Ella,
política; él, albañil; ella pide limosna
ORURO, BOLIVIA (ANB / Erbol).- Florencio Magne y Emiliana Aiza son paisanos, pero presumo
que no se conocen. Él y ella son del Norte de Potosí. Florencio nació en
Pichaca, provincia Bustillo. Emiliana llegó al mundo un poquito más al sur, en
Huayraña, provincia Chayanta.
Ambos son campesinos. Ambos quechuas. Ambos de
una zona donde la miseria es moneda corriente, aunque las estadísticas
oficiales dicen que algo cambió. Ambos con suertes diferentes. Él no logra
zafar del pantano de la pobreza. Cuando trabaja como ayudante de albañil logra
hasta Bs 2.000 al mes, como cargador, mucho menos. Ella pasó técnicamente a la
clase media cabalgando sobre la política (MAS) con un ingreso mensual total de
hasta Bs. 25.000. Él no tiene aguinaldo, menos doble aguinaldo. Ella embolsará
como parlamentaria sólo en diciembre un global que ronda los Bs 50.000.
Florencio
duerme cada noche al aire libre en la parte posterior de la Terminal de Buses
de La Paz. Sí, en ese mismo lugar donde se acurrucan en cada gélida noche
paceña decenas de campesinas y campesinos pobres que vienen a pedir limosna a
la gran urbe, donde se supone que la bonanza económica está presente en cada
esquina. Tiene cinco hijos, de los cuales cuatro asisten aún al colegio. Cuenta
que su sueldo de ayudante de albañil apenas alcanza para sobrevivir.
Emiliana
Aiza es diputada del MAS desde hace nueve años. Su condición de pobreza murió
cuando ingresó a la política. Cada mes tiene un ingreso superior a los 15.000
bolivianos. La billetera de su familia crece adicionalmente entre 5.000 a
10.000 al mes por los ingresos que tienen con su esposo por sus actividades
agrícolas.
Florencio,
de 48 años, llegó hace cuatro días a La Paz. En estos últimos días ofició de
ayudante de albañil, gracias a “una amistad”. En su alojamiento colectivo, si
podría llamarse así, duermen sobre “colchones” y plásticos que rotan
solidariamente entre quienes llegan al lugar.
Echa
unas hojas de coca a su boca y narra que como agricultor no gana mucho porque,
para empezar, la tierra que dispone nos es muy grande y por tanto tiene poca
cosecha. A veces la situación se torna más
difícil aún a causa de las sequías o heladas.
Como
albañil o como cargador
En su
natal Pichaca tiene ovejas, gallinas y conejos, que según la necesidad u
ocasión los vende y logra reunir unos pesos que se esfuman rápidamente. De sus
cinco hijos, el mayor recién se casó y ya vive por su lado. Las obligaciones le
crean la necesidad de ganar más. Por ello suele viajar a Oruro y La Paz en
busca de trabajos eventuales (sin seguro de salud, sin pago a las AFP, sin aguinaldos).
Cuando no logra laburar como albañil o ayudante, trabaja como cargador, porque,
en su criterio, no se puede perder tiempo.
Sus
hijos comenzaron a estudiar en Pichaca, pero para ir al colegio deben
trasladarse hasta Llallagua, recorriendo
casi 5 kilómetros cada día. Dijo sentirse orgulloso de sus hijos, los varones
también suelen ir a Oruro, los fines de semana o feriados, a trabajar como
ayudantes de albañilería o en otras tareas. Las mujercitas realizan trabajos de
agricultura en su terreno.
¿Por
qué las mujeres vienen a pedir limosna a La Paz y a Oruro o Potosí que están
más cerca de Pichaca? “Es que no se consigue mucha ayuda, hay menos gente”,
responde.
Su
prima, Gregoria, viste un roído ajsu negro que va desde sus hombros y termina
en una falda acampanada. Es la única que acepta hablar, la mayoría evita el
contacto con timidez. Cuando pronuncia su nombre, ella arrastra el sonido de la
letra r y omite la g y dice que se llama “Regoria”.
Viene
una sola vez al año a La Paz, esa vez coincide con Navidad. Al igual que ella,
casi todas traen wawas (hijos). Si no tienen, se prestan de sus parientes para
que la gente piense que son de ellas. Cuando hay préstamo de wawas, están
obligadas a compartir lo recolectado en partes iguales. En reciprocidad, las
mujeres que se quedaron cuidan la casa y a los hijos de las que viajaron.
Generalmente permanecen entre dos a tres semanas.
Gregoria
no revela cuánto reunía cada día por las limosnas. Pero, señala que el dinero
obtenido es destinado a la compra de semillas y de productos como arroz,
azúcar, fideos y otros víveres. Ella tiene cinco hijos, de los cuales tres son
mujeres y dos, hombres. La primera ya es casada. Uno de sus hijos está en el
cuartel, los otros tres van al colegio. Ella sola sostiene su hogar desde hace
cuatro años cuando quedó viuda. Sus hijos la ayudan en el sostenimiento de la
casa trabajando en la comunidad; cuando pueden viajan a Oruro en busca de algo
eventual.
Suerte
de político
Emiliana
tiene un ingreso mensual de 15 mil bolivianos desde hace nueve años, justo
desde cuando llegó a la Asamblea Legislativa como diputada por el gobernante
Movimiento al Socialismo (MAS). Sus ingresos suben entre 5.000 a 10.000 por la
venta de sus productos agrícolas.
Ella
hace un aporte voluntario de 10% de su sueldo de parlamentaria a favor de sus
organizaciones. Señala que su familia no se resume a su esposo y a sus dos
hijos, “mi organización también es mi familia y así siempre será”.
Emiliana
tiene tres hermanos. Recuerda que quedaron huérfanos de madre cuando ella
contaba con ocho años, y de padre, cuando cumplió 10. Uno de sus tíos y su esposa, que tienen seis
hijos, se encargaron de ella y de sus hermanos.
A sus
18 años, ya era dirigente. Dos años después decidió aprender a leer y escribir
y estudio hasta terminar el bachillerato. Fue concejala el 2004 en su región,
diputada uninominal el 2005 y diputada plurinominal el 2009. Además, fue jefe
de bancada (MAS) en 2010 y 2011.
Asegura
que está decidida a seguir la lucha contra la extrema pobreza, porque conoce lo
doloroso que es esa situación. Pondera lo hecho por el actual gobierno para
mejorar las condiciones de vida de los campesinos. Considera que aún hay mucho
que hacer en esta tarea y que ella seguirá adelante en este propósito, sin
descuidar junto a su esposo sus actividades de agrícolas.
Respecto
a campesinos como Florencio y Gregoria que vienen a La Paz a pedir limosna, se
limita a responder que “eso no pasa sólo con hermanos de Potosí, también pasa
con los de Oruro y de Cochabamba”.
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