LA PAZ, BOLIVIA (ANB / ABI).- El vicepresidente Álvaro García Linera aseveró el viernes,
en la ciudad de La Paz, que Bolivia ha "renacido" gracias al impulso
que proporcionó la nacionalización de los hidrocarburos, medida dictada en mayo
de 2006, luego de cinco meses de la asunción de Evo Morales a la presidencia
del país.
"Los resultados de esa valiente
decisión del 1 de mayo de 2006 están a la vista. Bolivia ha renacido. Lo
alcanzado en 180 años de crecimiento y acumulación económica, nosotros lo hemos
alcanzado y superado en cuatro veces en tan sólo 10 años", dijo.
La nacionalización de los hidrocarburos,
una de las principales políticas del actual Gobierno, permitió recuperar los
recursos naturales y que la generación de excedentes económicos se distribuya
entre los bolivianos, mediante inversión pública y bonos sociales, a diferencia
de lo que ocurría en anteriores gobiernos cuando esos recursos salían del país.
García Linera, en la sesión de homenaje a
los seis años de creación del Estado Plurinacional de Bolivia, manifestó que el
Producto Interno Bruto (PIB) en la actualidad es cuatro veces más que el
logrado en 180 años de vida republicana.
En 2006, el PIB nominal del país ascendía a
11.384 millones de dólares, monto que se triplicó en 2015 hasta alcanzar los
34.493 millones de dólares, lo que convirtió a Bolivia en la economía más
pujante de la región.
El Vicepresidente reflexionó que si la tasa
de crecimiento alcanzada en los últimos 10 años se hubiera logrado desde 1952
hasta 2005, la economía hubiera llegado a los 100.000 millones de dólares, y en
comparación con Chile la diferencia sería de 2,5 veces y no de 8 como es
actualmente.
Puntualizó que Bolivia hoy es un país más
justo ya que la diferencia entre ricos y pobres que era de 127 veces ha caído a
39 y seguirá por ese camino.
Indicó que según la derecha opositora todos
esos resultados alentadores fueron consecuencia de la "suerte" por
los precios altos de las materias primas, cuando la verdadera suerte -dijo- fue
que esa derecha no gobernara en tiempos de precios altos, pues "nada de
esa riqueza se hubiera quedado en Bolivia".
Insistió en que lo que no fue suerte y más
bien fue decisión política fue la nacionalización de los hidrocarburos y la
distribución de la riqueza.
Aseguró que mientras la crisis económica
internacional está vigente un año y seis meses en el mundo, el crecimiento de
Bolivia sigue en promedio en 5% anual cuando en los países de la región es del
1%.
Por otra parte, cuestionó también el seudo
izquierdismo al que calificó de "deslactosado", que observa que no se
hubiera roto con el mercado capitalista y el extractivismo, sin entender que no
hay revolución social que pueda alejarse del mercado mundial, es decir, del
"intercambio mundializado de productos".
Aseveró que el socialismo no es
"aislamiento" sino "universalización de capacidades
humanas", lo que sí debe desaparecer -dijo- es que la interdependencia
esté esclavizada por el lucro, la ganancia y acumulación privada.
Relievo que tras la asunción del primer
presidente indígena (2006) la estructura colonial comenzó a desmoronarse, por
lo que nunca más habrá una Bolivia sin la presencia del movimiento popular,
obrero e indígena.
En materia de la relación con la inversión
extranjera indicó que hasta los comunistas se relacionaron y el problema radica
en que esa se apodere del país como sucedió en tiempos neoliberales.
Sobre el extractivismo, manifestó que esa
situación se usa para ocultar el problema central que es la explotación de los
trabajadores y la concentración de la riqueza, el izquierdismo -agregó- que usa
ese extractivismo colonial para criticar a gobiernos progresistas para
satisfacer las necesidades de la población.
Sin embargo, esos sectores que critican
mantienen un silencio "cómplice" frente a la pobreza, injusta
distribución de riqueza y verdadera destrucción del plantea promovida por
potencias capitalistas que acaban con la Madre Tierra por su tipo de consumo de
productos.
Ese ecologismo colonial considera que la
pobreza de los pueblos es amigable con el medioambiente y el no extrativismo de
países industrializados protege del medio ambiente.
"Detrás de esa fachada ambiental está
un tipo de ecologismo colonial que justifica el ultra capitalismo depredador
del medio ambiente y explotador del ser humano", mencionó.
En ese entendido el gran reto de las
revoluciones del siglo XXI dijo es luchar contra la explotación económica, por
la igualdad y proteger el ciclo vital de la Madre Tierra.
"Toda verdadera revolución social debe
ser ecologista y todo ecologismo revolucionario debe ser necesariamente
socialista", concluyó.
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