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lunes, 16 de marzo de 2015

REVELAN QUE FELIPA ENTREGÓ OVEJAS CARA NEGRA ‘TRUCHAS’ Y DE CONTRABANDO

Algunas estaban enfermas y se murieron, señalan en Aroma

LA PAZ, BOLIVIA (ANB / Erbol).- La anciana Martha, de aproximadamente 70 años, teje y pasta sus ovejas en Irutira, Patacamaya, La Paz. Entre ellas no figura la oveja cara negra que recibió con dinero del Fondo Indígena. Ésta se encuentra amarrada en su casa porque es agresiva. La mujer tampoco sabe que es de contrabando y “trucha” porque una original (Hampshire Down) vale entre 500 a 1.000 dólares, y la que tiene ronda los 600 bolivianos en la Feria de Lahuachaca. Recuerda que la oveja le fue entregada por la candidata del MAS a la Gobernación de La Paz, Felipa Huanca, en calidad de Secretaría Ejecutiva de las “Bartolinas”.

Martha cree o la hicieron creer que se ganará un premio por seguir criando su oveja cara negra. Es una de las pocas que la conserva en Irutira, las otras beneficiarias las vendieron en Patacamaya.


Recuerda que se registró en 2013 con 30 bolivianos para este proyecto gestionado por las “Bartolinas” de la provincia Aroma de La Paz, presentado al Fondo de Desarrollo Indígena Originario y Comunidades Campesinas para beneficiar con 600 ovejas a mujeres de Patacamaya, 650 a Colquencha y 650 a Ayo Ayo. Cada proyecto presupuestó un millón de bolivianos.

La exsubcentral Bartolina de Patacamaya, Tomasa Mamani, contradijo a la anciana y señaló que la cuota que pagó cada beneficiaria fue de 15 bolivianos y no de 30. 


Según el plan, las ovejas cara negra debían ser machos, mayores de seis meses, pero no muy viejos y sin cuernos, porque de otro modo no sirven como sementales y el objetivo era poblar con esta raza la provincia Aroma. 


Martha narra que su “ovejita” es mala con ella porque sólo quiere “cornearla”, y consume únicamente alfa alfa. Por esta razón, antes de salir a pastar a sus otros animales, la deja en casa amarrada con una buena cantidad de comida.

Ovejas enfermas y truchas

En Irutira, varias beneficiarias revelaron que vendieron sus ovejas porque algunas de ellas estaban enfermas o porque no se adaptaron a convivir con las criollas. Otras se murieron con “muyu muyu” (mareos), tos, “moquera” o “mal de corazón”, según contaron cinco mujeres a ERBOL y quienes pidieron no ser identificadas por temor a represalias violentas.

Una de ellas dijo que vendió su oveja en el mercado de Patacamaya a 600 bolivianos porque ya no comía y se la pasaba durmiendo, además tenía mareos. Explicó que aumentó 300 bolivianos para comprar un par de ovejas criollas.

En Cochinitos, población ubicada también en Patacamaya, varias ovejas corrieron la misma suerte, murieron con los mismos síntomas.

 Campesinos del lugar protestaron contra Felipa Huanca. Aseguraron que ella les entregó en 2013 las ovejas enfermas y sin los certificados correspondientes. No eran “originales”, dijo uno de ellos.

El represente del cantón Patacamaya, Félix Guarachi, pidió que la candidata del MAS sean investigada por las irregularidades. El campesino confesó sentirse decepcionado de Huanca, pues no cree que alguien de su “clase social” los haya engañado.


“¿Cómo alguien de nuestra propia raza nos a va engañar? Eso debería ser investigado; en esa gestión, estaba nuestra hermana Felipa Huanca, ella misma estaba en Patacamaya entregando las ovejas”, recordó el dirigente.


Son de contrabando


La semana pasada, ERBOL visitó Cochinitos, donde un buen número de beneficiarios comprobó que estas ovejas no las importaron legalmente del Perú. Son animales que entraron de contrabando y fueron comprados en Lahuachaca, que, según los campesinos, es una zona ilegal para adquirir ganado ovino cara negra a menor precio. 


