ANÁLISIS DE LOS PROGRAMAS
LA PAZ, BOLIVIA (ANB / Liliana Carrillo V./ Erbol).- Por un lado, una ventana única de oportunidad por los altos precios de los minerales que Bolivia posee; por el otro, crecimiento de la minería ilegal, falta de incentivo a las inversiones privadas, incumplimiento de normativas ambientales y conflictos sociales ante el debilitamiento de las entidades estatales y el crecimiento desmedido de las cooperativas que gozan de ventajas frente a la minería estatal y privada. “La minería boliviana se encuentra en una encrucijada que podría definir el futuro económico del país”, coinciden expertos.
En este panorama, los retos que enfrentan los candidatos a la presidencia no son pocos en materia de minería, el principal aportante de divisas al país (el 52% del total de las exportaciones de Bolivia proviene del sector minero, según el Instituto Nacional de Estadísticas). No obstante, las propuestas de los programas de gobierno en el tema son generales y, en algunos casos, inexistentes.
Erbol
analizó los programas de gobierno de todas las siglas en carrera electoral por
la presidencia y para ahondar en las propuestas envió cuestionarios con
preguntas específicas a todos los partidos. Sólo tres respondieron ¿Falta de
tiempo por los trajines de campaña o ausencia de planes concretos?
El
material fue sometido al análisis del experto en temas mineros Jaime Cuellar
quien, tras examinar punto por punto cada plan, concluye: “Ninguna de las
propuestas programáticas de los partidos analizados presenta un enfoque
integral, técnico o institucionalmente sólido para enfrentar los desafíos
estructurales del sector”.
Las
propuestas electorales develan coincidencias en objetivos como proteger el
medio ambiente y las comunidades, incentivar la inversión privada,
industrializar la actividad y arrancar con la explotación de litio; sin embargo
pocas desarrollan las estrategias para lograr esos objetivos. Hay coincidencias
también en el propósito de reformar la Ley minera y las instituciones estatales
llamadas a hacerla cumplir.
La
situación de las cooperativas mineras —beneficiadas con impuestos mínimos y
apuntadas por contaminación, informalidad y violencia — en general se aborda
con guante blanco. Varios partidos han
recibido apoyo de diversas asociaciones de cooperativistas que, en algunos
casos, son las mismas.
Resumimos
los puntos principales de los planes sobre minería. Las propuestas completas y
el análisis de las mismas se presentan en las infografías de este reportaje.
Minería
estatal: del rescate de COMIBOL a la creación de nuevas empresas
La
minería estatal representa un 6,1% de la producción total del país y contribuye
con un 1,5% de los impuestos generados por el sector, de acuerdo a datos del
Ministerio de Minería y Metalurgia y del INE. El estatal es el actor minero más
pequeño (frente a cooperativistas y privados) y enfrenta la necesidad de
modernización tecnológica y de gestión.
Para
este sector, Unidad de Samuel Doria Medina plantea “la recuperación de la
COMIBOL y de las compañías públicas que tengan utilidad social y potencial
económico, como Huanuni y Vinto”.
Súmate, que postula a Manfred Reyes Villa, apunta a redefinir el rol de
la empresa estatal “para actuar en alianzas estratégicas y se evaluará su
eficiencia”.
Libertad
y Progreso- ADN, que postula a Pavel Aracena, plantea “reforzar la gobernanza
corporativa de COMIBOL, transformándola en una verdadera empresa estatal,
centrada en la exploración de nuevos yacimientos, alianza público-privada y
transferencia de tecnología para EDL (extracción directa de litio)”.
Mientras
que Alianza Popular, que postula a Andrónico Rodríguez como presidente, propone
la creación de la Nueva Empresa Estatal Estratégica de Minería y Metalúrgica
(EEMM), “una entidad autárquica, con sede en Potosí u Oruro, que dirija toda la
cadena minera del Estado: desde la prospección hasta la comercialización, en
coordinación con COMIBOL, ENAF y YLB”.
Minería
privada: el reto de atraer inversiones
El
77% de la recaudación minera de Bolivia (regalías, patentes e impuestos) es
generada por actores mineros privados. De acuerdo a datos del Ministerio de
Minería y Metalurgia y del INE, el sector privado genera el 35,1% de la
producción y aporta el 98,3% de los impuestos. Desde 2023, sin embargo, no se
registra ninguna inversión privada minera en Bolivia.
En
este contexto, la mayoría de los planes de gobierno coinciden en la necesidad
de atraer inversiones privadas para reactivar la minería. Unidad propone la
creación de leyes específicas para el oro y el litio con el objetivo de
“incentivar a empresas extranjeras a invertir en la exploración, explotación y
refinación de los minerales”.
