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miércoles, 8 de julio de 2015

EL PAPA FRANCISCO DESTACA LA INCLUSIÓN ECONÓMICA, SOCIAL Y POLÍTICA DE BOLIVIA

“Jallalla”, exclamó el Pontífice
Foto: BTV
LA PAZ, BOLIVIA (ANB / Erbol).-Con un “jallalla Bolivia”, el Papa Francisco terminó su primer discurso en territorio nacional. En su intervención, el Santo Padre destacó el avance de Bolivia en cuanto a la inclusión económica, social y política, no obstante, indicó que ese progreso requiere también de diálogo y el crecimiento de valores en las personas.    


El Papa aterrizó a las 17.11 en el aeropuerto de El Alto. Descendió del avión de Boliviana de Aviación (BoA) con un abrigo blanco que lo resguardaba del frió de la ciudad altiplánica.  

El presidente Evo Morales recibió al Pontífice con un abrazo y le entregó una chuspa tejida, que el Papa se colgó en el cuello.

Se cantaron los himnos. La canción patria de Bolivia se entonó en una zampoña y después el himno del Vaticano fue interpretado por una banda militar.    

Comenzaron los saludos. Los ministros de Estado se alinearon junto a niños vestidos con prendas autóctonas para dar la mano al Santo Padre. Cuando Francisco caminaba por la alfombra roja, los niños lo rodearon con alegría y lo acompañaron tomándolo de la mano.

El Pontífice llegó a un escenario armado para su discurso en el Campus Papal. Luego de las palabras del Presidente, tomó la palabra. 

“Bolivia está dando pasos importantes para incluir a amplios sectores en la vida económica, social  y política del país; cuenta con una Constitución que reconoce los derechos de los individuos, de las minorías, del medio ambiente, y con unas instituciones sensibles a estas realidades”, dijo el Papa.

Francisco recomendó que “todo esto requiere un espíritu de colaboración ciudadana, de diálogo y de participación de los individuos y los actores sociales en las cuestiones que interesan a todos. El progreso integral de un pueblo incluye el crecimiento en valores de las personas” y advirtió que “si el crecimiento es solo material, siempre se corre el riesgo de volver a crear nuevas diferencias, de que la abundancia de unos se construya sobre la escasez de otros”.

El Papa destacó también que la cohesión social requiere de “transparencia institucional” y “un esfuerzo en la educación de los ciudadanos”. 

Resaltó, además, los valores y expresiones de la Constitución Política del Estado y pidió custodiar a los “desprotegidos”.

“Custodiar a los que hoy son descartados por tantos intereses que ponen al centro de la vida económica al ‘Dios dinero’. Y son descartados los niños y los jóvenes que son el futuro de un país y los ancianos que son la memoria de un pueblo. Por eso hay que cuidarlos, hay que protegerlos, son nuestro futuro”, instó el Papa.

Luego, el Pontífice abordó el papamóvil que en estos momentos lo lleva al centro de la ciudad de La Paz.

Disurso completo del Papa en El Alto

Al iniciar esta visita pastoral, quiero dirigir mi saludo a todos  los hombres y mujeres de Bolivia con los mejores deseos de paz y prosperidad. Agradezco al Señor Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia la cálida y fraternal acogida que me ha dispensado y sus amables palabras de bienvenida. Doy las gracias también a los señores Ministros y Autoridades del  Estado, de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, que han tenido la bondad de venir a recibirme. A mis hermanos en el Episcopado, a los sacerdotes, religiosos y religiosas, y fieles cristianos, a toda la Iglesia que peregrina en Bolivia, quiero expresarle mis sentimientos de fraterna comunión en el Señor.

Llevo en el corazón especialmente a los hijos de esta tierra, que por múltiples razones no están aquí u han tenido que buscar “otra tierra” que los cobije; otro lugar donde esta madre los haga fecundos y posibilite la vida.
 
Me alegro de estar en este país de singular belleza, bendecido por Dios en sus diversas zonas: el altiplano, los valles, las tierras amazónicas, los desiertos, los incomparables lagos;  el preámbulo de su Constitución lo ha acuñado de modo poético: “En tiempos inmemoriales  se erigieron montañas, se  desplazaron ríos, se formaron lagos. Nuestra amazonia, nuestro chaco, nuestro altiplano y nuestros llanos y valles se cubrieron de verdores y flores”, y esto me recuerda que “el mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso  que contemplamos con jubilosa alabanza”. Pero sobre todo es una tierra bendecida en sus gentes, con su variada realidad cultural y étnica, que constituye una gran riqueza y un llamado permanente al respeto mutuo, al diálogo: pueblos originarios milenarios y pueblos originarios contemporáneos; cuánta alegría nos da saber que el castellano, traído a estas tierras, hoy convive con 36 idiomas originarios, amalgamándose, como lo hacen en las flores nacionales de kantuta y patujú el rojo y el amarillo, para dar belleza y unidad en lo diverso.

