REPORTAJE
Un
reportaje de Jimena Mercado y Adriana Gutiérrez
BENI, BOLIVIA (ANB / AGENCIA DE NOTICIAS AMBIENTALES).- Las mujeres indígenas de la Amazonía se abrieron senda en medio de las resistencias desde sus territorios frente al avance del extractivismo y al machismo al interior de sus comunidades, que amenazó en más de una ocasión en invisibilizar su participación. Su doble lucha se ha traducido en estrategias individuales y colectivas que han cobrado fuerza en una coyuntura de mayor riesgo para las defensoras y defensores del medioambiente.
Para
Miriam Pariamo, vicepresidenta de la Confederación Nacional de Mujeres
Indígenas de Bolivia (Cnamib), oriunda de la comunidad San José de
Uchupiamonas, la conexión con la naturaleza es indivisible y su compromiso por
la defensa del medioambiente supera cualquier cálculo respecto a su propia
seguridad y su vida.
“Las
mujeres somos las pioneras de la resistencia, las defensoras del medioambiente,
somos las discriminadas y las perseguidas porque nos ven como personas que les
estorban en el camino. Pedimos garantías para seguir defendiendo la vida, el
agua, la naturaleza y el medioambiente”, expresa desde el municipio de San
Buenaventura.
La
lideresa indígena, víctima de la brutal represión en Chaparina a la marcha en
defensa del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) en
Chaparina (2011), conoce sobre la responsabilidad de vivir dentro del Parque
Nacional y Área de Manejo Integrado Madidi, una de las áreas protegidas más
biodiversas del mundo, por lo que no deja de denunciar los impactos de la
minería del oro.
Sin
embargo asegura que es doblemente difícil ponerse del lado de la defensa del
medioambiente cuando se es mujer e indígena.
“He
sufrido mucho porque mi marido no aceptó (mi dirigencia) y segundo, porque he
tenido que lidiar con mis tres hijos, pero mi madre y mis hermanos me dieron
una mano porque no podía salir a las representaciones, estoy donde estoy por el
apoyo a las hermanas y se tiene que responder a quienes te respaldan”, afirma.
A
pesar de las dificultades, la lideresa ni siquiera consideró en abandonar la
lucha. “Sufrimos muchos atropellos, persecución, cuando hacen algún convenio
(los hombres) nos echan de las asambleas, tenemos que pasar hambre y sed,
porque para defender el territorio no tenemos ayuda ni siquiera de las ONG (…).
Cuando se trata de mujeres no hay recursos”, lamenta.
Pariamo
confiesa sentirse muy preocupada porque a pesar de las denuncias insistentes
contra la minería aurífera, que tomó la cabecera del río Tuichi que atraviesa
la comunidad de San José de Uchupiamonas, las operaciones continúan.
“Las
empresas mineras de Guanay que se han trasladado a la cabecera del río Tuichi,
al igual que las empresas en Apolo y Pelechuco han terminado por contaminar el
río, hemos pedido al Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap) y al
Gobierno que puedan paralizar esos trabajos pero lamentablemente no nos
escuchan”, afirma.
Como
Uchupiamonas afirma que mujeres y hombres sacaron sendas resoluciones de
defensa del territorio y denunciaron la inacción de los niveles del Estado, ya
que la preocupación es muy grande al saber que tanta gente está contaminada con
mercurio en su sangre.
“Estamos
viendo cómo la crisis climática nos está afectando, se están secando los ojos
de agua, se están secando los arroyos. ¿Qué va a ser de nosotros si el río más
cristalino que teníamos como es el Tuichi ahora está siendo contaminado porque
están explotando oro de los cerros de donde viene el agua?”, cuestiona.
Las
estrategias de lucha no se limitaron en sendos comunicados públicos de
denuncia, pues también se conformó el Tribunal de la Naturaleza integrado por
mujeres.
“Aparte
de ser dirigentas, somos madres, velamos por el bienestar de nuestros hijos,
estamos en la resistencia por todos los atropellos que están haciendo los
grandes empresarios, los madereros, es un trabajo que hemos estado haciendo
desde nuestros antepasados que han estado cuidando el medioambiente y la
biodiversidad”, dice.
