PAÍS
COCHABAMBA, BOLIVIA (ANB / Los Tiempos).- Los datos del Censo de Población y Vivienda revelan que las mujeres acceden a más años de escolaridad y de educación superior en relación a los hombres y que la brecha laboral persiste.
De
acuerdo con la responsable de la
Coordinadora de la Mujer, Tania Sánchez, las cifras constituyen una verdadera “radiografía”
del país que permite comprender los cambios ocurridos en las últimas dos
décadas y, al mismo tiempo, evidenciar los desafíos que persisten.
“El
censo nos muestra cuánto hemos cambiado desde 2001 hasta 2024. Es un registro
estadístico que permite ver cómo se han transformado los hogares, las
oportunidades educativas y la participación en el mercado laboral,
especialmente de las mujeres”, señaló Sánchez.
El
ámbito educativo es uno de los campos donde se observan avances significativos
para las mujeres. Según Sánchez, políticas públicas como el bono Juancito Pinto
y las campañas destinadas a reducir la deserción escolar han permitido que más
niñas y adolescentes permanezcan en el sistema educativo hasta concluir la
secundaria y, posteriormente, acceder a estudios superiores.
En
2021, la brecha de género en el acceso a la educación superior alcanzaba casi
12 % en contra de las mujeres. Sin embargo, para 2024, esta diferencia se
redujo a 2,6%.
Sanchez
advirtió que el progreso en la formación académica no siempre se traduce en
mejores condiciones de vida:
“Muchas
mujeres que estudian y logran titularse enfrentan serias dificultades para
insertarse en el mercado laboral formal. La educación abre puertas, pero si no
existen políticas que generen empleos dignos y estables, el esfuerzo académico
son una promesa incumplida”, enfatizó.
El
mercado laboral también refleja cambios importantes entre 2021 y 2024. Según
los datos del censo, la participación femenina se incrementó del 45-48% en 2021
al 64% en 2024. En el mismo periodo, la participación masculina pasó del 68% al
79%.
Esto
significa que la brecha de género en el acceso al empleo se redujo de 24 a 14
%, lo que constituye un avance. Sin embargo, Sánchez advirtió que la mayor
parte del incremento de la participación femenina se concentra en el sector
terciario como el comercio, servicios y
economía informal, caracterizado por inestabilidad, bajos ingresos y ausencia
de beneficios sociales.
“Las
mujeres hemos ganado terreno en educación y trabajo, pero seguimos atrapadas en
la informalidad. Muchas se desempeñan en el comercio minorista, en servicios de
baja remuneración o en actividades que no garantizan seguridad social. A ello
se suma la doble carga de cuidados en el hogar y la responsabilidad económica
de los hijos”, detalló Sánchez.
Para
la especialista, el censo confirma un escenario ambivalente: progresos en
inclusión y participación, pero también límites estructurales que impiden la
igualdad plena.
“El
acceso a la educación se ha democratizado, la participación laboral femenina ha
crecido y la jefatura femenina de hogar se ha consolidado como una realidad
social. Sin embargo, estas transformaciones no han venido acompañadas de
políticas sostenidas que garanticen empleos de calidad, redistribución del
trabajo de cuidados y equidad en el acceso a recursos productivos”, analizó.
Insumo
Sánchez
consideró que los resultados del Censo 2024 deberían constituirse en un insumo
fundamental para el diseño de políticas públicas con enfoque de género.
“Necesitamos repensar el sistema de protección social, generar incentivos para
el empleo formal de las mujeres, garantizar acceso a guarderías y programas de
corresponsabilidad en los cuidados, y apostar por un verdadero aprovechamiento
del capital humano femenino”, afirmó la profesional.
La
especialista insistió en que los datos no deben ser vistos únicamente como
estadísticas, sino como un llamado de atención sobre las tareas pendientes en
materia de igualdad.
“Las
mujeres hemos avanzado en derechos, en formación académica y en participación
laboral, pero todavía enfrentamos brechas salariales, discriminación en el
acceso a cargos de decisión y sobrecarga de trabajo doméstico. El censo es una
radiografía clara: muestra que el país ha cambiado, pero también que el cambio
no es suficiente sin políticas integrales y sostenidas”, indicó.
Otro
aspecto es que los hogares
monoparentales alcanzan el 17,2%, y de estos, más del 90% son encabezados por
mujeres. Para la coordinadora de la Mujer, Tania Sánchez, esta realidad refleja
un proceso de feminización de la jefatura de hogar que reconfigura los roles
tradicionales de género.
“Cada
vez más mujeres están asumiendo la responsabilidad directa de los hogares, lo
cual es un cambio profundo en la estructura social boliviana. Esto implica que
son ellas quienes llevan la carga económica, afectiva y de cuidados, en muchos
casos sin un acompañamiento adecuado del Estado”, explicó.
Exactitud
La
experta en estadística Carmen Ledo advirtió que el INE debe precisar las
magnitudes de los porcentajes que presenta en relación a la educación y el
empleo en Bolivia, ya que, según dijo, las cifras sin contexto pueden inducir a
interpretaciones erróneas.
Recordó
que en el Censo 2012 apenas el 7% de la población boliviana contaba con título
universitario y alrededor del 1% con estudios de maestría o doctorado, lo que
equivalía a unas 80 mil personas en un país de 10 millones de habitantes.
“Cuando se habla de porcentajes es fundamental saber de qué universo se está
hablando, si se trata de la población de 19 años o más, o de la de 24 años en
adelante, que es la edad más adecuada para medir logros en educación superior”,
señaló.
Ledo
advirtió que el hecho de incluir a personas de 19 años o más en el cálculo de
“educación superior” puede distorsionar los resultados, ya que allí se mezclan
egresados de institutos técnicos, normales y otros centros de formación con
quienes han alcanzado títulos de licenciatura, maestría o doctorado. “No es lo
mismo un técnico medio que un profesional con posgrado. Es necesario
diferenciar los niveles para diseñar políticas públicas serias”, puntualizó.
Respecto
al empleo, cuestionó que se presente como un avance el aumento de la
participación femenina en el mercado laboral sin analizar las condiciones de
ese ingreso. Según Ledo, cerca del 80% de la fuerza laboral en Bolivia está en
el sector informal o en empleos autogenerados, lo que implica alta precariedad.
“¿A qué precio ha entrado la mujer al mercado laboral? Muchas lo hacen en
condiciones de explotación, sin salario digno ni estabilidad. Hablar de mayor
participación sin medir el nivel de formalización es engañoso”, advirtió.

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