Comenzó
la votación en la Segunda Vuelta
ESPAÑA (ANB / FUENTE: El País).- Brasil celebra este domingo una de las elecciones más
disputadas y trascendentales en mucho tiempo. Unos 147 millones de brasileños
están convocados a votar en urnas electrónicas para elegir al próximo
presidente entre el ultraderechista Jair Bolsonaro, de 63 años, y el progresista
Fernando Haddad, de 55 años, del Partido de los Trabajadores (PT). El antiguo
alcalde de São Paulo ha ido recortando la ventaja del exmilitar nostálgico de
la dictadura en la última semana. Este sábado la diferencia ha quedado reducida
a entre 10 y 8 puntos, según los últimos sondeos de Datafohla e Ibope.
La
medianoche del sábado al domingo terminó una campaña atípica, la más tensa,
polarizada y violenta de los últimos años en Brasil. Una batalla marcada,
primero, por unos jueces que cortaron en seco el intento de regresar a la
presidencia del favorito original, Luiz Inácio Lula da Silva, líder del
opositor Partido de los Trabajadores (PT) y encarcelado por corrupción, y,
después, por el atentado contra Jair Bolsonaro, al que un desequilibrado apuñaló
en un mitin “por orden de Dios”, según declaró a la policía. Los dos momentos
clave en un pulso que se ha librado en el terreno de las emociones, los valores
y los principios, de ninguna manera los programas políticos.
A un
lado del ring, Bolsonaro; al otro, Haddad. El capitán dio la sorpresa el 7 de
octubre en la primera vuelta al obtener el 46% frente al 29% de Haddad, el
exministro de Educación al que Lula designó como sustituto.
En la
última arenga por Facebook a sus seguidores antes de que abran las urnas
Bolsonaro hizo un discurso en el que, siguiendo el guion de Donald Trump en
Estados Unidos, acusó a sus críticos precisamente de lo que estos le acusan a
él. De mentir y de ser unos fascistas. “Nosotros combatimos el fascismo”,
proclamó el candidato que ha exhibido un discurso excluyente y ha alabado la
dictadura. La campaña termina con un varapalo para el progresista Haddad, que
lleva tres semanas insistiendo que esta elección es entre democracia y
dictadura. Ciro Gomes, de centro-izquierda, que con el 12% quedó tercero en la
primera vuelta, eludió dar su apoyo al PT: se limitó a pedir un voto “contra la
intolerancia” para añadir que tiene una razón práctica, que tampoco desveló,
para no dar ese paso al frente. Sí lo dio Joaquim Barbosa, el juez del Tribunal
Supremo que llevó el primer gran caso de corrupción contra el PT (el Mensalão),
que anunció en un tuit que votará por Haddad porque, por primera vez, un
candidato presidencial le da miedo. El candidato del PT recibió hace unos días
el “apoyo crítico” de la ecologista Marina Silva pero ella solo tiene un 1% de
las papeletas.
Tipos
duros contra intelectuales
Unos
147 millones de brasileños están convocados a votar en las urnas (electrónicas)
en la cuarta democracia más poblada del mundo. Elegirán al presidente y a los
gobernadores de 14 Estados (en realidad, 13 y el distrito federal de Brasilia)
de los 26 Estados, incluidos algunos de los más poblados y ricos como São
Paulo, Minas Gerais, Paraná, o Rio de Janeiro.
El ex
militar ha logrado capitalizar el descontento con un duro discurso plagado de
amenazas contra los adversarios políticos, las mujeres y las minorías. Muchos
han visto en él a un tipo duro que, en su opinión, hace falta para enderezar el
rumbo de este país azotado por la violencia (con un asesinato cada siete horas
en 2017) y que tímidamente sale de la recesión económica.
Las
tres semanas de campaña entre la primera y la segunda vuelta han estado
marcadas por una supuesta campaña ilegal a favor de Bolsonaro en Whatsapp y por
un viejo vídeo de uno de sus hijos donde planteaque habría que cerrar el
Congreso. La fiscalía ha abierto una investigación tras las revelaciones del
diario Folha S. Paulo sobre la campaña de empresarios afines al ultra y Eduardo
Bolsonaro pidió disculpas por unas palabras que el Supremo ha criticado con
dureza.
Haddad
había logrado relanzar su campaña, recortar varios puntos la ventaja de
Bolsonaro, con la incertidumbre aún de que este último empujón sea tardío. El
ex alcalde de São Paulo se ha rodeado en sus últimos mítines de intelectuales,
personalidades de la cultura que no necesariamente habían votado por él en la
primera vuelta, pero que consideran la victoria del ex militar nostálgico de la
dictadura un riesgo para el futuro de la democracia en el país.
En este
clima, el pragmatismo les ha llevado a seguir vitoreando a las bases del PT,
que quisieran ver en él una suerte de reencarnación de Lula da Silva, el
presidente encarcelado que le designó su sucesor, pero también a aceptar
tirones de oreja como el que le propinó el rapero Manu Brown en Rio el martes.
El músico aseguró, ante decenas de miles de personas, que no era partidario de
aquel clima festivo, en referencia al último mitin de Haddad en la ciudad
carioca, porque no había nada que celebrar, sino que había que salir a buscar
el voto de los indecisos y desencantados con los gobiernos del PT, en el poder
13 de los últimos 15 años.
Recogieron
el guante distintos colectivos, que en los últimos días se han lanzado a la
calle a captar el voto anti Bolsonaro. En el centro de Río, se podía ver el
viernes y el sábado a grupos que animaban a los transeúntes a sentarse a
discutir sobre el futuro del país. La intención era convencer con argumentos de
que se respaldase a Haddad, no por entregar el apoyo al PT, sino para evitar el
triunfo de Bolsonaro.
La
noche del viernes, el ambiente festivo se propagó en una manifestación a favor
del candidato de Lula por el centro de Rio, que se extendió a otros barrios,
como Botafogo, donde miles de personas disfrutaban de la noche carioca luciendo
emblemas y propaganda a favor de Haddad. Queda por ver si eso se traduce,
finalmente, en un vuelco ingente como el que necesita el progresista para
lograr la victoria final.
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