SALUD
LA PAZ, BOLIVIA (ANB / Información de BBC Mundo).- Obviamente era una tontería. Así reaccionó la química analítica Perdita Barran cuando un compañero le habló de una mujer escocesa que aseguraba que podía oler la enfermedad de Parkinson.
"Probablemente solo huele a personas mayores y reconoce los síntomas del Parkinson y establece alguna asociación", recuerda haber pensado Barran.
La
mujer, una enfermera jubilada de 74 años llamada Joy Milne, se había acercado
al colega de Barran, Tilo Kunath, neurocientífico de la Universidad de
Edimburgo, en 2012 en un evento en el que él daba una charla.
Milne
le contó a Kunath que había descubierto su habilidad después de notar que su
marido, Les, había desarrollado un nuevo olor almizclado años atrás. Más tarde
le diagnosticaron la enfermedad de Parkinson, una enfermedad neurodegenerativa
progresiva caracterizada por temblores y otros síntomas motores.
Fue
cuando Milne asistió a una reunión de grupo para pacientes de Parkinson en su
ciudad natal, Perth, Escocia, cuando estableció la conexión: todos los
pacientes tenían el mismo olor almizclado.
"Así
que decidimos comprobar si tenía razón", dice Barran, que en ese momento
trabajaba en la Universidad de Edimburgo, pero ahora está en la Universidad de
Manchester.
Resultó
que Milne no era una persona que les haría perder el tiempo. Kunath, Barran y
sus colegas le pidieron a Milne que oliera 12 camisetas, seis de las cuales
habían sido usadas recientemente por pacientes con Parkinson, junto con otras
seis usadas por personas que no padecían la enfermedad.
Ella
identificó correctamente a los seis pacientes. Es más, identificó a otra
persona que menos de un año después fue diagnosticada con Parkinson.
"Fue
algo increíble", dice Barran. "Ella diagnosticó la enfermedad de
antemano, tal y como había hecho con su marido".
En
2015, la noticia de su asombrosa habilidad fue portada en los medios de
comunicación de todo el mundo.
El
olor de las enfermedades
La
historia de Milne no es tan descabellada como podría parecer. El cuerpo humano
desprende una gran variedad de olores. Un olor nuevo puede indicar que algo ha
cambiado o que algo va mal en el organismo.
Ahora,
los científicos están trabajando en técnicas para detectar sistemáticamente
biomarcadores olfativos que podrían acelerar el diagnóstico de una amplia gama
de enfermedades, desde el Parkinson y las lesiones cerebrales hasta el cáncer.
La clave para detectarlos podría estar justo frente a nuestras narices.
"Me
parece una locura que haya gente muriendo y que estemos pinchando el trasero a
personas con agujas para averiguar si tienen cáncer de próstata, cuando la
señal ya está fuera y es detectable por los perros", afirma Andreas
Mershin, físico y cofundador de RealNose.ai, una empresa que está desarrollando
una nariz robótica para diagnosticar enfermedades basándose en el olfato.
Esta
tecnología es necesaria, ya que relativamente pocas personas tienen un olfato
lo suficientemente potente como para detectar estas sustancias bioquímicas
reveladoras que aparecen en las primeras etapas de una enfermedad.
Joy
Milne, resultó ser una de esas pocas personas. Tiene hiperosmia hereditaria, un
rasgo que significa que su sentido del olfato es mucho más sensible que el de
la media de los seres humanos, es decir, tiene un olfato superdesarrollado.
Hay
algunas enfermedades que desprenden un olor tan característico que la mayoría
de los seres humanos pueden olerlas.
El
aliento o la piel de las personas con diabetes que sufren un episodio
hipoglucémico, por ejemplo, pueden tener un aroma afrutado o a "manzanas
podridas" debido a la acumulación en el torrente sanguíneo de sustancias
químicas ácidas de olor afrutado llamadas cetonas. Estas se producen cuando el
cuerpo metaboliza la grasa en lugar de la glucosa.
Las
personas con enfermedades hepáticas pueden desprender un olor a humedad o
azufre en el aliento o la orina, mientras que si el aliento huele a amoníaco o
tiene un aroma "a pescado" o "a orina", podría ser un signo
de enfermedad renal.
Algunas
enfermedades infecciosas también desprenden olores característicos. Las heces
con olor dulce podrían ser un signo de infección por cólera o por la bacteria
Clostridioides difficile, que es una causa común de diarrea, aunque un estudio
descubrió que un grupo de desafortunadas enfermeras de hospital no pudieron
diagnosticar con precisión a los pacientes olfateando sus heces.
