INTENSAS HORAS DE CORAJE
EL ALTO, BOLIVIA (ANB / Fuente: Radio Patujú).- Una familia y un grupo de amigos encontraron a los ocupantes de la avioneta accidentada en un yomomal, tras un gran esfuerzo para llegar hasta ellos, ya que el pasto alto y el agua estancada dificultaban el avance.
Las dos pequeñas embarcaciones eran impulsadas por motores “peque peque” y la fuerza de nueve personas, entre ellas dos mujeres. Aun así, el avance era lento, muy lento.
Milan
Lery Mancilla compartió en sus redes sociales videos y fotografías que
reflejan, en parte, las dificultades a las que se enfrentaron.
“Gracias
a Dios por darnos la oportunidad de encontrar y poder salvarle la vida a estas
personas que tanto necesitaban ser rescatadas, después de una noche entera y
casi un día de trabajo para poder llegar hasta donde se encontraban. ¡Y qué
felicidad poder llegar y que todos estuvieran con vida!”, publicó.
Poco
después de su arribo al lugar del accidente, los alcanzó el helicóptero
FAB-003, que finalmente evacuó a los cinco accidentados y los trasladó a
Trinidad, donde se reencontraron con sus familiares, poniendo fin a un
verdadero infierno.
La
avioneta se precipitó el miércoles y sus ocupantes fueron rescatados el
viernes. El aparato quedó volcado y sumergido en el agua. El piloto se habría
desviado de la ruta entre Baures y Trinidad para evitar árboles que podrían
haber causado mayores daños al momento del aterrizaje forzoso.
Lery
había salido de pesca junto a su tío Faizar Ayala Mancilla, su esposa María
Esther Cuéllar; sus hermanos Armando, Elian, Roni y Rodrigo Mancilla, además de
Meida Senzano y Héctor Rea. Fue una coincidencia afortunada, ya que “armaron la
pesca” en una zona que no visitaban desde hacía años, aprovechando el feriado
del Día del Trabajador, el 1 de mayo.
“En
medio de la nada se escucharon los gritos”, relató Lery a Radio Patujú, con un
tono suave, reflejo del agotamiento físico que aún lo dominaba. Apenas horas
antes, habían llegado a la comunidad Pedro Ignacio Muiba, con la satisfacción
de haber ayudado a salvar vidas.
Tras
escuchar los gritos, confirmaron que se trataba de la avioneta al mando del
capitán Pablo Andrés Velarde Heredia. Era la noche del jueves, más de 24 horas
después del accidente. Podían oír las voces, pero no llegar hasta ellas: el
yomomal se interponía.
Los
pescadores regresaron a Pedro Ignacio Muiba a pedir ayuda. Al encontrar señal
en sus celulares, comenzaron a llamar a toda persona posible, aunque muchos no
respondieron, ya que era de madrugada y la mayoría dormía en sus hogares en la
capital beniana.
Tras
enviar el mensaje de auxilio, decidieron enfrentar al yomomal. Fueron largas
horas de machetear y avanzar con remos y singas improvisadas. El pasto se
resistía, pero no pudo más que la voluntad de los rescatistas.
Finalmente,
llegaron donde estaban el capitán Velarde, tres mujeres y un niño, con el
alivio de la misión cumplida. Minutos después, arribó el helicóptero que los
evacuó. Los pescadores, sin embargo, quedaron a su suerte. Las sonrisas del
rescate pronto dieron paso al reto de regresar. El yomomal los reclamaba.
Si
el camino de ida fue difícil, el de vuelta lo fue aún más. La espesura del
pasto parecía multiplicarse. Los remadores estaban exhaustos, sin alimentos ni
agua.
“Se
nos terminó el agua. Incluso tuvimos que tomar del yomomal, que estaba
contaminado con la gasolina que derramó la avioneta. No nos quedó otra”, narró
Lery, al recordar el regreso.
“Llegamos
casi desmayados, a las cuatro de la madrugada, a Pedro Ignacio Muiba”, añadió,
más de doce horas después del contacto con el helicóptero. Allí encontraron un
lugar para descansar, sin el asedio de los mosquitos ni los peligros del río,
con la conciencia tranquila de haber ayudado, sin esperar nada a cambio, a
quienes corrían peligro de muerte.

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