CIENCIA GLOBAL
ESPAÑA (ANB / Información de DW Noticias).- La Tierra tiene un nuevo acompañante orbital. Un pequeño asteroide de apenas 19 metros de ancho ha estado siguiendo discretamente a la Tierra durante seis décadas.
Aunque
la Tierra posee una luna familiar, no transita sola por el cosmos. Y es que,
ocasionalmente, pequeños asteroides quedan "atrapados" en una
resonancia orbital con nuestro planeta, creando la ilusión de acompañarnos en
nuestra travesía alrededor del Sol.
No
son satélites en sentido estricto, pero su movimiento los hace parecerlo desde
la perspectiva terrestre. A estos asteroides se les conoce como cuasilunas o
cuasisatélites.
Ahora,
nuestro planeta "acaba" de ganar un nuevo acompañante celestial. Se
trata de 2025 PN7, un pequeño asteroide que ha estado siguiendo discretamente a
la Tierra durante décadas sin que nadie se percatara de su presencia. Su
descubrimiento lo convierte en la octava cuasiluna confirmada, sumándose así a
este exclusivo grupo de acompañantes orbitales.
2025
PN7: la octava cuasiluna de la Tierra
Este
objeto fue detectado el 2 de agosto pasado por el telescopio Pan-STARRS 1 del
Observatorio Haleakalā en Maui, Hawái, tal como documenta el estudio publicado
en Research Notes of the American Astronomical Society.
Curiosamente,
según reporta Live Science, fue el astrónomo aficionado Adrien Coffinet quien
primero propuso clasificar a 2025 PN7 como cuasiluna, compartiendo sus cálculos
a finales de agosto en la Lista de Correo de Planetas Menores. Posteriormente,
observadores profesionales validaron esta hipótesis mediante sofisticados
modelos orbitales y simulaciones computacionales.
¿Pero
qué es exactamente una cuasiluna?
A
diferencia de nuestra Luna, que orbita alrededor de la Tierra, estos objetos no
están gravitacionalmente ligados a nuestro planeta. Para entenderlo mejor,
según reporta Live Science, la Sociedad Planetaria los describe como "un juego
de manos gravitacional". Nos engañan: dan la impresión de orbitar la
Tierra, cuando en realidad siguen su propia órbita alrededor del Sol y solo se
sincronizan con nuestro planeta durante un tiempo.
El
2025 PN7 pertenece a un grupo de asteroides conocidos como "Arjunas",
que constituyen una especie de cinturón secundario de asteroides que ocupa la
región por donde el sistema Tierra-Luna orbita alrededor del Sol.
Los
investigadores Carlos y Raúl de la Fuente Marcos, de la Universidad Complutense
de Madrid, explican en su estudio que "los Arjunas con órbitas más
similares a las de la Tierra pueden experimentar capturas temporales como
minilunas de nuestro planeta".
60
años oculto en el espacio
Lo
curioso de este nuevo hallazgo es que, según los cálculos, el 2025 PN7 podría
llevar ya unos 60 años acompañando a la Tierra sin haber sido detectado hasta
ahora. ¿La razón? Según explica Carlos de la Fuente Marcos a Live Science,
"es pequeño, tenue y sus ventanas de visibilidad desde la Tierra son bastante
desfavorables, por lo que no es de extrañar que haya pasado desapercibido
durante tanto tiempo".
En
efecto, con solo 19 metros de ancho y una magnitud de brillo de 26, este objeto
solo es visible con buenos telescopios. De hecho, según los investigadores, es
"el cuasisatélite más pequeño y menos estable conocido de la Tierra".
Los
científicos estiman que el 2025 PN7 permanecerá en su cuasiórbita durante otros
60 años aproximadamente antes de alejarse, lo que supone un periodo
relativamente corto en comparación con otras cuasilunas.
En
total, su tiempo como cuasisatélite sería de unos 128 años, mientras que otra
cuasiluna conocida, Kamo"oalewa, tiene una órbita cercana a la Tierra
prevista de unos 381 años, según los datos analizados por el equipo utilizando
el sistema Horizons del JPL y herramientas Python.
Actualmente,
se conocen otras siete cuasilunas además del 2025 PN7: 164207 Cardea (2004
GU9), 469219 Kamo"oalewa (2016 HO3), 277810 (2006 FV35), 2013 LX28, 2014
OL339, 2022 YG y 2023 FW13.
Es
interesante destacar que cuando se descubrió 1991 VG, el primer asteroide de
este tipo (no una cuasiluna, sino un asteroide Arjuna que llegó a convertirse
en una "miniluna" temporal de la Tierra), algunos llegaron a
especular con que podía ser una "sonda espacial alienígena" debido a
su extraña trayectoria, según reportó Universe Today.
Esta
situación resulta familiar para quienes siguen las noticias espaciales,
recordando las especulaciones similares que han surgido recientemente con los
visitantes interestelares como 3I/ATLAS y 1/'Oumuamua, objetos que han generado
intensos debates sobre su verdadera naturaleza y origen.
Sin
embargo, como muchos esperarían, el hallazgo posterior de otros objetos
similares confirmó que 1991 VG se trataba simplemente de una nueva clase de
asteroides naturales.
Pero
más allá del entusiasmo científico, estos objetos podrían tener aplicaciones
prácticas. Según expone Phys.org, seguir su pista podría ser relevante no solo
por la defensa planetaria ante impactos potenciales, sino también por su
posible utilidad futura en misiones espaciales o minería de asteroides, un
campo que aún pertenece más a la ciencia ficción que a la realidad, pero que
gana cada vez más atención.
Con
la puesta en funcionamiento de nuevos telescopios, como el Observatorio Vera C.
Rubin, es muy probable que pronto tengamos más invitados sorpresa orbitando a
nuestro alrededor. Al parecer, la Tierra tiene más compañeros de los que
creíamos.
Editado
por Felipe Espinosa con información de Universe Today, Live Science, Phys.org y
Research Notes of the American Astronomical Society.

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