LA
PAZ, BOLIVIA (ANB / Sitio DW).- La selección de Joachim Löw
derrotó por 1-0 a Argentina y se quedó con la Copa del Mundo disputada en
Brasil. Son los primeros europeos en lograr esa hazaña en América.
Cuando un equipo sale con siete
defensas, es difícil que consiga ganar. A veces se da la casualidad de que
anotan un gol y se van a casa con la satisfacción de la tarea cumplida, pero en
la final de un Mundial es difícil. El planteamiento táctico ofrecido por
Argentina en el partido decisivo que perdió por 1-0 con Alemania fue más o
menos ése: acumular hombres en labores defensivas y confiar en alguna
genialidad de Lionel Messi, en la efectividad de Gonzalo Higuaín o en alguna
iluminación de otra de sus estrellas, para que valiera la pena. Antes resultó.
Con Alemania no.
El partido, jugado en el
Estadio Maracaná, fue una lucha de planteamientos, casi como una partida de
ajedrez donde unos buscaban anular a la pieza más importante de Argentina
(Messi, por si fuera necesario aclararlo), mientras los otros intentaban evitar
que les anotaran un gol, manteniendo a buen recaudo el arco defendido por
Sergio Romero, de correcta actuación. Eso redundó en un partido trabado, con
mucha pierna fuerte pero, paradójicamente, también con muchas opciones de gol.
Los atacantes debieron extremar
sus recursos en búsqueda de una anotación que desnivelara el marcado. Un error
de Toni Kroos en el minuto 20 casi termina en un gol de Higuaín, pero el
delantero argentino sufrió un ataque de pánico escénico y mandó la pelota lejos
del arco de Manuel Neuer. El mismo delantero anotó posteriormente, pero su
tanto fue anulado por fuera de juego, y corrió unos 100 metros antes de notar
que todo estaba invalidado. Y no hubo mucho más para los sudamericanos.
Ganó el que más buscó
Messi, opaco, ajeno, tuvo un
par de genialidades que no terminaron en nada concreto. En estos partidos,
además, es difícil especular: los nervios, las instrucciones, la presión, hacen
que los planteles jueguen limitados, preocupados, y muchas veces eso se nota en
el cumplimiento cabal de las instrucciones. Un ejemplo: en el minuto 42 Thomas
Müller lanzó un centro al área argentina, donde siete defensores más el
arquero, esperaban la pelota. La desesperación por no recibir un gol le pasó la
cuenta a los dirigidos por Alejandro Sabella.
El partido, por eso mismo, era
un juego que estaba para cualquiera de los equipos. Ninguno lograba imponer su
dominio sobre el otro. Esto no era un Alemania-Brasil, donde una de las
selecciones sencillamente pasó por encima de la otra. Acá no. Y a medida que se
acercaban los penales, el juego brusco se apoderó del partido. Alemania salió
al ataque en los tiempos de alargue y obligó a Argentina a usar la pierna más
fuerte para controlar las arremetidas germanas. Incluso Bastian Schweinsteiger,
especialmente golpeado en esta ocasión, salió sangrando en una ocasión.
Pero Alemania buscaba y buscó
más, intentando siempre resolver el crucigrama planteado por Argentina. En los
registros dirá que la respuesta a todas las dudas de Joachim Löw estaba en el
banco, desde donde saltaron al césped André Schürrle y Mario Götze para cambiar
la historia. Fue una corrida del hombre del Chelsea la que terminó en un centro
que Götze, quizás el alemán más técnico de esta nómina, controló con el pecho y
la mandó al fondo de las redes. Corría el minuto 113. Tras este golpe,
Argentina se fue al ataque con desesperación. Si hubieran jugado así todo el
partido, seguramente otra sería la historia. Pero no.
En Argentina muchos esperaban
que esta selección escribiera una página gloriosa de su ya admirable registro y
repitiera lo conseguido en 1986 con Diego Armando Maradona al frente. Pero, en
honor a la justicia, Argentina fue un equipo que mostró poco a lo largo del
torneo, si bien fue creciendo partido a partido. La historia más bien dirá que
Messi no alcanzó las glorias mundialeras de Maradona porque en la final de
Brasil 2014, el 10 del Barcelona estuvo lejos de lo que sus hinchas esperan de
él. La historia dirá que Alemania derrotó a Argentina, rompió la racha negra de
los europeos en América y fue un justo campeón, por lo exhibido durante todo el
Mundial. El retorno a casa será con una estrella más, la cuarta, en el
palmarés. Nada de malo.
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