En esta tierra y en este pueblo, arraigó con fuerza el anuncio del Evangelio, que a lo largo de los años ha ido iluminando la convivencia, contribuyendo al desarrollo del pueblo y fomentando la cultura;

Como huésped y peregrino, vengo para confirmar la fe de los creyentes en Cristo resucitado, para que cuantos creemos en Él, mientras peregrinamos en esta vida, seamos testigos de su amor, fermento de un mundo mejor, y colaboremos en la construcción de una sociedad más justa y solidaria.

Bolivia está dando pasos importantes para incluir a amplios sectores en la vida económica, social  y política del país; cuenta con una Constitución que reconoce los derechos de los individuos, de las minorías, del medio ambiente, y con unas instituciones sensibles a estas realidades.

Todo esto requiere un espíritu de colaboración ciudadana, de diálogo y de participación de los individuos y los actores sociales en las cuestiones que interesan a todos. El progreso integral de un pueblo incluye el crecimiento en valores de las personas y la convergencia en ideales comunes que consigan aunar voluntades, sin excluir ni rechazar a nadie.

Si el crecimiento es solo material, siempre se corre el riesgo de volver a crear nuevas diferencias, de que la abundancia de unos se construya sobre la escasez de otros.

Por eso, además de la transparencia institucional, la cohesión social requiere un esfuerzo en la educación de los ciudadanos.

En estos días me gustaría alentar la vocación de los discípulos de Cristo a comunicar la alegría del Evangelio, a ser sal de la tierra y luz del mundo. La voz de los Pastores, que tiene que ser profética, habla a la sociedad en nombre de la Iglesia madre, porque la iglesia es madre y la habla desde su opción preferencial y evangélica por los últimos, los descartados, los excluidos. Esa es la opción preferencial de la Iglesia.

La caridad fraterna, expresión viva  del mandamiento nuevo de Jesús, se expresa en programas, obras e instituciones que buscan la promoción integral de la persona, así como el cuidado y la protección de los más vulnerables.

No se puede creer en Dios Padre sin ver un hermano en cada persona, y no se puede seguir a Jesús sin entregar la vida por los que Él murió en la cruz.

En una época en la que tantas veces se tiende a olvidar o tergiversar los valores fundamentales, la familia merece una especial atención por parte de los responsables del bien común porque es la célula básica de la sociedad, que aporta lazos sólidos de unión sobre los que se basa la convivencia humana y, con la generación y educación de sus hijos, asegura el futuro la renovación de la sociedad.

La Iglesia también siente una preocupación especial por los jóvenes que, comprometidos con su fe y con grandes ideales, son promesa de futuro,  ‘vigías que anuncian la luz del alba y la nueva primavera del Evangelio’, decía Juan Pablo II. Cuidar a los niños, hacer que la juventud se comprometa en nobles ideales, es garantía de futuro para una sociedad. Y la Iglesia quiere una sociedad que encuentra su reaseguro cuando valora, admira y custodia también a sus mayores, que son los que nos traen la sabiduría de los pueblos, custodiar a los que hoy son descartados por tantos intereses que ponen al centro de la vida económica al ‘Dios dinero’. Y son descartados los niños y los jóvenes que son el futuro de un país y los ancianos que son la memoria de un pueblo. Por eso hay que cuidarlos, hay que protegerlos, son nuestro futuro

La Iglesia hace opción por ir generando con este cuidado una “cultura memoriosa” que le garantiza a los ancianos no solo la calidad de vida en sus últimos años sino la calidez, como bien lo expresa la Constitución de ustedes.

Señor Presidente, queridos hermanos y hermanas, gracias por estar aquí. Estos días nos permitirán tener diversos momentos de encuentro, diálogo y celebración de la fe. Lo hago alegre de estar en esta patria que se dice a sí misma pacifista, patria de paz y que promueve la cultura de la paz y el derecho a la paz.
 

Pongo esta visita bajo el amparo de la Santísima Virgen de Copacabana, Reina de Bolivia, y a Ella pido que proteja a todos sus hijos. Muchas gracias y que el Señor los bendiga. Jallalla Bolivia.

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