Pariamo
asegura que a pesar de estar enferma, seguirá defendiendo el agua, la
conservación y el medioambiente, hasta que Dios le dé vida.
“La
articulación entre mujeres, territorios y organizaciones es clave”
Zoila
Monasterio de la nación guaraní, responsable de Relaciones Internacionales y
Comunicación de la Cnamib, se trasladó desde el Chaco a la población de
Rurrenabaque para participar del Foro Social Panamazónico (FOSPA 2024) y
articular con otras lideresas y organizaciones, la defensa de los territorios
frente al avance del extractivismo, el agronegocio y los monocultivos para el
mal llamado “biocombustible”.
Considera
que el conservar la Amazonía es igual a conservar la vida de los hijos y del
mundo entero porque de eso modo se garantiza el agua, el aire y la
biodiversidad.
“Como
mujeres indígenas hemos articulado con las hermanas de las comunidades,
territorios e instituciones que trabajamos para exigir al Gobierno que se
respete la Amazonía para la vida, es muy importante esa articulación. Producto
de ese trabajo estamos unificándonos”, explica.
Como
Confederación asegura que las mujeres indígenas tienen su propia agenda de
trabajo. “Las hermanas del territorio están en ese trabajo vinieron desde
Yacuiba y están denunciando para paralizar la minería, hemos realizado
reuniones, documentos, presentando denuncias nacionales e internacionales y
recabando las pruebas para demostrar el asesinato y el genocidio que es real”,
asegura.
Como
guaraní que es, explica que Tentaguasu significa “casa grande” y se refiere al
territorio que se habita el cual deben tener un ambiente sano que permita a sus
pobladores moverse en libertad, pescar, cazar, donde la tierra es vida, es el
hijo, es parte del cuerpo y el alma.
“Las
mujeres salimos al frente”
Andrea
Rodríguez, secretaria de Deportes de la Subcentral de Mujeres Indígenas Movima
denuncia que uno de los principales problemas que enfrentan en Santa Ana del
Yacuma son las violaciones a niñas y mujeres e incluso casos de feminicidios.
“Hay el caso del marido que la pega y la mata a la mujer por celos porque no quiere
que participe (de reuniones) y no hay justicia, eso se queda ahí”, asegura.
A
los culpables de estos delitos, afirma la lideresa, que se los mete presos dos
o tres días y luego salen como si nada de la cárcel.
“Soy
casada y mi esposo no dice no, pero sabemos que se molestan (los hombres). Su
miedo es que estemos encima, porque sabemos que vamos aprender y llevaremos la
voz a otras mujeres, para que no tengan miedo”, señala.
A
nivel de directivas asegura que hay maltrato porque solo los dirigentes varones
quieren llevar la voz. “Pero cuando hay avasallamientos somos las mujeres las
que salimos al frente, porque tenemos más voz, gritamos, salimos a defender”,
sostiene.
“El
marido dice: no entrés (a la dirigencia) porque cree que buscará a otro hombre,
que va a tener otro marido, ese es el machismo que existe en nuestras
comunidades donde no les gusta a los hombres que se hagan escuchar las mujeres
y se tenga el apoyo”, relata la dirigente al reconocer las dificultades de
asumir representatividad.
En
ese contexto afirma que es necesario que el Gobierno apoye a las 30 comunidades
de Santa Ana del Yacuma a llevar adelante sus emprendimientos.
“Nos
avasallan y se llevan a nuestras hijas cuando crecen”
Nilda
Canané, presidenta del Subconsejo Tsimane asumió el rol de dirigenta en
condiciones muy adversas, ni siquiera cuenta con el respaldo de sus hijos por
el hecho de que recién aprendió a leer y escribir. La incertidumbre sobre el
destino del territorio de su pueblo la lleva a buscar ayuda de manera
desesperada.
“Un
poquito hemos podido aprender a leer, ahora estamos luchando por nuestro
territorio, hemos sido avasallados, despojados, no nos respetan, somos
sufridos, nuestros parientes, nuestros hijos tampoco nos apoyan porque nos
discriminan porque nos dicen que no sabemos nada, que no sabemos leer, así nos
dicen”, se sincera con voz pausada como quien teme ser escuchada por ajenos.