Súmate
asegura que con los actores privados “se garantizará seguridad jurídica,
alivios tributarios e incentivos a la inversión y a la industrialización con
valor agregado”. El Partido Demócrata Cristiano-PDC, que postula a Rodrigo Paz,
apunta al “fortalecimiento del marco normativo y seguridad jurídica para la
inversión minera”. Mientras, ADN propone incentivos para la inversión privada y
tratamiento a empresas establecidas mediante “un marco jurídico claro,
instituciones reforzadas e incentivos fiscales”.
Por
su parte, Libre plantea “atraer inversiones nacionales y extranjeras y
garantizar seguridad jurídica, con acuerdos de protección de inversiones con
organismos multilaterales”.
A
contracorriente, Alianza Popular no refiere ninguna estrategia específica para
los actores privados, pero en el diagnostico de su programa sostiene: “la
minería privada mantiene márgenes de ganancia desproporcionados en relación con
su aporte al país”.
Cooperativas
mineras: mucho apoyo, poco impuesto
En
el país operan 2.300 cooperativas que registran más de 130.000 socios en la
Federación Nacional de Cooperativas Mineras (Fedecomín). De éstas,
aproximadamente el 70 % son auríferas, están concentradas en La Paz y cubren el
99 % del oro que se produce en Bolivia. En conjunto, las cooperativas generan
el 58,1% de la producción minera del país y aportan el 0,2% de los impuestos,
según datos del Ministerio de Minería y Metalurgia y del INE.
Representantes
del sector cooperativista han sido ministros y titulares de otras entidades
estatales mineras durante 18 años en los gobiernos del MAS. Sobre las
cooperativas pesan denuncias de incumplimiento de normas ambientales,
explotación laboral y avasallamiento a las comunidades. Sólo en el último año,
enfrentamientos entre cooperativistas por concesiones han dejado diez muertos y
decenas de heridos de bala.
La
minería cooperativizada es un tema pendiente, no obstante, es abordado
tangencialmente en los programas electorales. Unidad plantea el
“fortalecimiento de las Cooperativas Mineras y las condiciones de inversión
(pequeña, mediana y gran minería) con seguridad jurídica, eficiencia
económica,
tecnología y acuerdos ambientales y sociales”. Apunta a una Ley específica del
oro. Sobre la desigualdad impositiva no hay mención.
Por
su parte, Libre plantea “apoyar a las cooperativas” y sobre los impuestos: “Se
debe contar con un sistema impositivo competitivo internacionalmente, que sea
simple y transparente y que varíe en función al precio internacional del
respectivo mineral”. El PDC propone la “promoción de la minería responsable y
formalización de cooperativas”.
Súmate
plantea para las cooperativas “impulsar su formalización, acceso a
financiamiento productivo y asistencia técnica, en el marco normativo ambiental
y laboral”. Sobre la desigualdad impositiva, “una reforma consensuada del nuevo
Código Minero y un sistema tributario competitivo con incentivos fiscales
(cuyos porcentajes se encuentran bajo estudio). Se reconoce que el actual
régimen es inequitativo y se plantea corregirlo fomentando la formalización y
estableciendo regalías claras para atraer inversión sin evadir
responsabilidades tributarias”.
Alianza
Popular plantea en su programa “regular y fiscalizar las cooperativas mineras
para que cumplan con estándares ambientales, seguridad laboral y tributarios.
Promover su reconversión hacia empresas comunitarias que participen en la
industrialización”.
ADN
propone para las cooperativas: “formalización y modernización administrativa y
técnica, convirtiendo unidades productivas informales en cooperativas
competitivas, con acceso a financiamiento y capacitación en seguridad y gestión
ambiental”. Además, “régimen especial impositivo (RE-IUE) que permita un pago
único del 4,8 % sobre ventas brutas, sin exención de regalías, y 5 % de las
regalías para proyectos comunitarios de desarrollo rural y ambiental”.
La
apuesta de todos por el litio
Bolivia
posee 23 millones de toneladas de recursos de litio, posicionándose como una potencia
mundial en este mineral estratégico. Sin embargo, su industrialización enfrenta
obstáculos relacionados con la tecnología, la transparencia y el impacto
ambiental. El gobierno de Luis Arce ha firmado contratos con empresas chinas y
rusas en miras a la industrialización.
Unidad
propone “una auditoría integral del proyecto del litio ejecutado por el MAS y
las inversiones perdidas”. Apunta a una Ley de Litio y a la implementación de
Consejos Técnicos del Litio (integrados por expertos potosinos, orureños y del
país, con el apoyo de consultores internacionales). “Desarrollaremos el litio
de manera estratégica e inteligente, y atraeremos las inversiones necesarias
para empezar a producirlo, así como sus derivados con valor agregado”, dice en
su programa.