 “Nos indicaron que las ovejas cara negra iban a venir de Perú, pero lamentablemente no fue así, compraron de Lahuachaca, Kulli Kulli. El que estaba a cargo de las ovejas (proveedor) nos dio a 1.200 (bolivianos) cada una, pero él compró a 600, 500 (bolivianos) cada oveja”, aseguró  el dirigente Eusebio Guarachi.

Dos campesinas informaron que la Aduana hizo un operativo tras una denuncia que recibió, pero por alguna razón desconocida no se llevaron las ovejas. “O habrá sido porque la gente no dejó”, agregó una de ellas.

Juan Pablo Vásquez, proveedor elegido por Felipa Huanca, no tenía certificados sanitarios, tal y como establece Senasag, que obliga a cumplir ciertos protocolos para el movimiento de animales. Cuando la comunidad exigió certificados laboratoriales (viral y bacteorológico), el proveedor no presentó ningún documento. 

Un funcionario del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) informó que las ovejas que ingresan de contrabando del Perú  son generalmente portadoras de un mal denominado “el apo” y que por ello los controles de importación deben ser estrictos. Con esta enfermedad pulmonar las ovejas exudan moco, pierden peso, tosen y mueren.

“Como país no tenemos identificada oficialmente esta enfermedad, es una enfermedad que existe en Perú”, subrayó Robert Gonzales, otro funcionario de Senasag. Esta versión confirma que estos animales entraron al país de contrabando.

Pese a la alerta, la dirigencia de las “Bartolinas”, comandadas por Huanca, ordenó recibir las ovejas. Y sucedió lo advertido.  Las ovejas llegaron muertas el día de la entrega y otras perecieron con los síntomas señalados días después en Calamarca, población ubicada también en la provincia Aroma, corroboró una de las exdirigentes “Bartolina” de la región. 

 
Vásquez dice que importó las ovejas del Perú 

 
Juan Pablo Vásquez señaló que algunas ovejas murieron por asfixia al ser trasladadas en camiones desde el Perú y aseguró que cada una de ellas costó hasta 1.200 bolivianos y no 500. Sin embargo, no presentó ningún documento que certifique su versión.

Comunarios entrevistados por este medio insistieron  que Vásquez entregó ovejas de contrabando, enfermos, sin garantía y con un sobreprecio de hasta 500 y 600 bolivianos por cada oveja. Según los proyectos, debía entregar 1.250 ovejas. ¿A quién benefició el sobreprecio? ¿Sólo a Vásquez? Preguntó una de las beneficiaras y apuntó al núcleo dirigencia de las “bartolinas”.

Vázquez no recordó, el momento de la entrevista, cuánto llegó a ganar por estos proyectos. “No se gana de ovejas, algunos piensan que se gana el 100%, pero no es así; hay que pagar impuesto, SOS, hemos facturado, dentro de la garantía eso hemos dado (…)”, aseveró.


De acuerdo a cálculos de personas entendidas en la materia, el proveedor obtuvo alrededor 812.500 bolivianos por cada proyecto de un millón de bolivianos.

“Vean cuánto ganó si cada oveja trucha compró de contrabando a 600 bolivianos y vendió a 1.250 bolivianos al Fondo Indígena”, subrayó un dirigente.

En Cochinitos, los esposos de tres beneficiarias “Bartolinas” revelaron que vendieron las ovejas entre 500 y 600 bolivianos al mismo proveedor que, a su vez, revendió estos animales al Fondo Indígena a 1.250 bolivianos cada una para que las entregue a otra comunidad, aseguraron. 

“Eran las mismas ovejas porque tenían una señal en sus orejas, tenían sus aretes, con esos aretes fueron entregados a otra comunidad”, señaló un campesino.