La
precariedad en la que asume su rol de defensora es extrema, tanto que ni el
territorio que ocupa el pueblo Tsiman cuenta con titulación del Instituto
Nacional de Reforma Agraria (INRA).
“No
tenemos titulación, los Tsimanes no tenemos titulación porque no tenemos esa
documentación que nos respalde, por eso no nos respetan, nuestros hijos han
sido violados, a nuestras hijas cuando están jóvenes, se los llevan terceros.
Nos dicen estos Tsimanes no saben nada”, relata.
Al
ser consultada quiénes avasallan el territorio Tsiman, responde que son los
madereros. “Los que ponen dinero nomás tienen personería jurídica y nosotros
nada, viendo esto como mujer queremos levantarnos y buscar apoyo, nuestros
parientes no saben leer ni escribir, quisiéramos ser unidas como mujeres y eso
les pediría, que nos apoyen en proyectos, estamos muy lejos de la carretera, no
tenemos posta sanitaria ni escuela ni agua, sufrimos de agua”, afirma.
El
pueblo Tsimane de Yacuma ha presentado una demanda en contra del Estado,
exigiendo el reconocimiento de 54 mil hectáreas de tierras, de las cuales 28
mil hectáreas se encuentran ocupadas por comunidades interculturales que se
trasladaron desde las zonas cocaleras del trópico de Cochabamba y el altiplano
a las tierras bajas de Beni.
En
tanto, el pueblo Tsimane de aproximadamente 17mil habitantes, recolector de
naturaleza, cazador y pescador, soporta la embestida de los incendios
forestales cada vez más frecuentes en su territorio. Produce maíz, yuca, arroz
y plátano para el consumo familiar.
Ocupar
el territorio por derecho ancestral
Desde
la comunidad indígena de San José de Uchupiamonas en el centro del Parque
Nacional Madidi, Ruth Alípaz Cuqui, defensora de su territorio creó el proyecto
ecoturístico Sadiri Lodge. A más de 15 años del emprendimiento que fue
apropiado por la comunidad, destaca que se logró la conservación y protección
del bosque y la serranía frente al avance de los aserraderos.
“En
realidad Sadiri Lodge está en nuestro territorio ancestral de los Uchupiamonas,
y la Serranía Sadiri siempre ha sido nuestro límite natural, incluso más abajo
en la Tierra Comunitaria de Origen (TCO), pero hasta ahí hasta la Serranía
Sadiri es nuestro territorio Uchupiamona”, explica la lideresa indígena.
Alípaz
Cuqui cuestiona el sistema de mapeo que emplean las instituciones del Estado,
porque asegura que cuando no se usaba el GPS (Sistema de Posicionamiento
Global) los pueblos indígenas conocían los límites territoriales.
“Nos
respetábamos porque sabíamos los límites, pero cuando nos pusieron puntos nos
han generado conflictos con el proceso de saneamiento, que viene a romper esos
valores ancestrales de respeto que teníamos”, asegura.
Las
amenazas persisten según la lideresa, quien advierte que los madereros reclaman
600 hectáreas de bosques ubicados en Saridi. “Nos vienen amenazando y eso que
es nuestro territorio, ayer dijeron en la asamblea: qué importante es que doña
Ruth haya puesto Sadiri para ocupar el territorio por derecho ancestral y claro
todos sabemos que siempre fue así, crecimos sabiendo que el límite era la
serranía Sadiri”, insiste.
Destaca
que el científico, docente y defensor de la Amazonía, Daniel Robison,
recientemente fallecido en la ciudad de Santa Cruz, fue quien hizo el análisis
de suelo para ubicar el lodge de Sadiri. “Afortunadamente era donde se pensaba
ubicarlo para sentar ahí nuestra soberanía frente a los avasallamientos de los
madereros que ya estaban entrándose”, recuerda.
Sadiri
Lodge es un emprendimiento ecoturístico del pueblo indígena San José de
Uchupiamonas. Ubicado en el Parque Nacional Madidi, en La Paz, se encuentra en
un área protegida de 34 mil hectáreas de bosque y es hogar de más de 430
especies de aves, lo que lo convierte en un sitio ideal para el aviturismo.
