Falta
efectivo
LA PAZ, BOLIVIA (ANB / EL PAIS).- El adulterado entorno económico venezolano ha consolidado un
hecho insólito: la ausencia casi total de dinero en efectivo. En una nación que
sufre los efectos de una altísima inflación y que presenta embates cíclicos de
escasez de productos, la falta de dinero líquido para pagar aquello que ya de
por sí puede tener un enorme valor está convirtiendo cualquier gestión cotidiana
en una titánica tarea que exige un inusual despliegue logístico.
La
falta de billetes es tan notoria que, con mucha frecuencia, los bancos admiten
retiros que no sobrepasan los 20.000 bolívares al día (apenas unos centavos de
dólar) por usuario. La circunstancia convierte transacciones cotidianas
elementales en operaciones de complejidad: en la Venezuela actual, el
propietario de un carrito ambulante de helados puede admitir un pago a
posteriori por transferencias digitales acordado con el comprador.
El
uso de los puntos electrónicos de venta es condición sine qua non para
cualquier comerciante que quiera sobrevivir. Los cajeros automáticos permanecen
precedidos de enormes colas en demanda de efectivo. Las monedas de metal,
devoradas por el caos económico, tampoco existen. Aparcar un coche en un
estacionamiento público puede requerir una intrincada operación previa para
obtener los billetes que se necesitan para pagar el costo.
En la
evaporación del dinero en efectivo concurren algunas de las mismas causas que
han puesto en vigor el reino de la escasez en la Venezuela de Nicolás Maduro.
La primera de ellas, un poderoso punto de fuga activado por bandas de
contrabandistas y traficantes de productos que operan en la frontera con
Colombia, que suelen aprovecharse del artificio que ofrece el sistema de
subsidios y las asimetrías cambiarias promovidas por el Gobierno. Al ejercer
operaciones ilegales, estos grupos precisan de efectivo para no dejar rastro
bancario de sus coimas. Suelen contar con la colaboración o la anuencia de
funcionarios militares y civiles corrompidos.
El
economista Víctor Álvarez, premio nacional de Ciencias, opina que, además de
este factor, también se debe tener en cuenta el voluminoso trafico de
emigrantes que se desplaza hacia Colombia huyendo de la crisis, que saca los
bolívares que tiene en las manos, devorados por la devaluación, en la ciudad
colombiana fronteriza de Cúcuta, para poder cambiarlo en pesos colombianos.
Álvarez no tiene dudas de que "hay una jugada para dejar sin medios de
pago a la economía venezolana" conjurada contra el Gobierno de Maduro.
El
brutal e inédito crecimiento de los precios ha hecho posible que las medidas
anunciadas por el Banco Central de Venezuela para emitir un cono monetario
(conjunto de monedas que existen en un país) actualizado con los niveles de
inflación, con el objeto de paliar la situación, envejezcan a enorme velocidad.
Hace
poco más de un año, una vez que la inflación convirtió en obsoletos los
billetes que circulaban, el Gobierno de Maduro anunció la emisión de un nuevo
cono monetario. La gestión para lanzar nueva moneda quedó empantanada en uno de
los trámites administrativos de la Venezuela chavista. Maduro denunció la
existencia de un complot para impedir el plan. La tardanza de los nuevos
billetes generó disturbios callejeros en algunos poblados del interior del país
y su llegada a la calle se produjo en un momento en el cual el aumento de los
precios había rebasado por completo su capacidad de pago.
A
estas alturas, en lugar de emitir nuevos billetes, el Gobierno de Maduro parece
decidido a forzar el paso de toda la sociedad a adelantar el uso de
transacciones digitales. El economista José Guerra, diputado de la Asamblea
Nacional, comentaba en su cuenta de Twitter que el billete de 100.000
bolívares, que fue anunciado en noviembre y que casi no es visto en la calle,
ha perdido ya el 70% de su valor nominal. Con 100.000 bolívares un usuario
cualquiera apenas podrá pedir un café con leche sentado en una mesa.
Hace
poco, Maduro formalizó el anuncio de la denominada "billetera
virtual", que busca estimular y masificar el uso de pagos electrónicos. El
carnet de la patria, la herramienta actual para la transferencia de recursos y
la inversión en programas sociales que maneja el Gobierno chavista, tiene
código digital y centraliza la prestación de varios servicios estatales con su
uso.
Álvarez
opina que detrás del comentado anuncio de la criptomoneda del Gobierno de
Venezuela, bautizada como el petro, se desarrolla una estrategia progresiva
para desarrollar una reforma monetaria que termine desplazando al bolívar como
moneda de uso legal en el medio plazo. "No hay forma de concretar
ejercicios presupuestarios estables ni de hacer cálculos económicos con un bolívar
que tenga esos niveles de inestabilidad"
Las
modalidades de instrumentación y verdaderos fines del petro siguen siendo un
misterio entre los entendidos. Algunos economistas opinan que, con su
lanzamiento, el régimen de Maduro persigue obtener algunos recursos
adicionales, que ofrezcan oxígeno fiscal y alivien las cuentas de la República,
asediadas por las sanciones internacionales.
"El
petro puede ser la punta de lanza para ensayar una total reconversión
monetaria", afirma. "El bolívar en este momento no tiene ninguna
utilidad como instrumento de ahorro o como reserva de pago". De hecho,
Álvarez, apunta que, dentro del proyecto de la criptomoneda venezolana, ya está
contemplado que los usuarios puedan cancelar servicios tributarios y bienes ofrecidos
por el Estado usando el petro. El economista, sin embargo, tiene dudas sobre la
eficacia y credibilidad con las que este proyecto puede ser emprendido por los
funcionarios de Maduro.
De
momento, de no tener punto electrónico de venta, un vendedor ambulante de
perritos calientes tendrá que convenir con un cliente el pago posterior de la
ingesta con una transferencia electrónica y resignarse a confiar en su buena
voluntad.
TOMADO
DE EL PAIS
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