“Entonces ganó más el proveedor si las mismas ovejas que vendió a 1.250, las recompró de las beneficiaras a 250, 300, 500 ó 600 y las volvió a vender al Fondo a 1.250 bolivianos para que los entregue a otras comunidades (Patacamaya y Calamarca)”, expresó otro dirigente.

Vásquez intentó negar que “sus ovejas” hayan llegado a Cochinitos. Rememoró que en esa zona el proveedor fue Julián Guanaco. Pero, éste lo negó y aseguró que Vásquez fue el responsable de la dotación.  


La subcentral de las Bartolinas, Dorotea Gutiérrez, ratificó que Vásquez fue el proveedor. Es más, recordó que él le dijo que trajeron las ovejas de Lahuachaca porque las responsables de la Comisión de Administración así lo acordaron, con lo que ratificó que Vásquez no importó los animales de Perú.

Vásquez también manifestó que en el proyecto de Patacamaya perdió dinero y que hasta la fecha le deben 17 mil bolivianos. Indicó que el proyecto demandó una inversión de 800 mil bolivianos. 


“Nos han dicho (primero) que la plata ya estaba garantizada, pero en el momento de pagar ya no tenían plata, entonces nosotros hemos salido perdiendo, me dijeron que iban a pagar en el segundo desembolso”, recordó.

Un proveedor sospechoso


Juan Pablo Vásquez fue el proveedor en Patacamaya y Calamarca. Lo acusaron de ser allegado a Felipa Huanca y señalaron que  se adjudicó los proyectos gracias a esa influencia.

Según las informaciones obtenidas en entrevistas realizadas a personas vinculadas al Fondo Indígena, Vásquez no era el único proponente, se presentó otro proveedor que reunía todos los requisitos, pero no era del círculo de Felipa Huanca por lo que quedó excluido.

Vásquez desmintió las acusaciones en su contra. Admitió que conoce a Huanca desde 2003, como dirigente de las “Bartolinas”, pero aseguró que no por eso fue favorecido para adjudicarse los proyectos de dotación de 650 ovejas cara negra para las mujeres campesinas de Patacamaya y 600 para Calamarca.


“La Felipa (Huanca) no se metía en nada. Nosotros nos adjudicamos vía convocatoria Pública. Nosotros nos presentamos como cualquier empresa, por ejemplo, por Patacamaya hemos competido tres empresas y mi técnico presentó una propuesta buena y por puntaje hemos ganado”, declaró a Erbol.

Otras personas entrevistadas explicaron que Huanca y sus dos colaboradoras, Sonia Carvajal y Elizabeth Quispe, generalmente entregaban tres sobres a las comisiones beneficiaras del proyecto. Dos de esos sobres “siempre contenían” propuestas de empresas o personas sin chance alguno porque no tenían la documentación completa o sufrían alguna anomalía, obligando indirectamente a elegir al postulante que ellas ya habían seleccionado previamente.

El otro proveedor fue Julián Guanaco Piré. Éste fue contratado para entregar 650 ovejas a Ayo Ayo.

Desconocen situación

 
ERBOL buscó la versión de Felipa Huanca, pero fue muy difícil ubicarla. Ante esta situación, este medio de comunicación recurrió a la dirigente de la Federación de Mujeres Campesinos de La Paz Bartolina Sisa, Sonia Carvajal, quien  indicó que en su organización desconocen que algunas de las ovejas hayan muerto en Patacamaya y Calamarca.


Dijo que como organización avalan los proyectos de sus afiliadas, pero no se hacen cargo de los mismos, puesto que los dirigentes conforman sus propias comisiones para su administración y ejecución, por tanto, son responsables del contrato de los técnicos y de la empresa proveedora.


“En el Fondo Indígena, las comisiones cumplen con un procedimiento, por eso contratan a los agrónomos y a los administradores para que hagan seguimiento a las ovejas y capaciten a todos los beneficiarios, está dentro de su proyecto”, indicó.

Sugirió que las beneficiarias vuelvan a revisar el contrato con las empresas que han entregado las ovejas para que se cumplan las garantías específicas.