Cinco
de sus compañeras uchupiamonas unidas en la pandemia lograron gestionar
recursos para garantizar agua a la población. “Las mujeres encontramos
estrategias de no ser excluidas y provocar acciones”, afirma.
Alípaz
Cuqui ha levantado su voz de denuncia en contra del Estado boliviano en foros
internacionales. Ella, identifica la vulneración a la soberanía alimentaria,
por contaminación de las riberas de los ríos, donde además las comunidades
siembran sus cultivos.
La
también cofundadora de la Coordinadora Nacional de Defensa de Territorios
Indígenas Originarios Campesinos y Áreas Protegidas (Contiocap) explica que
esta organización de defensa de derechos no se atribuye representación alguna
ni firma convenios a nombre de los territorios.
“Si
los suelos están contaminados, estamos consumiendo frijoles, arroz, plátano,
yuca contaminados y las plantas medicinales que utilizamos seguramente que
también están contaminadas”, advierte.
Dice,
que si bien la Autoridad Jurisdiccional Administrativa Minera (AJAM) detuvo los
permisos para seguir otorgando permisos para realizar la actividad minera en
áreas protegidas, no es por iniciativa de ésta institución, sino por la
exigencia de la sociedad civil.
“Es
muy paradójico que los cooperativistas auríferos exijan seguridad jurídica (…).
Nosotros como Contiocap hemos emitido un pronunciamiento sobre estas demandas
que están haciendo las cooperativas que sitian y bloquean a la ciudad de La Paz
cada que deciden llevar sus movilizaciones a la sede de gobierno (…). ¿Más
seguridad jurídica, para qué?”, cuestiona la defensora.
Menciona
que la Ley minera 535 de 2014 (Gobierno de Evo Morales), no solo otorga un
sinfín de privilegios para el sector cooperativista aurífero, al que se le ha
quitado la obligación de consultar a los pueblos indígenas para extraer oro,
sino que también les reconoce “derechos preconstituidos” incluso, dentro de
áreas protegidas.
“Los
pueblos indígenas somos los únicos que no tenemos seguridad jurídica en nuestros
propios territorios que ya han sido titulados, pero que han sido avasallados
por la minería, por el agronegocio, por operaciones petroleras, etcétera,
etcétera”, denuncia.
Convencida
de que grandes capitales de empresas extrajeras utilizan a comunidades locales
y/o grupos de cooperativas pequeñas para no pagar impuestos, explotar oro a
gran escala como si se tratase de una minería sin fines de lucro, sino de bien
social, Alípaz Cuqui ve protección estatal detrás de estos intereses.
Al
momento de hablar sobre la vocería al interior de las comunidades indígenas,
prefiere no hablar de machismo, pues considera que hombres y mujeres se hacen
falta mutuamente para hacerle frente a las luchas desde los territorios. “Somos
tan pocos, que si nos dividimos entre nosotros será mejor para los
perpetradores”, señala.
Mujeres
indígenas de la Panamazonía hermanando luchas
Fabiola
Yaun Edmundo llegó a Bolivia desde la Amazonía peruana; representa a la
Federación Regional Indígenade Alto Mayo (FERIAAM) y se ha destacado como una
defensora de su bosque y su cultura. Entiende que más allá de la compleja
realidad particular de cada pueblo, hay varias coincidencias que unifican la
lucha contra el extractivismo.
“Como
pueblos indígenas peruanos compartimos las problemáticas; de alguna manera
tenemos las mismas dificultades y las mismas adversidades, se trata de unir
fuerzas y que el Gobierno nos escuche y tome conciencia y nuestras acciones
como reforestar nuestros territorios, buscar economías sostenibles -porque
debemos cubrir nuestras necesidades- no signifique destruir el bosque”,
destaca.
La
lideresa se preguntó si las mujeres no eran también parte importante del
territorio, y fue que decidió representar los derechos de las mujeres awajún de
su comunidad y las de Alto Mayo.