Por
su parte, la tuberculosis puede hacer que el aliento de una persona huela mal,
como a cerveza rancia, y que su piel huela a cartón marrón mojado y salmuera.
Sin
embargo, para detectar otras enfermedades se necesita un tipo de olfato
especial.
Los
perros, por ejemplo, tienen un sentido del olfato que, según se dice, es hasta
100.000 veces más potente que el nuestro. Los científicos han entrenado a los
caninos para detectar cánceres de pulmón, mama, ovario, vejiga y próstata en
las personas.
En
un estudio sobre el cáncer de próstata, por ejemplo, los perros fueron capaces
de detectar la enfermedad en muestras de orina con una tasa de éxito del 99%.
También se ha entrenado a los perros para detectar los primeros signos de la
enfermedad de Parkinson, la diabetes, las crisis epilépticas inminentes y la
malaria, todo ello solo mediante el olfato.
Pero
no todos los perros tienen lo que se necesita para convertirse en detectores de
enfermedades, y se requiere tiempo para entrenar a los animales que sí lo
tienen.
Algunos
científicos afirman que podemos replicar en un laboratorio las asombrosas
capacidades olfativas de los caninos, y personas como Milne, y tal vez ofrecer
la posibilidad de realizar un simple frotis que podría enviarse para ser
analizado análisis.
Barran,
por ejemplo, está utilizando la cromatografía de gases y la espectrometría de
masas para analizar el sebo (una sustancia grasa que se produce en la piel de
las personas) de pacientes con Parkinson.
La
cromatografía de gases separa los compuestos y la espectrometría de masas los
pesa, lo que permite determinar la naturaleza precisa de las moléculas
presentes.
Las
industrias alimentarias, de bebidas y de perfumería ya utilizan habitualmente
esta forma de análisis de olores.
Pruebas
rápidas
De
los aproximadamente 25.000 compuestos que se encuentran habitualmente en la
piel humana, unos 3.000 se regulan de forma diferente en las personas con
Parkinson, señala Barran.
"Ahora
nos encontramos en una situación en la que hemos reducido esa cifra a unos 30
que son realmente diferentes de forma sistemática en todas las personas con
Parkinson", indica.
Muchos
de los compuestos son lípidos, o grasas, y ácidos grasos de cadena larga,
afirma.
Por
ejemplo, un estudio inicial se centró en tres moléculas similares a los lípidos
relacionadas con el olor causado por la enfermedad: el ácido hipúrico, el
eicosano y el octadecanal. Esto tiene sentido, ya que estudios anteriores
sugieren que el metabolismo lipídico anormal es un rasgo característico de la
enfermedad de Parkinson.
"Lo
que hemos descubierto es que la capacidad de las células para transportar
ácidos grasos de cadena larga a las mitocondrias se ve afectada [en las
personas con enfermedad de Parkinson]", afirma Barran.
"Por
lo tanto, sabemos que hay más lípidos de este tipo circulando por el cuerpo, y
algunos de ellos se excretan a través de la piel, y eso es lo que
medimos".
El
equipo está desarrollando ahora una sencilla prueba con un hisopo cutáneo que
permite detectar la enfermedad de Parkinson en sus primeras fases. Actualmente,
los médicos de cabecera suelen derivar a las personas que presentan síntomas
similares a temblores a un neurólogo, que se encarga de realizar el
diagnóstico. Sin embargo, esto puede llevar años.
"Lo
que queremos es disponer de una prueba muy rápida y no invasiva que permita
clasificar eficazmente a los pacientes, de modo que puedan acudir a un
neurólogo que los evalúe y les diga "sí" o "no", afirma
Barran.
El
rol de las moléculas
Pero,
¿por qué las enfermedades afectan al olor corporal? La razón se debe a un grupo
de moléculas conocidas como compuestos orgánicos volátiles (COV).
Para
mantenerse con vida, nuestro cuerpo debe convertir continuamente los alimentos
y las bebidas en energía. Lo hace a través de una serie de reacciones químicas
que tienen lugar dentro de las mitocondrias, las diminutas estructuras de
nuestras células que convierten los azúcares de los alimentos en energía que
nuestro cuerpo puede utilizar.
Estas
reacciones químicas producen moléculas conocidas como metabolitos, algunos de
los cuales son volátiles, lo que significa que se evaporan fácilmente a
temperatura ambiente y, por lo tanto, pueden ser percibidos por nuestro olfato.
