Aumenta
la presión sobre Trump
ESPAÑA (ANB / Fuente: El País de España).- Las conversaciones para la renegociación del Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLC) prosiguen en Montreal (Canadá) con tanta
disciplina como poca fe.
Se trata, en teoría, de una de las últimas rondas
antes de una ruptura o refundación del acuerdo que debería llegar en marzo,
pero el secretario (ministro) de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo, dejó
caer el viernes en Davos que el acuerdo podría no llegar hasta "finales de
julio". Esa ampliación del calendario pactado por los tres países –Canadá,
EE UU y México– supondría un impacto directo en las elecciones presidenciales
mexicanas de este mismo verano: la campaña, una de las más disputadas que se recuerdan,
se vería enturbiada por una renegociación embarrada por la dureza de la
Administración Trump. También se acercaría demasiado a las elecciones
legislativas de noviembre, en las que se juegan el cargo todos los congresistas
y un buen número de senadores y gobernadores de los Estados más afectados por
el TLC, muchos de ellos, eminentemente agrarios. En estas circunstancias, el
campo -uno de los nichos de votos clave para la victoria de Trump en las
elecciones de noviembre del año pasado- ha vuelto a levantar la voz y ha
advertido de las consecuencias negativas que tendría el fin del tratado.
Trump
viene de vender en Davos que uno de sus lemas preferidos –por él y por sus
votantes–, América primero, no significa América a solas y que, si esta gran
economía va bien, el resto del mundo se verá beneficiado. Incluso desde antes
de ser ungido candidato, el republicano ha pintado al TLC como una bestia negra
de la clase trabajadora estadounidense, por la competencia que supone la mano
de obra más barata, y ha repetido que no queda otra salida que un cambio
radical o el fin de un acuerdo que –y esto lo obvia el presidente– ha
multiplicado los intercambios en América del Norte y ha permitido a su país
tener en México una plataforma industrial barata y cualificada sin la que
Estados Unidos se las vería y se las desearía para competir en el mundo
globalizado.
En lo
que algunos republicanos y demócratas coinciden es que los frutos de este
acuerdo comercial se han repartido de forma muy desproporcionada. La senadora
demócrata Elizabeth Warren, referente del ala más progresista del partido, se
pronunció así el jueves: "El problema con el TLC es simple: fue diseñado
para funcionar bien para las empresas en lugar de para la gente. Tenemos la
oportunidad de reescribir las reglas para beneficiar a los trabajadores
estadounidenses".
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