“Estamos
trabajando en la gobernanza y defensa dentro de nuestro territorio donde nos
tenemos que sumar todos, estamos involucrando a los jóvenes para que puedan
prepararse y puedan defender sus territorios y a los pueblos indígenas, tenemos
derecho a vivir como pueblos indígenas y no extinguirnos y mantener nuestras
culturas vivas, es una gran riqueza tener estos saberes y enseñar nuestra
cultura viva”, asegura la joven madre.
Tras
renunciar a la docencia como profesora se dedicó a defender a su pueblo al ver
llegar a su territorio empresas extractivas. “Hay mujeres puede hablar en su
idioma pero salir al frente tienen mucho duda porque como mujeres no hemos
vivido esa libertad de hablar, de expresar, siempre hemos sido muy respetuosas
de decir, el hombre debe hablar, pero mi marido me ha motivado”, relata.
Se
cuestionó ¿quién hablaría por las mujeres?, lo que le motivó al activismo y
aunque conversó con las demás mujeres de su comunidad dice que tienen recelo en
participar, pero que su postura es defender el territorio. “Desde las bases
venimos, desde las familias venimos, vengo de mi organización y he tenido la
oportunidad de hacer vocería”, explica.
Claudia
Yadira Caballero del Foro Social Mundial de Economías Transformadoras de México
considera al FOSPA un proceso necesario de hermanamiento de luchas desde los
territorios, que busca cambiar la manera de cómo se quiere habitar el mundo.
“En
México hay muchas comunidades indígenas que se están organizando para defender
las selvas, los valles y desiertos, hay una fuerte organización de defensoras y
defensores del territorio que igual que ustedes vemos las mismas problemáticas
los mismos retos, tenemos a los mismos culpables de esta extracción: las
mineras, las grandes compañías a cargo de megaproyectos que están transformando
la geopolítica del país”, señala.
En
ese marco reflexiona sobre la necesidad de hermanar los esfuerzos entre quienes
hacen una defensa frontal de los territorios y quienes buscan alternativas
reales para encontrar otra forma de vivir. “¿Hay que retomar formas
tradicionales de producción, a nuestras plantas medicinales?”, pregunta.
“Ellas
expulsaron a los mineros, demostraron tener más pantalones”
El
corregidor de Puerto Yumani del municipio de Rurrenabaque, Benito Chao señala
que su comunidad rechaza la minería porque quiere pensar en un mejor futuro
para sus hijos, a pesar de las amenazas que han recibido de parte de mineros
que llegaron a la zona desde otros municipios devastados por la extracción del
oro como son Guanay y Mapiri.
“Se
asentaron en la playa del río Beni sabiendo que es jurisdicción de la
comunidad, y nosotros no podemos permitir esos atropellos a la comunidad, hemos
insistido, hasta que nos amenazaron de que si íbamos a seguir insistiendo iban
a pasar otras cosas peores”, afirma.
Sin
desmerecer a nadie, asegura que quienes lideraron a resistencia y se pusieron a
la cabeza del rechazo a la minería fueron las mujeres. “Las mujeres demostraron
tener más cinturones; hay que valorar y respetar, porque cuando hay problemas
la mujer tiene más peso y más fuerza, las señoras empujaron para que vayamos a
enfrentar a estos mineros”, recuerda.
Según
el corregidor, el traslado de mineros hacia Beni se debe a que los municipios
de La Paz ya quedaron devastados por la explotación del oro, en tanto la
comunidad Puerto Yumani vive de la pesca, por lo que no se puede permitir
minería en el río.
“Los
peces ya salen contaminados, pedirles, hacer reflexionar a estas personas que
tienen empresas, que están causando problemas. El oro lo único que da es dinero
para beneficio personal, no piensa en la comunidad”, afirma.
Cinthia
Yumani Cartagena, presidenta del Consejo Educativo y nieta del cofundador de la
comunidaden el Puerto Yumani afirma que la mayor preocupación es contar con
agua para el consumo humano, ya que el agua llega en cisterna desde
Rurrenabaque, pero cuando no hay deben consumir de los pozos o la noria que
fueron construidos por Soluciones Prácticas.
“Antes
teníamos lagos que se han secado, a veces no tenemos agua para bañarnos o para
lavar ropa; consumimos de este pozo de la noria a pesar de las enfermedades que
nos da como el vómito y la diarrea, a veces alergia, ¿pero qué más podemos
hacer si no hay de dónde tomar?”, cuestiona.
