BENI Y PANDO REGIONES PRODUCTORAS
BENI, BOLIVIA (ANB / Por: Noelia Molina).- Bolivia se ha consolidado como el primer exportador mundial de castaña desde los años 90´, gracias a la inversión privada en laboratorios de certificación y a la inserción de su producto en mercados internacionales como Europa y Estados Unidos. Actualmente la recolección de este fruto amazónico depende de la preservación de 87.000 kilómetros cuadrados (km²) de bosques.
Sin
embargo, este crecimiento plantea interrogantes sobre su impacto en la
conservación del ecosistema amazónico y en la calidad de vida de las comunidades
locales.
Crecimiento
en las exportaciones
Según
datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), las exportaciones de castaña
experimentaron un notable incremento alcanzando los 175,8 millones de dólares
entre enero y noviembre de 2024, lo que representa un aumento del 69% en
comparación con los 104,2 millones de dólares registrados en el mismo periodo
del año anterior. Este crecimiento se atribuye a un aumento en la producción y
a una mayor demanda internacional de este producto amazónico.
Las
regiones de Beni y Pando destacan como pilares de la economía boliviana gracias
a su producción y exportación de castaña. Este sector no solo genera divisas y
empleo para millas de familias, sino que también promueve la conservación de
los bosques tropicales mediante prácticas sostenibles. La alta calidad de la
castaña boliviana, reconocida internacionalmente, la posición como el tercer
rubro más importante en las exportaciones no tradicionales del país, consolidan
a Bolivia como líder global en este mercado.
Castaña
y conservación del bosque
La
recolección de castaña en Bolivia está directamente relacionada con la
preservación de 87,000 km² de bosque amazónico, lo que representa entre el 6 y
el 7% de la superficie del país. Este modelo de aprovechamiento sostenible ha
permitido mantener en pie grandes extensiones de bosque, beneficiando tanto a
la biodiversidad como a las comunidades locales, compuestas principalmente por
campesinos e indígenas. Además, la conservación de estos bosques contribuye a
la retención de carbono, un factor clave en la mitigación del cambio climático.
Para
evaluar la salud del ecosistema, se han implementado sistemas de monitoreo de
biodiversidad en las áreas protegidas del departamento de Pando. A través de
cámaras trampa y sensores acústicos, se ha confirmado la presencia de especies
clave como el jaguar, lo que indica un ecosistema saludable. «Necesitamos
incorporar tecnología para verificar que estos bosques se mantienen saludables
a partir del aprovechamiento de la castaña», señala Daniel Larrea, director del
Programa de Ciencia y Tecnología de Conservación Amazónica-ACEAA.
Impacto
en las comunidades locales
Para
las comunidades de la región amazónica, la castaña representa entre el 50 y el
60% de sus ingresos anuales. Sin embargo, el sistema de comercialización
presenta desigualdades. Mientras las empresas beneficiadoras en Riberalta y
Cobija obtienen altas ganancias, los recolectores dependen de intermediarios
que compran la materia prima a precios variables.
«Existen
asimetrías en la distribución de beneficios, y aunque la castaña sigue
sosteniendo la economía local, hay mucho por trabajar en la equidad de su comercialización»,
apunta Larrea.
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