“La Federación da el visto bueno, a partir de ahí todos los procedimientos administrativos se hacen en el Fondo Indígena. Las cuatro hermanas representantes legales de las comisiones cumplen su función haciendo un seguimiento, el Fondo debería orientarles y a veces no lo hace”, remarcó.    


El dirigente campesino de Patacamaya, Félix Guarachi, lamentó que “la gente no se queje” e indicó que les pidieron no reclamar “porque era un regalo del Estado”. “Pero han manejado dinero del Fondo Indígena y nos han dado ovejas ‘truchas’ ¿Por qué hacen eso? ¿Por qué el sobreprecio?”, cuestionó.

Dirigentes, conformes

María Junara explicó que los animales muertos fueron cambiados, en algunos casos, por otros, según la garantía establecida en el contrato con la empresa proveedora.
 

Juanara recordó que de 600 ovejas entregadas a 26 comunidades, 14 se murieron. Se quejó porque la gente del lugar las acusó de quedarse con el dinero del Fondo Indígena. Protestó y aseguró que como dirigentes hicieron lo posible para sacar el proyecto adelante, abandonando a sus hijos y dejando sus hogares.
 

“Nosotros día y noche hemos andado, dejando a nuestras wawas, hasta agotar nuestras fuerzas y hemos sacado (el proyecto) para las 26 comunidades. Hemos entregado a cada uno y se han ido felices. Hemos ido a ver y las ovejas están bien. Los enfermos hemos cambiado, habían enfermos, no es que no, porque con el proveedor hemos acordado una garantía de cuatro meses”, afirmó.


En Patacamaya y Calamarca confirmaron que el proyecto de dotación de ovejas no concluyó. Resta una segunda entrega de estos animales, pero no se concreta el segundo desembolso, aseguraron los dirigentes.


La exsubcentral Bartolina de Patacamaya, Tomasa Mamani, explicó que el proyecto benefició a 144 mujeres de cinco comunidades del cantón Viscachani, donde está Irutira. Recordó cuatro ovejas murieron, luego de ser entregadas, pero las cambiaron por otras. 


“Todo ha ido bien en el cantón Viscachani, algunas ovejas han muerto pero hemos cambiado. Han muerto con moquillo, nos ha dicho el Vásquez (proveedor) por mal de altura, no estaban vacunadas, pero hemos hecho vacunar y ya estaban bien”, manifestó.


Mamani aseguró que en Irutira los pobladores aún mantienen a las ovejas cara negra porque en la zona hay buen forraje para criar a este tipo de animales, requeridos por los pobladores porque es una raza mejorada.


Según los proyectos, se optó por las ovejas cara negra por la formación anatómica del animal y porque a los seis meses están listos para ser carneados. El objetivo era mejorar el ganado bovino comprando sementales.

Para Tomasa Mamani, todo va bien. Pero Martha y otras comunarias contaron que otras beneficiaras ya vendieron sus ovejas en Patacamaya. 

 
Los animales no llegaron a todas

En Cochinitos, la versión es diferente. Denunciaron que las ovejas no tenían garantías porque no les cambiaron aquellas que murieron el mismo día de la entrega.

El dirigente Eusebio Guarachi señaló que la oveja que le entregaron a su esposa, Benita, se murió, y no le dieron otra a cambio. De acuerdo con Guarachi, quienes hicieron la entrega les dijeron que “eso les tocó y era su suerte”. 


El subcentral del Cantón Patacamaya Tupac Katari, Félix Guarachi, se quejó porque las ovejas no fueron para todos sus afiliados. Se registraron 70, de un total de 100 pobladores que habitan en Cochinitos, pero sólo 15 personas se beneficiaron, denunció.


En tanto, corren estas versiones y desmentidos, la anciana Martha sigue pastando en Irutira sus ovejas, vacas, burros, ajena a todo el desfalco que sufrió el Fondo Indígena y esperando un premio que tal vez nunca llegue.


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