Al
ver llegar la cisterna de agua afirma que la última vez que llegó a repartir el
líquido elemento entre las 49 familias de la comunidad fue hace dos meses.
“El
tema de la minería nos afecta en la inundación porque hay un codo, van cavando
y cavando a orillas del río y en épocas
de lluvia el agua se viene hacia este lado, también por la contaminación del
mercurio ya que vivimos de la pesca”, menciona.
Ante
la falta de un centro de salud afirma que deben acudir a la medicina
tradicional para curarse, pero como oriunda del lugar no iba a permitir que se
asentaran los mineros.
“Mi
papá fue fundador y la comunidad lleva mi apellido: Yumani, y me siento
orgullosa, si voy a morir voy a morir defendiendo mi comunidad y a mi gente,
amo a mi comunidad. Yo organicé a las mujeres, ya que no hacían caso al
corregidor, había amenazas de que nos iban a matar, vinieron acá, entonces
fuimos las mujeres, cruzamos el río y se le hizo frente”, relata la defensora.
Una
vez cara a cara con los mineros, recuerda que les exigió desalojar la orilla
del río. “Las mujeres estamos unidas, conocemos más a fondo como actuar”,
asegura la también madre de tres niños.
Sin
embargo ella dice ser una especie de madre de 33 hijos, pues debe velar por
todos los niños y adolescentes de la comunidad.
Victoria
Yumani, una de las más ancianas de la comunidad y cofundadora señala queson
sujeto de presiones de comunarios de los alrededores para que ingresen a la
actividad minera.
“Me
dicen por qué se mezquinan tanto, nos dicen que estamos perdiendo plata (…). El
otro día vinieron hombres con armas, hemos encontrado que llevaban una
camionera y llevaban armas, dijeron que iban a venir para esperarnos, pero como
no fuimos retornaron. Le dijeron al corregidor, que nos quieren matar si los
seguimos molestando”, relata.
Sin
embargo admite que su hijo y su nuera fueron a probar suerte a unas balsas
auríferas. “Mi nuera dijo que se saca nomás oro por gramo”, relata.
La
mujer asegura sentirse asustada porque le contaron que cuando se asientan los
mineros de Mapiri, Apolo y Guanay en estas zonas amazónicas comienzan a
practicar sus propios rituales para sacar oro.
“Da
miedo lo que dicen, que hay que pagar, hay que matar gente, hay que enterrar
para que le vaya bien (con el oro). El abuelo de mi nuera dijo eso, que es de
ese lado, de Mayaya, de Mapiri es”, comenta mientras se frota las manos.
Situación
de las defensoras y defensores
El
año pasado en Bolivia se registraron 743 violaciones a los derechos, donde la
categoría más afectada es la institucionalidad democrática con 379 casos,
seguida de la libertad de prensa con 143, las libertades de reunión y protesta
68, de asociación 61, de derechos de los defensores 51 y de expresión 41, según
el Informe de Situación 2023 de la Red Unitas.
Y
las cifras en rojo sobre el contexto en el que se da el agravamiento de la
situación de las y los defensores del medioambiente coloca al país en el tercer
lugar en la lista de las naciones con más pérdida de bosque primario, de
acuerdo con el informe anual realizado por la Universidad de Maryland y Global
Forest Watch (GFW), además de constituirse en el principal importador de
mercurio para la minería aurífera, con más de 200 toneladas anuales, según estudio
del Centro de Documentación e Información Bolivia.
El
estudio “Defensoras: experiencias de defensoras ambientales y territorio en
Bolivia en contextos de resistencia al extractivismo” del Centro de
Documentación e Información Bolivia (Cedib) concluye que las mujeres defensoras
de los derechos humanos, territoriales y ambientales en Bolivia desarrollan sus
actividades en un contexto altamente adverso y riesgoso.
De
acuerdo al mapa de ataques a defensoras ambientales, el Cedib ha levantado una
base de datos desde el 2017 de 250 casos de ataques, identificó a 225
perpetradores y a 90 víctimas entre individuales y colectivas.
