La primera vez que notaron caracterísitcas femeninas en los peces macho fue en la década de los 90. |
ESPAÑA (ANB / Tomado de BBC).- ¿Se preguntó alguna vez a dónde van a parar los residuos de
estos fármacos una vez cumplida su función?
Los
seres humanos eliminamos gran parte de los medicamentos que ingerimos a través
de la orina.
La
orina va a parar a las cloacas y, tras atravesar un imperfecto sistema de
purificación, los desechos regresan a los ríos que nutren el planeta.
Aunque
las concentraciones de fármacos en el agua son bajas, las consecuencias no
distan de ser preocupantes: desde peces macho que adquieren características
femeninas, hasta aves silvestres que pierden las ganas de comer, sin mencionar
poblaciones enteras diezmadas de peces u otros organismos acuáticos.
Es
más, según una serie de estudios recientes sobre el impacto de la contaminación
farmacéutica en la vida silvestre, el uso cada vez más amplio de drogas,
diseñadas para ser biológicamente activas en dosis bajas, puede ser una de las
causas de la crisis global de la vida silvestre.
"Dado
que las poblaciones de muchas especies que viven en paisajes alterados por el
hombre se están reduciendo por razones que no podemos explicar completamente,
creemos que es hora de explorar nuevas áreas como la de la contaminación
farmacéutica", afirma Kathryn Arnold, científica de la Universidad de York
en Reino Unido, en referencia a la falta de investigaciones sobre el tema.
Para
los seres humanos, sin embargo, la presencia de fármacos en el agua en baja
concentración no representa un problema: tendríamos que tomarnos entre 10 y 20
millones de litros de agua del grifo para ingerir suficiente medicación para
aliviarnos, por ejemplo, de un dolor de cabeza.
En el
caso de los peces, la historia es otra.
Machos
femeninos
John
Stumper, biólogo de la británica Universidad de Brunel, fue uno de los primeros
en estudiar los peces macho con características femeninas descubiertos en la
década de los 90.
"Lo
primero que descubrimos fue que había muchos peces en los ríos que tenían en la
sangre una proteína que se conoce comúnmente con el nombre de yema. Los
estrógenos son los que controlan la síntesis de esta proteína en el hígado
", explica Stumper.
Lo
que descubrimos fue que los machos -que no producen cantidades significativas
de estrógeno, y por ende no tienen yema- tenían concentraciones elevadísimas de
esta proteína. Sobre todo, aquellos que vivían en ríos cerca de una planta de
aguas residuales", explica.
La
presencia de fármacos en el agua también redujo la población de peces, según
estudios.
"Como
era un cambio relativo al sexo, pensamos que podía tratarse de una hormona y
dado que los machos se estaban tornando más femeninos y no al revés (hembras
con características masculinas), pensamos que la causa podía ser el
estrógeno".
Stumper
estaba en lo cierto, investigaciones posteriores confirmaron que los
anticonceptivos son los responsables de estos cambios.
Lo
que ocurre, añade el biólogo, es que "a nivel molecular, los peces son
extremadamente similares a nosotros". Así que casi todas las drogas para
los seres humanos, tienen un efecto en los peces.
Pero
los anticonceptivos no son los únicos que generan un problema ambiental. Los
antidepresivos, cada vez más recetados por los médicos, también lo son.
De
acuerdo a un reporte de Anette Kuster y Nicole Adler, de la Agencia Ambiental
Federal de Alemania, las drogas más peligrosas para el medioambiente son
"de los productos medicinales para los seres humanos las hormonas, los
antibióticos, los calmantes, los antidepresivos y los fármacos para combatir el
cáncer".
De
las drogas veterinarias, el informe destaca las hormonas, los antibióticos y
los antiparasitarios.
Aves
sin apetito
Al
igual que las hormonas sexuales sintéticas, los antidepresivos se disuelven en
grasa (no en agua). Por ello, pueden ingresar en la corriente sanguínea de los
organismos expuestos a aguas contaminadas.
Esto,
según un estudio que tiene previsto publicarse a fines de este mes, reduce la
capacidad de alimentarse de los estorninos.
Kathryn
Arnold, de la Universidad de York analizó cómo el Prozac afecta a estas aves,
que se alimentan de orugas, gusanos y moscas, en zonas de tratamientos de aguas
residuales.
Estos
organismos se alimentan a su vez de lo que encuentran allí, que contiene altos
niveles de fármacos, sobre todo Prozac.
Según
dijo Arnold, "estas aves tienden en invierno a ingerir un buen desayuno
primero, luego pican durante todo el día y comen bien antes de que llegue la
noche".
Bajo
el efecto del antidepresivo, no hacían esto: en vez de hacer dos grandes
comidas, "picaban todo el día y, en total, comían menos".
"Este
comportamiento puede afectar la manera en que mantienen su peso, los riesgos
que toman o no para buscar comida y como socializan".
"Son
todas estas pequeñas y sutiles variaciones las que se van sumando y, a la larga,
comprometen potencialmente la supervivencia de una especie", explica la
investigadora.
¿Uso
excesivo?
Si el
problema se inicia en las aguas residuales, quizá la solución radique en buscar
la forma de reducir la presencia de residuos farmacológicos en los ríos y
riachuelos.
Se
puede, por ejemplo, desarrollar métodos más eficientes para tratar el agua.
Pero esto puede resultar costoso, y generar un gasto energético demasiado
elevado.
En
opinión de Ole Phal, profesor de la Universidad Glasgow Caledonian, es
importante pensar en una aproximación más informada en cuanto al diseño y al
uso de los fármacos.
El consumo de Prozac afectó el apetito y los hábitos de socialización de algunas aves, como el estornino. |
"¿Estamos
tomando demasiados? ¿Los usamos de manera correcta? ¿Hay alguna manera más
amigable con el medio ambiente para deshacernos de ellos?, dice Phal.
En
todo caso, concluye que "deberíamos reflexionar sobre el uso que hacemos
de los fármacos".
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