CANILLITA
SUCRE, BOLIVIA (ANB / Por: Periodismo que Cuenta).- Simón Cruz es un nombre que muchos en Sucre reconocen, aunque pocos conocen el rostro detrás de esa voz aguda que resuena por las calles. Cada mañana, él es quien despierta a la ciudad con los titulares del periódico Correo del Sur, como un canto nostálgico de tiempos en que las noticias se leían en papel y no en pantallas.
Simón
es pequeño de estatura, pero grande en espíritu; un canillita que lleva décadas
recorriendo las esquinas, siendo el puente entre las palabras impresas y los
corazones de su gente.
La
mañana del robo fue distinta. No hubo el eco habitual de su bicicleta
zigzagueando por las calles ni el sonido de su voz interrumpiendo el bullicio
cotidiano. Lo que se escuchó fue un grito desgarrador, un llanto que arrancaba
lágrimas. Su bicicleta, su compañera fiel, le había sido robada.
Para
muchos, una bicicleta es solo un objeto; para Simón, era su medio de vida, su
leal amiga en las frías madrugadas y los calurosos mediodías. Sin ella, su
andar se detenía.
La
noticia no tardó en llegar a los oídos de los sucrenses. Y, como si la ciudad
tuviera un único corazón latiendo al unísono, el dolor de Simón se convirtió en
el dolor de todos. La solidaridad, esa virtud que a veces parece olvidada,
despertó con fuerza.
Autolavado
Do Brazil fue el primero en responder: le regalaron una bicicleta nueva,
brillante y robusta, como el espíritu que el pequeño vendedor necesitaba
recuperar. Pero no fue el único gesto. Otros se sumaron: una colecta aquí, una
donación allá, hasta que la tristeza de Simón se transformó en una sonrisa.
“No
es la primera vez que le roban la bicicleta”, murmuraron algunos, recordando
otros episodios que Simón había enfrentado con la misma fortaleza que la vida
le exige. Sin embargo, esta vez Sucre decidió que no lo dejaría solo.
La
ciudad pedaleó junta, desde el más humilde vendedor ambulante hasta el
mismísimo presidente Luis Arce, quien, casualmente, se encontraba en Sucre ese
día. “Todos hemos sido Simón en algún momento”, dijo alguien, y la frase quedó
resonando en el aire como un mantra de unidad.
En
una era en la que las noticias viajan más rápido que el viento, Simón
representa una resistencia hermosa y antigua. Su bicicleta, ahora renovada, es
más que un medio de transporte; es un símbolo de la solidaridad de una ciudad
que, aunque pequeña, tiene un alma gigante. En Sucre, todos pedaleamos al mismo
ritmo. Y Simón, con su voz y su fuerza, seguirá siendo el faro que ilumine las
esquinas de esta tierra de solidaridad.
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