EN COCHABAMBA
(Orden Inmaculada Concepción,
Monasterio de Pandoja)
Todo es por la providencia de
Dios
LA PAZ, BOLIVIA (ANB / Erbol).- A las afueras de la ciudad de Cochabamba, en la localidad Pandoja (Quillacollo), habitan las religiosas de la orden de la Inmaculada Concepción (Concepcionistas Franciscanas) donde vive la Reverenda Madre María de la Paz Bretel Barba, fundadora del Monasterio en Cochabamba.
Por su avanzada edad, noventa
años, no se pudo hablar directamente con ella, es así que la conocemos a través
de lo que nos cuenta la hermana
Natividad quien comienza su relato mencionando que la Madre Paz nació un 11 de
Noviembre de 1929 en el departamento de Pando, de padres bolivianos y abuelos
franceses y españoles. Cuando tenía diecisiete años ingresó al convento en la ciudad de La Paz, el año 1976
fundó el Monasterio de Tarija donde permaneció por veintitrés años, al
principio fue vicaria y al poco tiempo le dieron el título de abadesa
(superiora).
El año 2000, un grupo de hermanas
dejaron el monasterio en Tarija para trasladarse hasta Cochabamba, a la zona de
Pandoja, allí edificaron la Orden de la Inmaculada Concepción a cargo de la Madre Paz, la hermana Natividad
considera que fue una “casa de la providencia”, recuerda que el Padre Manfredo
Ramos donó el terreno y algo de dinero para empezar. De esta época recuerda a
la Madre Paz sentada frente a su máquina de escribir “con su máquina de escribir
solita empezó a redactar cartas
solicitando ayuda a diferentes instituciones así es como consiguió ayuda para
lograr construir el convento”.
Pusieron la primera piedra el 11
de febrero del año 2000 y el monasterio se inauguró el 17 de agosto del mismo año,
teniendo solamente una parte del monasterio. Fueron construyendo por etapas,
gracias al apoyo económico de familias cochabambinas y comunidades religiosas,
fue hasta el año 2002 cuando concluyeron la obra.
Crisis de vocaciones
Para Natividad como para las
demás hermanas del Monasterio, la Madre Paz es un pilar, es la figura en la
espiritualidad y valores, tiene problemas en la columna pero esto no la
debilita, perdió la vista en un ojo pero sigue leyendo, pero si hay algo que la
pone triste son pocas las jóvenes que se interesan por ingresar a un convento y
hacer vida contemplativa, las hermanas del Monasterio de Pandoja pasaron por
varias crisis vocacionales, vieron a jovencitas postulantes dejar el monasterio
y volver al mundo que habían dejado, pero hay en entusiasmo por dos jovencitas
que las visitan y tienen la esperanza
que puedan ser parte del monasterio.
La edad no es un impedimento
Las hermanas concepcionistas
realizan distintas actividades en el monasterio siendo la principal, la
elaboración de las Ostias. Aunque ha dejado la pintura y corte y confección, a
sus noventa años, la Madre Paz sigue apoyando este trabajo, selecciona las
Ostias que ya están partidas o son muy pequeñas y además, colabora con la limpieza del comedor después
de desayunar, también empaca los rosarios y denarios, “no puede estar sin hacer
nada, se encarga de la ornamentación del convento, cambia sus manteles cada
tiempo litúrgico” comenta entre risas la hermana Claudia mientras empaqueta las
Ostias.
Quienes conocen a la Madre Paz
resaltan como uno de sus rasgos más notorios e impactantes, su amor a la Virgen
María y el amor a la vocación.
“Si se encuentra a Cristo él
tiene que llenar nuestras vidas eso es muy importante…” son las palabras de la
Madre Paz quien llama a que más personas encuentren la vocación de servir al
señor.
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