CRISIS EN VENEZUELA
VENEZUELA (ANB / BBC Mundo).- Durante el último año María Corina Machado ha recorrido de punta a punta Venezuela dos veces pese a que le cerraron vías, le cancelaron vuelos y le echaron sangre de animal en el carro.
En el recorrido por calles atestadas de gente decenas de personas le han regalado rosarios que ella guarda, con nombre, lugar y fecha, y se cuelga del cuello. En los mítines más grandes se le llegan a ver hasta diez rosarios sobre el pecho.
"Con
cada uno puedo recordar por qué hago lo que hago y cuántas oraciones nos animan
a seguir luchando", ha dicho la líder opositora, que después de las
elecciones del 28 de julio, en las que Nicolás Maduro fue declarado ganador,
tiene orden de arresto y ha debido refugiarse.
Machado,
de 56 años, logró revivir la esperanza enterrada de millones que quieren un
cambio de gobierno. Lo hizo antes de las elecciones, pese al escepticismo de
muchos en la ruta electoral, y lo hizo después de que el Consejo Nacional
Electoral (CNE) probara las sospechas de que Maduro sería declarado vencedor.
Menos
de una hora después de aquel informe del CNE, el ente electoral afín al
gobierno, Machado salió a renovar los ánimos con el anuncio de que su
candidato, Edmundo González Urrutia, había ganado las elecciones. Y tenía las
pruebas para demostrarlo.
Machado,
quien empezó su carrera política en organizaciones de observación electoral,
esta vez se engranó a una vieja estructura de la oposición que tiene un
sofisticado conocimiento del sistema automatizado de votación, lo que que les
permitió hacer un conteo de los votos paralelo al del CNE con las actas
oficiales que resguardaron sus testigos.
Con
esto, la oposición puso en evidencia el llamado "fraude de Maduro" y
consiguió que países como Estados Unidos declararan a González como ganador
dadas las "pruebas abrumadoras" presentadas.
"Ganar
tomó mucho tiempo y cobrar también puede tomar tiempo", ha repetido
Machado en sentidos mensajes de voz a sus militantes. "Así que hay que
resistir —les dice— y tenemos que seguir cerca de la gente y decirles que no
los vamos a abandonar, porque vamos hasta el final".
"Hasta
el final" ha sido la consigna del año que convirtió a Machado, apelando a
su rol de madre y abuela, en una suerte de salvadora del pueblo, y en la líder
de una coalición opositora que por años la vio como "piedra en el
zapato" por sus posturas contra el diálogo y el voto y a favor de una
intervención militar internacional.
Pero
Machado, como me dijo en una entrevista en noviembre, ha cambiado, así como lo
han hecho millones de venezolanos: "Hemos cometido muchos errores, y
cuando los errores son cometidos con base en lo que tú crees que es lo correcto
o porque no tienes toda la información o porque has subestimado lo que
enfrentas, hay que aprender de ellos".
"Nos
hemos ido descubriendo. Nos hemos dado cuenta de que: 'Epa, yo soy capaz de
hacer esto'".
Rebelde
para el chavismo y para la oposición
María
Corina Machado Parisca tiene tres hijos y es la mayor de cuatro hermanas en una
familia presidida por un prestigioso empresario del sector metalúrgico cuyas
empresas fueron nacionalizadas por Hugo Chávez, el antecesor de Maduro. Su
madre es una reconocida psicóloga y tenista.
Ingeniera
industrial con especialización en finanzas, María Corina trabajó en varias
empresas industriales hasta que se vinculó a organizaciones de lucha contra la
pobreza y de veeduría electoral.
Desde
ahí se acercó al Partido Republicano en Estados Unidos, país donde vivió y con
el que guarda vínculo y conexiones políticas. El chavismo siempre la vio como
una colaboradora del "golpismo imperialista".
La
primera acusación que le imputaron fue por recibir ilegalmente dinero de
fundaciones estadounidenses, cargo que le valió una prohibición de salida del
país por tres años.
En
2010 llegó a la Asamblea Nacional como diputada independiente con un discurso
anticomunista y en 2012 perdió las primarias de la oposición con Henrique
Capriles.
Por
cuenta de las inhabilitaciones, durante los últimos diez años Machado ha hecho
política por fuera del sistema, promoviendo "la salida de Maduro" en
2014 junto a Leopoldo López e impulsando las protestas en 2017 y 2019.
Fue
la primera en calificar al gobierno de "dictadura", rechazó todos los
intentos de negociación con el chavismo, defendió el uso de la fuerza para
sacar a Maduro y se opuso a los principales partidos opositores, a los que
acusó de "colaboracionistas".
Eso,
añadido a su insistencia en quedarse en el país pese a las amenazas de arresto
y probablemente apelando a la tradición metalúrgica de su familia, le valió
para ser apodada "la dama de hierro".
A
medida que los liderazgos de Capriles, López y Juan Guaidó se fueron
desgastando, ella apareció como la carta más clara —la última de una
generación— para enfrentar a Maduro.
Una
nueva conexión con el pueblo
En
la academia se suele decir que el pueblo venezolano tiene una vocación
caudillista. Empezando con Simón Bolívar, en los siglos XIX y XX abundaron los
líderes de estilo personalista y paternalista.
Aunque
viene de antes, muchos encuentran la principal causa de esta cultura política
en el descubrimiento y luego la nacionalización del petróleo, un recurso que
creó la idea de un "Estado mágico" que velaba por cada venezolano.
Hugo
Chávez, a su manera y por sus razones concretas, fue el último exponente de
esto.
Y
ahora Machado, desde un lugar opuesto ideológicamente y en condición de mujer,
propone una nueva manera de conectarse con el pueblo a través de esa misma
cultura política.
Estos
días de protestas lo ha demostrado: la gente, hombres y mujeres y niños de
todas las clases, le gritan, la abrazan, la besan en la cara y en la mano. Le
dicen "mi amor", "mi reina", "cuídate, mi niña".
La ven como hija y como madre y como abuela. Le piden a Dios por ella. Le
tienen cariño y respeto por "arrecha", por "valiente y consistente".
El
13 de enero de 2012 el presidente Hugo Chávez dio su anual discurso de Memoria
y Cuenta ante la Asamblea Nacional. En la serie de interpelaciones, sonó la voz
envalentonada de una diputada opositora de 44 años.
"¿Cómo
puede usted hablar de que respeta al sector privado cuando se ha dedicado a
expropiar, que es robar?", le preguntó María Corina Machado.
Y
Chávez le contestó, después de un largo silencio y ante el grito de la bancada
oficialista: "Yo le sugiero que gane las primarias, diputada, porque está
fuera de ranking para discutir conmigo".
Después
de otro silencio, remató: "Águilas no cazan moscas, diputada".
Doce
años después Machado puede decir que ganó las primarias con el 95% de los votos
y las presidenciales, en fórmula con González Urrutia, con el 70% de los votos,
según las actas oficiales que le mostró al mundo.
La
mosca, pues, se convirtió en águila: es ella, ahora, quien está en el corazón
de la mayoría de los venezolanos.
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