Este
es un ambicioso proyecto para la medicina
ESPAÑA (ANB / Fuente:CNIO).- Tejidos dañados como los del páncreas, corazón o tejido
neuronal que se regeneren para tratar enfermedades cardiovasculares, diabetes o
neurodegenerativas. Este es uno de los ambiciosos escenarios a los que aspira
la medicina regenerativa, una de las grandes promesas de la biomedicina del
siglo XXI para el tratamiento de una larga lista de enfermedades de la sociedad
actual. El centro de atención está en el uso de células madre, capaces de
producir diferentes tipos celulares o tejidos reparadores.
El 2006 significó un antes y un después en
este campo, cuando el japonés Shinya Yamanaka consiguió por primera vez generar
en el laboratorio células madre pluripotentes —capaces de convertirse en
cualquier tipo celular, sean beta productoras de insulina (páncreas) o
cardiomiocitos (corazón), y bautizadas como iPS por sus siglas en inglés— a
partir de células adultas. Esta técnica de reprogramación celular eliminaba uno
de los grandes dilemas éticos de la época: hasta la fecha las células madre
pluripotentes solo se podían obtener a partir de embriones, y para ello había
que destruirlos.
Pero, como dice Óscar Fernández-Capetillo,
jefe del Grupo de Inestabilidad Genómica del Centro Nacional de Investigaciones
Oncológicas (CNIO), en España,, “la trastienda de esta nueva tecnología es que
el método de Yamanaka genera daño en el genoma de las células madre, lo que ha
despertado alguna duda sobre la seguridad de estas células”. Si bien el hecho
de que el método generaba daño en el ADN de las iPS era conocido, las razones
no lo eran.
Según describe un artículo publicado esta
semana en la revista Nature Communications, y liderado por el equipo de
Fernández-Capetillo, el origen del daño en el genoma de las células iPS radica
en un tipo de estrés muy particular al que quedan sometidas las células durante
la reprogramación celular: el estrés replicativo, que ocurre cuando las células
aumentan el ritmo de división.
Además, según estos descubrimientos, los
autores del trabajo han conseguido desarrollar estrategias para reducir este
tipo de estrés logrando así células madre pluripotentes con un menor daño en su
genoma.
Los resultados representan un importante
avance para el posible uso de las células iPS, ya que después de casi una
década de su descubrimiento permitirán su obtención de una forma más eficiente,
con menos daños en el ADN y potencialmente más seguras.
En el estudio también han participado los
grupos del CNIO de Telómeros y Telomerasa, dirigido por María Blasco, y de
Supresión Tumoral, liderado por Manuel Serrano; así como grupos de los
Institutos Pasteur en París, de la Universidad de Toronto o de la Universidad
Pompeu Fabra en Barcelona.
Las
naturaleza del daño en el ADN que se observa en las células iPS es motivo de
intenso debate desde hace unos años, debido a que este se asocia a
reorganizaciones de grandes fragmentos de los cromosomas que podrían ocasionar
mutaciones potencialmente peligrosas para su uso clínico.
En un trabajo publicado en Nature, el equipo
liderado por María Blasco, que contó con la colaboración del grupo de
Fernández-Capetillo, describía en 2009 cómo el daño en el ADN tenía importantes
consecuencias en la reprogramación celular al limitar el proceso y hacerlo
menos eficiente.
Ahora el equipo de Fernández-Capetillo no solo
ha puesto nombre y apellidos al origen del daño, el estrés replicativo, sino
que ha conseguido disminuirlo significativamente, lo que potencialmente mejora
la seguridad de las células madre inducidas para su uso en biomedicina.
Para reducir el daño en las células madre y
conseguir así genomas más estables, los científicos han utilizado una doble
aproximación: una genética, en la que incrementan la producción de la proteína
Chk1, reparadora de daño en el ADN cuando hay estrés replicativo; otra química,
en la que suplementan el medio del que se alimentan las células con
nucleósidos, unos compuestos que originan los ladrillos que construyen el ADN.
“De otros trabajos previos del grupo sabíamos
que un aporte adicional de nucleósidos disminuye el estrés replicativo,
seguramente facilitando la correcta duplicación del ADN a medida que aumenta el
ritmo de la división celular durante la reprogramación”, explica Sergio Ruiz,
primer firmante del trabajo.
La facilidad de esta estrategia con
nucleósidos hace que pueda implementarse de manera sencilla por los
laboratorios de todo el mundo que trabajan con iPS, y de este modo contribuir
significativamente al campo de la biología regenerativa, una de las mayores
esperanzas en biomedicina para este siglo.
El estudio ha contado con la financiación de
la Unión Europea a través del Consejo Europeo de Investigación (ERC, por sus
siglas en inglés), el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de
España, el Howard Hughes Medical Institute y la Fundación Botín y Banco
Santander, a través de Santander Universidades, entre otros.
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