FRAGMENTACIÓN Y ERRORES
LA PAZ, BOLIVIA (ANB / Erbol).- El líder de Comunidad Ciudadana Carlos Mesa identifica la fragmentación en dos de la oposición y la radicalización de una parte del electorado antimasista, como los factores que provocaron el descalabro de la oposición en las elecciones del 18 de octubre.
En una evaluación poselectoral,
admite que pudo haber cometido errores en su campaña electoral, pero también
culpa a la oposición por haber desperdiciado el éxito electoral de su partido
en 2019, sobre el cual se pudo enfrentar al MAS en las elecciones del pasado 18
de octubre.
Considera sin embargo que los
errores ya surgieron durante la lucha contra el fraude electoral del año
pasado, cuando en la hipótesis de que el MAS se había ido para no volver, se
incurrieron en acciones que dieron oportunidad para que el huido presidente Evo
Morales vuelva a atizar un discurso de 2006.
“La Biblia en Palacio” y la
estúpida acción de quemar la wiphala en la plaza Murillo, parecieron darle la
razón a Morales y su discurso de odio, el de cercar, bloquear y desabastecer a
las ciudades del país”, dice Mesa al puntualizar que esos actos calaron muy
hondo en la mente de millones de compatriotas, sobre todo de origen indígena y
de vida en áreas rurales y periurbanas.
Señala también como otros
elementos relevantes para la derrota, la traición de presidenta Jeanine Áñez de
convertirse en candidata en base a una falsa expectativa sobre sus opciones; y
la aparición de líder cívico Luis Fernando Camacho como una alternativa de
renovación en el nuevo panorama electoral.
Mesa asegura que el resultado de
los comicios de 2019 muestra con claridad quién enfrentó con éxito al MAS. Pero
tal evidencia fue dejada de lado por una parte de la oposición que quiso
desechar lo realizado durante un año de campaña y “construir nuevas opciones”.
Entiende que bajo la consigna de
“todos contra Mesa”, la oposición al MAS se ocupó con ahínco de criticar su
candidatura más que la de Luis Arce, sin percibir que desde la primera
encuesta, CC aparecía como la segunda opción, tendencia que -igual que en 2019-
se fue consolidando con el paso de los meses hasta otorgarnos con el voto casi
el 30% de la confianza popular.
A esto añade el dulce del
prorroguismo que entusiasmó a la presidenta y los cinco meses de postergación
de la elección para una mala gestión de la pandemia teñida de corrupción y el
surgimiento de una aguda crisis económica que golpeó a los más pobres, escribe
Mesa en su artículo “Comunidad Ciudadana y su Horizonte tras el Resultado
Electoral del 18 de Octubre”.
Cree que parte de la polarización
del masismo y antimasismo debilitó su proyecto democrático que conllevaba un
programa y un compromiso de reconciliación y restañamiento de heridas tras los
traumáticos días de octubre y noviembre de 2019.
“Todo el trabajo que llevó al
fraude desesperado y a la huida de Morales cayó en saco roto. En vez de
apuntalar al candidato que en condiciones de transparencia electoral muy
probablemente había logrado en 2019 entre un 38% y un 42% de los votos, se prefirió
la apuesta temeraria… y así nos fue”, dice Mesa.
Apunta también fue un error
pensar entre un 60% y un 65% del país es antimasista. Y tras conocer los
resultados, Mesa sostiene que por lo menos el 50% más uno de los bolivianos
apoya al MAS y creen en su propuesta. Sin embargo, se ratifica en que Evo
Morales y el MAS pisan el terreno de la impostura porque no tienen nada bueno
que ofrecerle a Bolivia.
Observa que la impronta
caudillista de Camacho está limitada para un liderazgo nacional. Si bien
existen tres fuerzas políticas en el Parlamento, considera que existe el
problema que el MAS imponga de nuevo una dictadura, lo que obliga a los
opositores a priorizar la defensa de los valores democráticos a partir de los
2/3 que el autoritarismo masista ha desnaturalizado desde el 8 de noviembre.
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