Un perro en la consulta del hospital veterinario de la UAB / CRISTÓBAL CASTRO |
ESPAÑA (ANB / tomada de: elpais).- La última morada del queridísimo perro o gato no tiene que
ser el jardín de casa. La Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de
Barcelona (UAB) quiere que los dueños de animales de compañía sopesen la
posibilidad de que también sea la mesa de disección. Se trata de un proyecto,
pionero en España, que busca aumentar las donaciones de cuerpos de mascotas
para que los estudiantes del centro puedan hacer sus prácticas.
La
opción de ceder el cuerpo de estos animales a la ciencia siempre había existido
en el Hospital Clínico Veterinario de la
UAB, explica Reyes Pla, decana de la facultad. Sin embargo, solo uno de
cada 10 propietarios se decidía a dar el paso tras conocer la situación
irreversible de su mascota. La idea del programa de donación de cuerpos de
animales es aumentar considerablemente esta cifra, aprovechando los más de
16.000 animales que allí se llevan a consulta. En un futuro se espera abrirlo a
otros mamíferos, como cerdos vietnamitas, y también a aves y reptiles.
España
siempre se ha jactado de ocupar un lugar privilegiado dentro de los rankings
que clasifican los países del mundo con más donaciones de órganos y de cuerpos
a la ciencia. Pero llegar a ser el primer país por número de entrega de órganos
y tejidos y el cuarto en cesión de cadáveres para las prácticas de formación no
fue un camino fácil. Pla reconoce que intentar hacer lo mismo con los animales
es más complicado. Especialmente cuando hay niños de por medio.
La
iniciativa está inspirada en experiencias que ya se desarrollan en centros como
la escuela de medicina de la Ross University (en San Cristóbal y Nieves) o la
Oregon State University, en Estados Unidos. El tríptico de presentación de este
último centro, lleno de fotos de gatos y perros sonrientes, intenta que la
donación escape de lo prosaico. La plantean como si al gato o al perro se les
permitiera dejar “un legado duradero” o como una forma de “honrar la vida de la
mascota”.
En la
UAB también hay razones más mundanas. “La facultad necesita más de 200 perros y
gatos para que se puedan realizar las prácticas de cada curso”, explica Pla. La
ley catalana de 2008 que prohibió el sacrificio de animales abandonados en los
centros de recogida puso fin a la principal fuente de cuerpos para prácticas
que tenía la universidad. Cada año comienzan la carrera más de 140 estudiantes.
Los
dueños de las mascotas que llegan al hospital tienen que firmar un documento de
últimas voluntades para autorizar su eutanasia. Además han de especificar el
destino de los restos o si desean que se incluyan dentro del programa de
donaciones.
No
cualquier ejemplar es aceptado, explica Dídac Segura, veterinario del hospital.
Deben tener menos de 30 kilos de peso y estar libres de cualquier enfermedad
que se pueda transmitir a humanos. El centro solo recibirá de momento animales
que hayan pasado consulta allí y cuenten con historial médico, aunque no se
descarta extender el programa a otras clínicas. “No somos una manera barata de
deshacerse de animales muertos”, aclara Pla. El sistema público de recogida de
cadáveres de Barcelona, por ejemplo, cobra 30 euros por cada servicio.
¿Qué
le espera a un animal donado? Segura explica que, siguiendo todos los
protocolos de bioética de la facultad, los cuerpos tienen básicamente dos
destinos. Una parte se dedica a las clases de anatomía, donde un mismo ejemplar
puede ser utilizado en varias ocasiones. En el caso de las autopsias o para
practicar la recogida de muestras, solo se utilizan una vez. Después los
cuerpos se incineran. “Los dueños renuncian a saber qué pasó con su animal o a
recibir el cadáver luego. Esas son las reglas”, finaliza el veterinario.
“No
somos una manera barata de deshacerse de animales muertos", aclara la
decana de Veterinaria
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