MAGDALENA NO QUIERE QUE SUS HIJOS CULTIVEN QUINUA

Hace 60 años esta actividad la consume

LA PAZ, BOLIVIA (ANB / Erbol).- Magdalena Villca nació en la comunidad Chita del Ayllu Tolapampa, municipio Uyuni, del departamento de Potosí y desde muy joven se dedicó a la producción de quinua. Ya pasaron 60 años de su incursión en esta actividad “sacrificada y poco remunerada”, pese a la demanda del cereal en el mercado nacional y fuera del país en los últimos cinco años, por eso dijo no quiere que sus hijos sigan sus pasos.

Es madre de tres hijos, a quienes sacó adelante con su pareja sólo produciendo y comercializando quinua, para que puedan estudiar y elegir otro camino que no sea trabajar la tierra hasta envejecer.

En su comunidad de la provincia Antonio Quijarro, la gente sólo se dedica al cultivo del grano. Poco o nada dijo se superó, pero aseguró sentirse orgullosa de haber dado a sus hijos una educación y ahora son profesionales.

“Yo no quiero que mis hijos vivan de la quinua porque no se gana nada. Sólo sufrimos porque si no hay una buena cosecha estamos en problemas”, declaró a Erbol.

Doña Magdalena, de apariencia frágil, pelo encanecido y algo encorvada, es una mujer de pollera y delgada. Recientemente participó en la Cumbre Nacional de Productores de Quinua de Oruro y Potosí, donde se quejó de la poca ayuda de parte de las autoridades a ese sector.

“No ganamos nada y encima la helada y la sequía daña todo nuestros cultivos. Ya no cosechamos como antes y no tenemos ayuda para salir adelante”, remarcó.

Durante los 60 años, recordó que sólo en dos oportunidades llegó a vender el quintal de quinua a 1.800 bolivianos, pero ahora lo comercializa en mil bolivianos. Sin embargo, se quejó de los intermediarios porque ofrecen sólo a Bs700, aprovechando que traen quinua peruana a bajo precio el quintal.

Explicó que gran parte de sus ingresos se va a la producción de este cereal. Debe pagar entre 150 a 300 bolivianos a cinco peones durante tres días y por hectárea; tanto para la siembra, como para la cosecha. Sus recursos también se van en la compra de semilla certificada, entre otros gastos.

Pero lo más preocupante para Magdalena, es la sequía que en los últimos años bajó la producción de quinua de 10 a dos quintales. La originaria de origen aymara cuenta con 15 hectáreas y todo lo que logró en 60 años no le sirvió para salir de su comunidad y buscar mejores días en otro lugar.