ESPAÑA
(ANB / Tomado de Rtve.es).- Los ledes azules (LED) han sido
los protagonistas de los premio Nobel de Física de este año, que ha premiado el
trabajo de Isamu Akasaki e Hiroshi Amano (de la Universidad de Nagoya de Japón)
y de Shuji Nakamura, de la Universidad de California en Santa Bárbara (Estados
Unidos).
Lo curioso -a diferencia de
otros premios por trabajos más teóricos- es que su premio está ya presente en
casi todas nuestras casas, en forma de ledes luminosos que se utilizan en
algunos tipos de bombillas, faros de los coches o láseres.
Con casi un siglo a sus espaldas
-en sus versiones más primitivas- su nombre proviene de las siglas LED:
light-emitting diode, 'diodo emisor de luz'.
Los diodos son componentes
electrónicos con una sencilla característica: dejan pasar la corriente
eléctrica en un sentido pero no en el contrario. Los ledes han cambiado
bastante desde que de inventaron en 1904 -en cuanto a materiales y
características- pero esa es la idea básica.
Hoy en día se fabrican con
silicio, carbón y otros materiales. A partir de los años 50 comenzaron a
fabricarse con materiales semiconductores, como el arseniuro de galio, porque
les proporcionaba una interesante propiedad: además de dejar pasar la electricidad,
emitían luz, como las bombillas - pero sin calentarse.
Leds precursores
De aquella época muchos
recordarán los ledes rojos que se usaban en las calculadoras, cajas
registradoras, relojes y todo tipo de pequeñas pantallas con indicadores
luminosos. Les siguieron los de colores verdes y amarillos.
Sin embargo, algo importante
impedía que pudieran usarse otros colores: los ledes solo se podían fabricar en
esos tres colores porque no se habían descubierto otros semiconductores que
sirvieran para emitir una luz suficientemente vistosa en las longitudes de onda
físicas propias de otros colores.
Incluso existían los ledes
infrarrojos, que emiten la luz que "no vemos" en nuestros mandos a
distancia del televisor, pero los ledes de luces azules o blancas se mostraban
elusivas.
En busca de los leds azules
Adelantando el reloj de la
historia a los años 80 aparecen los protagonistas de esta historia: Akasaki Y
Amano, dos amigos y expertos en este campo que se dedicaban a probar
minuciosamente diversos materiales, mezclas y fórmulas químicas a diversas
temperaturas y condiciones en su laboratorio. Este trabajo fue tan minucioso y
detallado que requirió más de una década para dar sus frutos.
En 1994 se utilizó con éxito el
nitruro de galio, dopado con indio y calentado gradualmente de 500 a 1.000
grados centígrados. El resultado fue un led azul que, aunque primitivo, podía
combinarse con los amarillos ya existentes para crear luz blanca: precisamente
el tipo de luz adecuado del que gustamos para para iluminar una vivienda, una
carretera o una pantalla.
Con los años la utilidad de los
ledes ha aumentado a la par que su potencia. Además, el bajo consumo ha sido
también una de las características principales que ha disparado la popularidad
de estas pequeñas luces de colores.
Hoy en día forman sin duda
parte de nuestras vidas y qué mejor que un premio Nobel en el más puro estilo
del propuesto por el mismísimo creador del premio con claras palabras: al
"mayor beneficio a la humanidad".
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