ESPAÑA (ANB / tomada de: el país).- A Uber le obsesiona la opinión del consumidor. Al finalizar
un servicio, la app de transporte privada pide la opinión del pasajero sobre el
conductor. Basta con poner de una a cinco estrellas para valorar su destreza al
volante. Si no se contesta, la siguiente vez que se abre la aplicación para
pedir que busque un coche, Uber vuelve a reclamar que se den las estrellas
pertinentes al chófer para poder hacer una nueva transacción.
En un
gran número de ocasiones, la conducción agresiva es el motivo de una puntuación
baja. Y Uber quiere saber mejor cómo es el estilo de los conductores, pero ya
no se conforma con los informes de sus clientes. A mediados de 2015, en China,
comenzó a usar los sensores de velocidad, movimiento y giro de los móviles del
conductor para saber si dan frenazos, o acelerones, si toman las curvas a
demasiada velocidad o no pasan de marcha con delicadeza. Joe Sullivan, jefe de
seguridad de Uber, explica en el blog de la empresa el porqué de esta medida:
“Los girómetros de los móviles están pensados para eso, para medir pequeños
movimientos, mientras que los GPS y acelerómetros ayudan a saber con qué
frecuencia el coche para y retoma la marcha, así como la velocidad general. Si
un pasajero se queja de que el piloto aceleró de manera apresurada o frenó de
pronto, podemos contrastarlo usando los datos almacenados de ese viaje”.
El
directivo explica que Uber va a comenzar a tomar estos datos en el resto de
países donde opera. En Houston lo hace desde finales de 2015. Con esta medida
pueden saber si un pasajero está siendo injusto en su valoración pero, además,
lo van a usar para conocer mejor cuánto se tarda en llegar realmente de un
lugar a otro. A modo de anécdota, el directivo añade que se la compañía se ha
dado cuenta de que cuando un conductor toca demasiado el móvil es porque
necesita un soporte para el coche, y se lo mandan.
Sin
embargo, su verdadera finalidad es dar toques de atención a los conductores en
caso de que sobrepasen los límites de velocidad. Según los datos del
Departamento de Transporte, en 2012 la velocidad fue la causa de uno de cada
tres accidentes en las carreteras de Estados Unidos. En ese año se produjeron
más de 10.000 decesos por choques. La siguiente causa son la distracciones. En
2013 contaron más de 3.000 muertes por este motivo. Mandar mensajes o hablar
por teléfono mientras se conduce triplica las posibilidad de sufrir un
accidente.
No es
ningún secreto que en el plan de Uber entra prescindir de los humanos
ejerciendo de pilotos en un futuro próximo. Junto a la universidad Carnegie
Mellon está desarrollando su propio coche autónomo. La valoración de la
compañía, 62.500 millones de dólares, supera el valor en bolsa de Ford y
General Motors juntas.
Desde
su lanzamiento en 2009, Uber ya funciona en más de 300 ciudades, suma millones
de descargas y ha superado los mil millones de viajes.
ESTRELLAS
COMO PROPINA
Una
de las claves del triunfo de Uber reside en terminar con una costumbre que
mantienen los taxis, la propina. El precio que indica la aplicación es la
cantidad exacta que se descontará de la tarjeta. Las estrellas han terminado en
convertirse en moneda de cambio para los que se ganan la vida con su coche.
Cuanto mejor sea la valoración, más posibilidades tienen de que Uber les
proporcione más servicios. Contar con menos de 4,3 de media es motivo para que
salte la alarma. Si se llega a cuatro durante varias semanas, la expulsión
puede estar cerca. Formalmente, no es un despido, ya que los conductores de
Uber no son trabajadores de la empresa, sino proveedores de servicios externos.
Siempre
que se le otorga a un conductor tres o menos estrellas aparece una encuesta
para explicar el motivo de tan baja valoración. No es extraño que, además, Uber
envíe un formulario por correo para saber mejor qué sucedió.
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