ESPAÑA (ANB / tomada de: elpais).- Algunas noches Abrahán Guirao tiene miedo a morir.
Un temor
que crece al acostarse: “Así fue como falleció mi padre: una noche se metió en
la cama muy flojo y nunca despertó”, recuerda Guirao, que tiene 31 años. Como
toda su familia, nació con una mutación genética que le provoca una distrofia
muscular degenerativa; todos los músculos de su cuerpo van perdiendo fuerza
poco a poco. “Va siempre con nosotros, en nuestros genes, y cuando se
despierta, empiezan los problemas”, explica. La mutación lleva acompañando a su
familia ocho generaciones —actualmente hay un centenar de personas
diagnosticadas y calculan que unas 200 tienen el gen alterado—, pero hace tres
algo cambió: no solo identificaron el origen de su enfermedad , sino que
descubrieron que Guirao y su familia eran prácticamente inmunes al VIH. Su
maldición genética les protegía del
virus del sida.
Con
seis años Guirao ya se dio cuenta de que no corría como los otros niños. Con
12, que le costaba subir escalones. A los 24 requirió los servicios de la silla
de ruedas en la que se desplaza actualmente. “Es complicado porque te cuesta
todo: caminar, sostener objetos, respirar…”, cuenta Guirao. Su padre falleció a
los 54 años, tres décadas después de que la enfermedad despertara en su cuerpo.
“Sin querer, haces cálculos, pero no te puedes obsesionar”, añade. Él no se
deja amilanar. Además de radiar los encuentros del Villarreal, el equipo de
fútbol de su pueblo natal, Vila-real, Abrahán Guirao es vicepresidente de la asociación Conquistando
Escalones, creada hace poco menos de un año. Está formada básicamente por
sus familiares: tíos, abuelos, primos lejanos… que viven en Murcia —lugar donde
nació hace ocho generaciones el paciente cero, la primera persona con esta
mutación— Alicante, Valencia, Castellón, Barcelona, Huelva e Italia. “Muchos no
nos conocíamos entre nosotros. Ni siquiera sabíamos que teníamos todos esta
enfermedad. Ahora estamos en contacto continuo”, explica Guirao.
En
2013 se identificó el gen causante de la distrofia muscular de cinturas que
sufren; la suya se tipificó como LGMD1F. Ese descubrimiento representó una
revolución. “Al identificar el origen genético de la enfermedad vieron que
afectaba a una proteína, la transportina 3, clave en la infección del VIH. Fue
toda una sorpresa”, explica José Alcami, investigador de inmunopatología del
sida en el Instituto de Salud Carlos III.
Paradójicamente, el gen mutado que afecta al linaje de Guirao les protege
frente al VIH. Ante ese descubrimiento, el Instituto Carlos III, el Hospital Vall d'Hebron, el Hospital de la Fe y la Universidad de Valencia han unido
esfuerzos para investigar las posibles aplicaciones del descubrimiento en la
búsqueda de una cura o vacuna para la infección de VIH. “En teoría es posible”,
continúa Alcami. “Si podemos bloquear la transportina 3 solamente en los
leucocitos [las células del sistema inmunológico a las que ataca el VIH] sin
que afecte a los músculos, detendríamos el virus. Esto nos muestra una nueva
diana para luchar contra la pandemia”, concluye el virólogo.
La
investigación también allana el camino para curar a toda la familia de Guirao.
“Me da mucha alegría saber que nuestra enfermedad pueda ayudar a mucha gente. También
rabia porque en mi familia llevamos sufriendo esto durante más de un siglo y
nunca se había investigado en profundidad”, reconoce Mara Guirao, tía de
Abrahán. Su dolencia es más leve que la de su sobrino; “está aletargada, pero
ahí está”, matiza. Ella también forma parte de la asociación, cuyo objetivo
final es recaudar un
millón de euros para financiar la investigación que podría curarles.
“Llevamos
25.000 euros. Pero ahora vamos a contar con el apoyo del Villarreal”, cuenta
Abrahán Guirao. La solidaridad del club de fútbol, con un mensaje de apoyo a la
causa de Vicente del Bosque, la ha conseguido él por sus contactos futboleros.
“También estamos organizando un festival de monólogos humorísticos”, añade. Él
va a estrenar uno en el que lleva trabajando varios meses. “Llevo una vida
normal. Esto no puede ser el centro de tu existencia y menos ahora que estamos
consiguiendo cosas”, explica Guirao. Y concluye: “No hay que dejarse llevar
porque si se lo permites, la enfermedad te come”. A pesar de ese ánimo y de la
posibilidad de encontrar una solución a su dolencia, a veces no puede evitar
asustarse: “En ocasiones me invade el miedo de que la cura llegue demasiado
tarde”.
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