Libre
plantea auditar los contratos con las empresas rusa y china. “Atraer empresas
internacionales regulando la renta minera (regalías e impuestos) para competir
con países vecinos y garantizando la provisión de energía y agua en planta”.
Súmate propone una Ley Marco del Litio que defina regalías entre otros aspectos
esenciales. “Se proponen procesos mineros con tecnología, contratos tipo
offtake (venta anticipada) para atraer liquidez y desarrollo de cadenas de
valor en transición energética”.
ADN
apunta a una Ley de Fomento al Litio y un Fondo Nacional del Litio Arranque de
la explotación del litio; además de la “aprobación inmediata de contratos de
CBC, Uranium One y otros socios (ACISA, Cetic, Tecpetrol) en Asamblea
Legislativa, con debate nominal y público revirtiendo suspensiones judiciales
provisionales” y la implementación de plantas piloto EDL en Uyuni y Coipasa.
Mientras Alianza popular plantea crear una planta estatal de litio e “incluir
procesos de transición de baterías, componentes electrónicos y materiales para energías
renovables”.
“Sin
reforma minera profunda, el país no sólo perderá su riqueza: perderá su futuro”
Jaime
Cuellar*
La
minería boliviana se encuentra en un momento histórico de alta tensión entre el
colapso y la transformación. A pesar de contar con reservas estratégicas de
oro, tierras raras y minerales críticos que podrían reposicionar al país en la
economía global, la ausencia de una visión de Estado y de una política pública
articulada ha permitido que florezca un modelo dual y descontrolado: una
minería formal débilmente regulada y una minería ilegal cada vez más
consolidada, violenta y depredadora. Este escenario no solo debilita la
soberanía económica del país, sino que profundiza la devastación ambiental,
vulnera derechos humanos colectivos e incrementa la presencia de estructuras
criminales que actúan con total impunidad, incluso dentro de áreas protegidas y
territorios indígenas. Frente a este panorama, los partidos políticos
bolivianos han demostrado una alarmante ceguera estratégica.
Ninguna
de las propuestas programáticas de los partidos analizados presenta un enfoque
integral, técnico o institucionalmente sólido para enfrentar los desafíos
estructurales del sector. La minería ilegal, principal amenaza ambiental y de
seguridad para el Estado, es mencionada solo de manera tangencial, sin que se
propongan medidas de interdicción, reformas normativas o dispositivos de
control territorial. De igual modo, la trazabilidad del oro (elemento clave
para combatir el contrabando, el lavado de activos y la pérdida de recursos
fiscales) está completamente ausente de los programas, a pesar de que Bolivia
exporta grandes volúmenes sin verificación de origen, sin certificación
ambiental y sin fiscalización efectiva. La comercialización de minerales sigue
operando en la opacidad, sin sistemas integrados, sin auditoría de flujos
financieros y sin reglas claras para los actores involucrados.
El
discurso sobre atracción de inversiones y seguridad jurídica también se queda
en el vacío, al no plantearse ningún rediseño legislativo serio que armonice
los derechos del Estado, de los pueblos indígenas y de los inversionistas. Se
omite la reforma de la Ley 535, la necesidad de un Código de Minería moderno o
un marco regulatorio específico para los minerales estratégicos del siglo XXI.
Pero quizás la omisión más escandalosa es la absoluta indiferencia frente al
colapso ambiental en curso: la contaminación por mercurio en la Amazonía, el
desplazamiento de comunidades indígenas, la ausencia de planes de remediación y
la persecución sistemática a defensores ambientales no aparecen en ninguna
plataforma política. Esta negligencia política configura un abandono
institucional de los territorios y de las personas más vulnerables del país.
Bolivia
no puede seguir repitiendo los errores del pasado ni postergando la
transformación del sector más importante de su economía. Frente a una crisis
económica ascendente y una creciente presión internacional por minerales
sostenibles y trazables, el país necesita una nueva arquitectura institucional
minera, basada en el control soberano, la sostenibilidad ambiental, la
tecnología aplicada y la justicia social. Urge crear un sistema nacional de
trazabilidad del oro y los minerales críticos, enfrentar frontalmente la
minería ilegal, reestructurar el régimen cooperativista minero y lanzar una
política estratégica de tierras raras como vector de desarrollo e
industrialización. La minería puede y debe ser la respuesta a la crisis, pero
solo si el Estado recupera el control, rompe con el clientelismo extractivista
y establece una hoja de ruta con visión, ley y capacidad real de
transformación. Sin reforma profunda, el país no solo perderá su riqueza:
perderá su futuro.
*
Abogado experto en minería.

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