Los COV son luego excretados por el cuerpo.
En
2016, publicaron un estudio en el que revelaban que las lesiones cerebrales
traumáticas en ratones provocan un olor distintivo y que es posible entrenar a
otros ratones para detectarlo.
En
un nuevo trabajo, que se publicará próximamente, Kimball observó cetonas
específicas en la orina humana durante las primeras horas tras una conmoción
cerebral. La razón por la que se liberan estos olores tras tales lesiones no
está clara, pero una teoría es que el cerebro libera COV como subproducto
mientras intenta repararse a sí mismo.
"La
clase de cetonas que observamos sugiere que tiene algo que ver con intentar
proporcionar más energía al cerebro para combatir la lesión, o al menos
favorecer la recuperación", afirma Kimball.
Hay
buenas razones para pensar así. Los estudios han demostrado que las cetonas
pueden servir como fuentes de energía alternativas tras una lesión cerebral y
se cree que proporcionan cualidades neuroprotectoras.
El
olor corporal también podría revelar que alguien tiene malaria. En 2018,
científicos descubrieron que los niños infectados con esta enfermedad
desprenden un olor distintivo a través de la piel, lo que los hace
especialmente atractivos para los mosquitos.
Al
estudiar muestras de 56 niños del oeste de Kenia, el equipo identificó un olor
"afrutado y herbáceo" que parecía irresistible para los insectos
voladores y picadores.
Un
análisis más detallado de estas muestras reveló la presencia de sustancias
químicas llamadas aldehídos, concretamente heptanal, octanal y nonanal,
responsables de ese olor único.
La
investigación podría utilizarse para desarrollar una nueva prueba para la
malaria. Por ahora, los científicos esperan replicar el olor y utilizarlo como
cebo para atrapar mosquitos, alejándolos de las comunidades y aldeas.
Y
Mershin, un antiguo investigador científico del MIT que ahora trabaja en
RealNose.ai, afirma que él y su equipo esperan desarrollar un dispositivo de
detección de olores capaz de identificar el cáncer de próstata, una enfermedad
que mata a uno de cada 44 hombres.
"La
empresa surgió de unos 19 años de investigación que realicé en el MIT, donde
Darpa [la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa] me pidió
que superara la capacidad olfativa de los perros en cuanto al límite de
detección", explica Mershin. "Básicamente, nos pidieron que creáramos
biocyborgs".
Dispositivo
El
dispositivo que está desarrollando actualmente RealNose.ai incorpora receptores
olfativos humanos reales, cultivados a partir de células madre en el
laboratorio, que se ajustan con precisión para permitirles detectar la gran
cantidad de moléculas odoríferas asociadas al cáncer de próstata. A
continuación, el aprendizaje automático, una forma de inteligencia artificial,
busca patrones en la activación de los receptores.
"No
alcanza con conocer los componentes de lo que hay dentro de una muestra",
afirma Mershin. "Los ingredientes de un pastel nos dicen poco sobre su
sabor o su olor. Eso tiene que suceder después de que tus sensores interactúen
con estos compuestos volátiles y tu cerebro procese esa información y la
convierta en una experiencia perceptiva.
"Buscamos
patrones en la activación sensorial que se acerquen más a lo que hace la mente,
el cerebro", explica Mershin.
Joy,
por su parte, trabaja ahora junto a Barran en su equipo de investigación,
ayudándola a desarrollar una prueba de diagnóstico para el Parkinson y otras
enfermedades.
"Ya
no la utilizamos mucho para la detección de olores", afirma Barran.
"Como mucho, puede analizar 10 muestras al día y es bastante agotador
emocionalmente para ella. Tiene 75 años, así que es muy valiosa".
No
obstante, si la técnica de Barran pudiera replicar la capacidad de Joy y
detectar la enfermedad de Parkinson en sus primeras etapas, sería un gran
legado para Joy y Les.
"Lo
que me parece notable es que Joy y Les eran personas con formación médica, por
lo que sabían que esta observación era significativa", comenta Barran.
"Pero creo que la moraleja de esta historia es que todo el mundo debería sentirse capacitado para cuidar de su salud o la de sus amigos o familiares, para hacer observaciones y actuar si cree que algo va mal".

No hay comentarios:
Publicar un comentario
ANBOLIVIA te invita a ser el quinto poder, opina...con respeto
DEJA TU OPINIÓN EN:
TW: @ANBOLIVIA
TW: @ANBdigital
F: https://www.facebook.com/anboliviadigital