Avance
histórico
LA
PAZ, BOLIVIA (ANB / Tomado de Elpais).- Todo comenzó escuchando una conferencia
que pasó sin pena ni gloria para Jef Boeke.
El ponente era el investigador de
la Universidad de Stanford Ronald Davis, reconocido por sus colegas como un
visionario científico. Pero sus palabras sobre la posibilidad de crear una
levadura cuyo genoma estuviese fabricado por completo en un laboratorio a
partir de las moléculas químicas básicas del ADN compradas en botes de plástico
no estimuló en absoluto a Boeke. Fue dos años más tarde, en 2006, cuando una
conversación de cafetería con el experto en modificación de ADN Srinivasan
Chandrasegaran en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (EEUU) cambió las
cosas para Jef Boeke. Y ahora también las ha cambiado para la historia de la
Biología.
Boeke, que acaba de cambiar su puesto en la Johns Hopkins
por la dirección del Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York, y
Chandrasegaran acaban de crear el primer cromosoma complejo fabricado desde
cero en el laboratorio y han demostrado que cumple las mismas funciones que uno
natural y que no interfiere en la vida normal de la levadura del pan
('Saccharomyces cerevisiae') que usaron como modelo. El trabajo, recién
publicado en la revista 'Science', supone un hito científico que ha sido
comparado por los expertos con la secuenciación del genoma humano y que abre la
puerta al diseño de microorganismos capaces de producir biocombustibles,
vacunas o muchos de los compuestos usados por la industria química.
Pero en realidad supone un salto conceptual que va mucho
más allá. La genómica actual, incluida la sintética avanzada por científicos
como el padre del genoma humano y autor del primer genoma artificial de una
bacteria, Craig Venter, o por el polémico y genial investigador de Harvard
George Church, se ha basado hasta la fecha en obtener copias artificiales de lo
que la naturaleza ha producido tras millones de años de evolución. Sin embargo,
al margen de la complejidad del mero hecho de fabricar el cromosoma de un
organismo eucariótico -cuyas células poseen un núcleo donde albergan el ADN
ordenado en cromosomas complejos-, la gran aportación de Jef Boeke es
precisamente que 'su' cromosoma difiere en gran medida de lo que la Selección
Natural ha tallado durante milenios.
Genes 'saltarines'
«Nuestro genoma está diseñado en gran medida por
ingenieros genéticos. Le hemos introducido miles y miles de cambios, así que es
muy diferente del cromosoma natural», explica Jef Boeke a EL MUNDO. «Lo que se
ha hecho hasta ahora en Instituto Venter está muy enfocado a reconstruir una
réplica casi exacta de lo que ocurre en la naturaleza. Y eso es muy diferente
de lo que hemos logrado nosotros», asegura el investigador.
Desde el punto de vista de la teoría científica, este
logro aporta una potentísima nueva herramienta para ahondar en la Biología más
básica. Para Boeke, va a permitir aprender "cómo los genes interactúan
entre sí y como trabajan juntos para hacer que la Biología ocurra. Esa es la
principal razón por la que yo estoy haciendo esto", asegura el autor. La
segunda gran aportación son las aplicaciones prácticas. "En un mundo en
transición desde la economía del petróleo a una 'economía Bio' vamos a
necesitar la ayuda de la biotecnología para fabricar muchos productos que hoy
en día obtenemos del petróleo. Creo que la levadura va jugar un papel muy
importante en este campo y poder codificar la información que queramos es una
manera muy eficiente de mejorar las propiedades de una levadura
específica", vislumbra Boeke.
Los resultados que acaba de publicar el equipo liderado
por Boeke y Chandrasegaran son el primer paso de un gran proyecto internacional
para fabricar los 16 cromosomas que posee la levadura 'Saccharomyces
cerevisiae', el microorganismo que se utiliza en la elaboración de productos
como el pan, la cerveza o el vino. En concreto, utilizaron como modelo el
cromosoma 3, uno de los más pequeños con más de 316.000 pares de bases, la
unidad básica del ADN. Pero, después de pasar por la factoría de genomas de
Boeke, el nuevo fragmento genético ni siquiera llegaba a las 274.000 pares de
bases.
"Hemos introducido una larga lista de cambios",
dice Boeke. "Hemos eliminado una gran cantidad de ADN que creíamos que no
era esencial para la levadura. Son secuencias repetitivas que algunos
científicos llaman genes saltarines o ADN móvil, que no afectan a la actividad
genética ni a la viabilidad de la levadura". De hecho, estas secuencias
llamadas repetidas lo son precisamente debido a la acción de estos llamados
genes saltarines ('jumping gene segments', en inglés). Estos arrastran parte de
la cadena de ADN que hay junto a ellos y tras saltar de un sitio a otro del
genoma a lo largo de miles de años de evolución terminan por producir
secuencias redundantes que no codifican información genética alguna y que
pueden ocupar regiones muy extensas en el ADN de algunos organismos.
Un equipo con 50 estudiantes
Según cuentan los propios autores, además han insertado
pequeñas secuencias de ADN en sitios clave que les permiten transformar el
cromosoma original de la levadura añadiendo un determinado compuesto químico.
"Podemos generar miles y quizá millones de cromosomas derivados del
natural cada uno con diferentes propiedades y diferentes estructuras",
dice el autor principal. "En mi opinión esto es lo más interesante que
hemos logrado en este trabajo". De una forma sencilla, esto permite a los
científicos encender y apagar determinadas variantes de la levadura en función
de lo que deseen en cada momento de una investigación o de una aplicación
industrial.
Resulta paradójico pensar que uno de los mayores avances
de la historia reciente de la Biología haya sido posible gracias al trabajo de
casi 50 estudiantes. Pero esa fue la única manera que encontró a su alcance Jef
Boeke para lograr construir de la nada cada uno de los pequeños fragmentos
iniciales de apenas 750 pares de bases que sirvieron de primer paso para
fabricar el primer cromosoma complejo artificial de la historia.
Tras un "periodo oscuro" en el que Boeke
encargó ese trabajo a una compañía privada que terminó por crispar los nervios
del investigador debido a los constantes retrasos en los plazos de entrega, el
ahora director del Langone Medical Center transformó "toda esa tensión en
inspiración", según cuenta. Decidió crear un curso de verano en la
Universidad Johns Hopkins donde trabajaba entonces bajo el título 'Construye un
genoma'. El proyecto fue creciendo y en cerca de siete años de entrega de cerca
de 60 aún estudiantes de Biología que pasaron en el laboratorio incluso las
noches del viernes la secuencia estaba completa y, tras la aportación de los
científicos senior, el cromosoma estaba ya fabricado y funcionando en una
célula de levadura real. Tal y como vislumbraba en 2004 el visionario Ronald
Davis.
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