
Esta proteína y su homólogo en
el esperma, Izumo, en honor a un santuario japonés dedicado al matrimonio, son
esenciales para la reproducción de los mamíferos, incluyendo los seres humanos,
señalaron los investigadores.
La proteína Izumo del
espermatozoide ya fue descubierta por investigadores japoneses en 2005, pero la
identidad de su equivalente en el óvulo se desconocía hasta la fecha.
"Por fin hemos resuelto un
misterio de la biología que ha permanecido oculto durante años", señaló
Gavin Wright, autor principal del estudio, publicado en la revista 'Nature'.
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