Mercado
de fichajes
ESPAÑA (ANB / FUENTE: El País).- El mercado del fútbol se había vuelto loco, sí, pero
Raffaele Poli (Suiza, 1977) le había encontrado método a esa locura. Desde
2005, Poli, doctor en Geografía, dirige el Observatorio del Fútbol del Centro
Internacional de Estudios del Deporte (CIES), en Neuchatel, Suiza, financiado
en parte por la FIFA. En 2013, el CIES quiso explicarle a la FIFA lo que habían
descubierto sobre el precio de los futbolistas mediante el uso de herramientas
matemáticas. Le escucharon. “Y dijeron que no les interesaba”, recuerda Poli.
Entonces
el presidente de la FIFA era aún el suizo Joseph Blatter, a quien sucedió el
también suizo Gianni Infantino en febrero de 2016, el momento de la historia
con más dudas sobre la integridad de la institución que rige el fútbol mundial.
A Infantino también le preocupaba el funcionamiento del mercado de los
traspasos. “Sea o no cierto, a menudo, la percepción es que sucede algo extraño
con estos traspasos”, dijo pocos meses después en una entrevista a Reuters. “Si
mueves varios miles de millones de dólares en uno o dos meses, debes asegurarte
de que todo sucede limpiamente”, dijo, y se marcó un objetivo: “Ha llegado el
momento de revisarlo seriamente y traer un poco más transparencia”.
En
noviembre del año pasado Infantino creó un grupo de trabajo para rediseñar un
mercado de más de 6.000 millones de euros por temporada. Fue la FIFA la que, en
busca de ayudas para la transparencia, llamó a Poli, que junto a sus compañeros
Loïc Ravenet y Roger Besson han desarrollado desde 2010 un algoritmo que
pretende estimar de manera científica el precio “justo” de los futbolistas.
“Pensábamos —dice Poli— que estábamos ante un sector económico no racional, así
que nos sorprendió mucho encontrar una buena correlación” entre los precios que
preveía su fórmula y los que luego se pagaban.
Han
estudiado los datos de casi 5.000 traspasos entre julio de 2011 y junio de
2018, una muestra que renuevan cada seis meses, después de cada ventana de
mercado. De cada operación tienen en cuenta, por un lado, el nivel del club que
podría estar interesado en comprar un jugador, que tiene un peso enorme en el
precio final. “Puede llegar a duplicarlo”, explica Poli. Por otro lado,
controlan una treintena de variables de los jugadores, muchas de ellas
actualizadas semana a semana: lo que hacen en los partidos (goles, pases,
cortes…), el resultado de sus clubes y de sus selecciones, la edad, el puesto,
la liga en la que juegan, la duración de su contrato, si está cedido… Después
de pasarlo todo por la coctelera, dicen que la correlación entre el precio
estimado y el que se paga supera el 75%. Un ejemplo: al final de la temporada
pasada valoraban a Cristiano Ronaldo en 103,4 millones de euros. La Juve pagó
100.
La
primera gran validación del modelo la otorgó el Tribunal de Arbitraje Deportivo
(TAS) hace un par de años. “Todo cambió cuando comparecí allí como experto en
una disputa sobre las comisiones de un traspaso”, recuerda Poli. Han trabajado
también para clubes como el Chelsea, el Benfica y el consorcio propietario del
Manchester City, además de para abogados implicados en operaciones de traspaso.
Hasta la llamada del grupo de Infantino.
“Nos
consultaron varias veces. Estaban interesados en profundizar en cómo funcionaba
el algoritmo”, cuenta Poli. Después, tal como reveló Reuters, la FIFA incluyó
en su documento final (Reforma del sistema de traspasos 2018) la recomendación
de un algoritmo que fije el precio de los futbolistas y menciona el método del
CIES para estimar “valores de traspaso y probabilidades de una manera
científica”.
Otra
idea del observatorio recogida en la propuesta del grupo de trabajo de la FIFA
es una especie de impuesto de lujo para los clubes que paguen por encima de los
precios fijados. “Si parece que vale 100 y un club paga 150, puede hacerlo,
pero pagaría una compensación por esos 50 que iría destinada a los clubes de
formación”, explica Poli. El dossier lo llama “fondo de solidaridad”. El
algoritmo es una de las recomendaciones del documento de la FIFA, que pretende
introducir mayor control y transparencia, y que incluye también limitar el
número de jugadores que pueden ser cedidos, fijar las comisiones de los agentes
y crear una cámara de compensación para centralizar los traspasos, tramitar los
pagos a los agentes y las compensaciones a los clubes de formación.
En el
sector no han chirriado las ideas que la FIFA ha permitido que se conozcan.
“Sin tener todos los detalles, me parece bien que exista un árbitro que pondere
para que no haya extralimitaciones y se impidan especulaciones, y que haya unas
condiciones claras en las que se mueva todo el mundo”, dice José Antonio Martín
Otín, Petón, consejero delegado de Bahía, la mayor agencia de representación
española.
Aunque
Petón también tiene reservas sobre la precisión del algoritmo en algunos
escenarios: “Por ejemplo, un futbolista que emocionalmente está aniquilado, y
no rinde, pero ves que va a ser un jugador de 50 millones”, sostiene el agente.
Poli
explica que el modelo, en el que siguen trabajando, muestra aún limitaciones en
casos así, o de jugadores de ligas no europeas o muy jóvenes. Como Vinicius,
que ahora tasan en 14 millones y por el que el Madrid pagó más de 40: “No
tenemos suficientes datos, pero si juega cuatro o cinco partidos como titular
en el Real su precio podría subir rápidamente a 100 millones”, dice. ¿Y los 222
millones que pagó el PSG por Neymar? “El modelo estimaba que valía 210
millones, pero ¿quién podía imaginar que alguien lo pagaría?”.
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