SER PARA LOS DEMÁS
LA PAZ, BOLIVIA (ANB / Erbol).- “Sientes la impotencia de no poder arreglar las cosas, de ayudar en todo lo que necesitan las personas, a veces por falta de tiempo, pero no me puedo sentar”.
Aunque lleva veintiséis años
viviendo en Bolivia, María Ángeles Gonzáles mantiene su inconfundible tono
español, amena, nos cuenta que nació en Barcelona, tiene dos hermanas, que a la
vez tienen hijas mujeres; reconoce que esta mayoría femenina es la que une a su
familiatanto en momentos de celebración como de dolor. Sus padres ya
fallecidos, vivieron más de sesenta años juntos, es por ello es que considera a
la familia fundamental para el crecimiento de los hijos y para desarrollar valores
que den estabilidad y fortaleza.
Vocación
Su mamá tenía mucha devoción a la
virgen, así, desde niña, María Ángeles la acompañaba a misiones destinadas a
ayudar a los más pobres. Estudió enfermería y ejerció dicha profesión siempre
colaborando a los más necesitados, fue entonces que su vocación se hizo
evidente para unirse a las Hijas de la Caridad, lo recuerda como “todo un
proceso de vida espiritual que no impedía una relación con la gente joven de mi
edad pero en otros niveles”, María Ángeles continuaba pasando momentos de
diversión con sus amigos, una relación distendida y sin excesos.
Siendo enfermera se preguntó ¿Qué
quiero hacer con mi vida? ¿Dónde la puedo conducir? y comprendiendo que no es
lo mismo atender en un hospital privado que en uno con carencias, se unió a las
Hermanas de la Caridad. Ella, inquieta como es, descubrió que las enfermeras se
preocupaban por aliviar los dolores del cuerpo de los enfermos, pero no del
alma y ella quería aliviar eso “yo notaba que a veces tenían necesidad de la
espiritualidad”.
Bolivia
Siendo hermana de la caridad,
comenzó a estudiar teología en España mientras trabajaba en la parroquia de un
barrio de inmigrantes. Ese tiempo contaban con jóvenes voluntarios a quienes
enviaban a diferentes países, un día uno de losvoluntarios le dijo “nos mandas
a nosotros y tú cuándo vas”, la
respuesta no fue rápida pero llegó y María Ángeles emprendió viaje a Bolivia el
año 1994, para entonces las Hermanas de la Caridad ya estaban trabajando en el
país,recorrían el río Mamoré en barco
ayudando en las comunidades y estaban a cargo de hogares de niños.
“El mar no sería igual sin esa
gotita”
Recuerda una frase de María
Teresa de Calcuta respecto al “dar” para los más necesitados “es una gotita en
el mar, pero el mar no sería igual sin esa gotita” nos dice revelando lo que
podría ser el lema de su vida. María Ángeles busca aportar a través de la
evangelización a la construcción del reino con paz, justicia y amor, en este
punto hace una consideración respecto al trabajo humanitario, las ONGs también trabajan por los más necesitados pero, “nos
diferenciamos en que esta persona es tratada así porque Cristo está en ella y
eso merece un respeto diferente” nos dice refiriéndose a la importancia de la
evangelización en torno a la solidaridad.
Durante la cuarentena por la
pandemia del Coronavirus, ayudó con alimento a al menos seis mil familias de
escasos recursos, se beneficiaron también los “canillitas”, que debido a las
restricciones ya no podían vender periódicos; sin embargo, cuando retomaron su
trabajo le dijeron a la hermana que ya no se preocupe, lo mismo sucedió con los
internos de algunos penales para quienes consiguió quintales de arroz, fideo y
aceite “ya estamos empezando a vender, para que no se preocupe tanto” le
dijeron, María Ángeles valora esta actitud “está bien que tengan ese espíritu
solidario, eso es evangelizar, que nos demos cuenta que todos podemos
contribuir al desarrollo del reino”.
Humanizar las cárceles
La hermana María Ángeles lleva ya
varios años colaborando en los centros penitenciarios de Cochabamba en temas de
salud y asesoría legal, pero sobre todo evangelizando. Uno de los momentos más
duros, nos cuenta, es cuando los privados de libertadreciben su sentencia,
sobre todo si son muchos años, “ese momento es bien difícil pero tienes que
estar con ellos, qué les dices si les han puesto 30 años. ¿Qué hago? ¿Me quedo
o me voy?... si me quedo no es para que me esté lamentando, me quedo con todas
las consecuencias y tengo que ser parte de ese sufrimiento” dice María Ángeles,
para ella, no quedarse habría sido perder un espacio donde podía ayudar,
consolar y perdonar. Gracias a los voluntarios de la pastoral penitenciaria se
reza el rosario en las cárceles y se enseña la biblia, además de la eucaristía
que se lleva a cabo los domingos, aunque, tuvo que suspenderse por la
cuarentena para prevenir el Covid 19. Aun así, y a solicitud de los internos se
celebró misa en la plazuela San Sebastián, donde está ubicada la cárcel de
mujeres y varones, muchos internos participaron desde sus ventanas.
De los veintiséis años que está
en Bolivia, dedicó trece a la Facultad de Enfermería del Hospital Seton,
posteriormente estuvo a cargo de la pastoral penitenciaria y actualmente es
Delegada Episcopal para la Pastoral Social Caritas, desde donde continúa
trabajando con los penales, migrantes y niños de hogares para su reinserción
familiar.
“Eso tiene que ser un religioso,
no es que no tengas tus días, pero no tienes que cargar a los demás con tus
preocupaciones, que el dolor no perjudique la alegría, el ánimo, la esperanza
que hay que darle a la gente y ahora más que nunca”
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