CIENCIA GLOBAL
LA PAZ, BOLIVIA (ANB / Información de DW Noticias).- Una idea audaz desafía los límites de la biología: sustituir partes envejecidas del cerebro por tejido joven. ¿Ciencia ficción o futuro de la medicina?
Aunque
parezca un plan un tanto extravagante, el Gobierno de Estados Unidos ha
decidido apostar fuerte por una idea que podría revolucionar la medicina tal y
como la conocemos: rejuvenecer el cerebro humano sustituyendo partes de él por
tejido joven cultivado en un laboratorio, según se detalla recientemente en la
revista Technology Review del MIT.
Este
ambicioso plan es liderado por Jean Hébert, un biólogo reconocido por su
enfoque radical en el tratamiento antienvejecimiento y que ha sido contratado
por la Agencia de Proyectos Avanzados para la Salud (ARPA-H) de Estados Unidos,
fundada en 2022 por el presidente Joe Biden para impulsar innovaciones
transformadoras en la investigación sanitaria a través de una financiación
gubernamental masiva.
Reemplazo
gradual del neocórtex
Hébert,
que ha trabajado en experimentos preliminares con ratones, propone que el
reemplazo gradual del neocórtex, la región del cerebro responsable de la
memoria y el razonamiento, podría realizarse sin comprometer la identidad
personal. Este enfoque, inspirado en su libro Replacing Aging (Sustituir el
envejecimiento), publicado en 2020, donde compara el mantenimiento del cuerpo
humano con el de un coche, sugiere que los seres humanos podrían evitar el
envejecimiento sustituyendo órganos y tejidos de manera periódica.
Hébert,
exprofesor de genética y neurociencia en la Facultad de Medicina Albert
Einstein en Nueva York, afirma que esta técnica podría abrir nuevas
posibilidades no solo para extender la vida, sino también para tratar
enfermedades neurodegenerativas y reparar daños cerebrales, como los provocados
por ictus.
Para
lograr este objetivo aparentemente imposible, Hébert propone integrar
progresivamente tejido cerebral cultivado en laboratorio. Ya ha realizado
algunos experimentos iniciales con ratones que han arrojado resultados
prometedores. Al parecer, pequeñas secciones de cerebros de ratones fueron
sustituidas con éxito por lo que él llama "lodos de células
embrionarias".
ARPA-H,
un proyecto de 110 millones de dólares
ARPA-H,
que opera bajo el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU., se
inspira en DARPA, la agencia que ha financiado proyectos de alta tecnología
como los cazas furtivos. Hébert, como nuevo director de programa, ha solicitado
un presupuesto de 110 millones de dólares para expandir sus pruebas a animales
más grandes, un monto ante el cual, según dijo Hébert al MIT Technology Review,
el Gobierno "no pestañeó".
Implicaciones
éticas del procedimiento
Como
era de esperar, las ideas de Hébert han generado tanto entusiasmo como
escepticismo en la comunidad científica. Muchos dudan de que el tejido cerebral
trasplantado pueda integrarse plenamente en un cerebro envejecido. Otros
señalan las enormes implicaciones éticas de tal procedimiento.
Y
no es para menos: según informa el MIT Technology Review, el biólogo sugiere
reemplazar completamente el cerebro y otras partes del cuerpo como la única
estrategia viable para eludir la muerte natural. Si bien los trasplantes de
caderas y riñones ya son comunes, la noción de cambiar un cerebro por otro es
profundamente inquietante, dado que nuestro cerebro es esencialmente lo que
define nuestra identidad.
Sin
embargo, Hébert cuenta con el apoyo de algunos grupos que ven en su trabajo una
posible vía para derrotar al envejecimiento. La Longevity Biotech Fellowship,
un grupo de entusiastas de la prolongación de la vida, ha llegado a sugerir la
posibilidad de trasplantar cabezas humanas a cuerpos de clones "no
sensibles", criados específicamente para carecer de un cerebro funcional
propio.
Estas
ideas pueden sonar extremas, pero Hébert las defiende con convicción.
"Prefiero la vida a esta lenta degradación hacia la inexistencia que la
biología ha planeado para todos nosotros", afirma.
¿Puede
un tejido joven funcionar en un cerebro envejecido?
Por
supuesto, el camino hacia la realización de estas ideas está plagado de obstáculos.
Fabricar trozos de cerebro de sustitución, o lo que Hébert llama
"facsímiles" de tejido neocortical, es un desafío enorme. Para ello,
está estudiando cerebros de fetos humanos abortados de entre 5 y 8 semanas de
edad, midiendo qué células están presentes, en qué número y ubicación, para
intentar guiar la fabricación de estructuras similares en el laboratorio.
El
mayor reto, sin embargo, es demostrar que estos trozos de tejido joven pueden
realmente funcionar dentro del cerebro de una persona mayor. Como señala Rusty
Gage, biólogo del Instituto Salk, "si funcionara, todos lo haríamos
más".
Hébert
es consciente de los enormes desafíos que tiene por delante. "Estamos a un
par de pasos de revertir el envejecimiento cerebral", dice. "A un par
de grandes pasos, debería decir".
Sin
embargo, Hébert sigue convencido de que, si se consigue llevar a cabo este
avance, las aplicaciones podrían ir más allá del envejecimiento, ayudando
también en la lucha contra enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
Mientras
tanto, el debate sobre las implicaciones éticas y prácticas de esta
investigación seguramente continuará. ¿Estamos ante el amanecer de una nueva
era en la medicina, o simplemente persiguiendo un sueño imposible?
Editado
por Felipe Espinosa Wang con información de Technology Review del MIT, Vice y
Futurism.
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