Eje
de la resistencia de las mujeres en defensa de sus cuerpos y territorios
El
eje cuarto del FOSPA sobre la resistencia de las mujeres en defensa de sus
cuerpos y territorios reunido, tras un largo trabajo de gabinete concluyó en
una serie de denuncias, demandas y propuestas que se hicieron públicas el 15 de
mayo.
Denuncia:
- La invisibilización de nuestras resistencias, luchas y propuestas
en defensa de nuestros territorios, bienes de la naturaleza y cuerpos
frente al extractivismo, agroexportación y agronegocios que vulneran
nuestros derechos, cuerpos y territorios.
- Las afectaciones, impactos diferenciados, violaciones, que genera
este CRIMEN (crisis) climático y produce sobrecarga en la economía del
cuidado y pone en riesgo la seguridad, la soberanía alimentaria y salud de
los pueblos.
- A las economías legales e ilegales que profundizan la violencia
estructural, que reduce el ejercicio pleno de nuestros derechos a los
espacios seguros y libres de violencias, para silenciar, desconocer y
deslegitimar nuestras voces y liderazgos en nuestros territorios y
organizaciones.
- La intromisión y ruptura del tejido social de los pueblos y
organizaciones sociales que viven en el territorio de la Amazonía a través
de la manipulación y dominación económica usada por estados, gobiernos,
empresas y terceros, que ponen en peligro la subsistencia y la vida de las
mujeres, impidiendo nuestra participación y nos ponen en riesgo como
defensoras y lideresas.
- La persecución, criminalización, judicialización, asesinatos y
feminicidios a defensoras de derechos, por parte de Estados, gobiernos,
empresas y terceros para mantener su complicidad y relaciones de poder.
- La falta de atención y acceso a la justicia por abusos y violencia
sexual, trata y tráfico de niñas y jóvenes de pueblos indígenas y
amazónicos. Los embarazos de nuestras niñas y adolescentes nos duelen,
porque son crímenes irreparables. Sufrimos el hambre y el abandono de los
que los niños son parte por este sistema económico generador de
marginalidades.
- La falta de acceso a la información oportuna y veraz sobre asuntos
que afectan y atentan a nuestras formas de vida, naturaleza, territorios y
cuerpos, para seguir sosteniendo las economías extractivistas
insostenibles.
- Vulneración de nuestras autonomías, autogobiernos y
autodeterminación por la falta de consulta previa, libre e informada,
amparada como un derecho humano de los pueblos indígenas, disfrazada de
consulta pública para invalidar nuestros procesos propios de consulta y
toma de decisiones.
- El despojo de nuestros territorios y sus recursos naturales, por
economías legales e ilegales y avasallamientos, que ponen en riego nuestra
subsistencia y la permanencia en nuestros territorios.
- Las falsas soluciones, los bonos de carbono y los bonos basados en
la naturaleza que se disfrazan de modelos de desarrollo y economías
basadas en los recursos de la naturaleza.
Exige:
- Desarrollar y fortalecer las iniciativas económicas desde nosotras
en los territorios de la panamazonía, respetando nuestra ancestralidad e
identidad cultural, promoviendo liderazgos para enfrentar nuevos retos
políticos y económicos a partir de nuestros saberes.
- Garantizar la participación efectiva de los pueblos indígenas
originarios de la Amazonía, especialmente de las mujeres, en acciones de
tutela en defensa y cuidado de la Amazonía para reducir los impactos del
cambio climático.
- Promover espacios libres de violencias en nuestros territorios, de
megaproyectos que violentan nuestros cuerpos, nuestros territorios y
agudizan la crisis climática.
- Garantizar el ejercicio y exigibilidad de los derechos de mujeres
indígenas originarias andinas amazónicas de los pueblos que defendemos los
bienes de la naturaleza.
- Garantizar la salud integral de las mujeres y niñas, con énfasis en
su salud sexual y salud reproductiva brindando información oportuna y
clara; la recuperación de sabidurías ancestrales (médicos/as
tradicionales, parteras, entre otros).
- La no mercantilización de la amazonia. La financiación verde y mega
proyectos no pueden ser usados como mecanismos que justifiquen que
empresas sigan explotando, contaminando, causando la crisis climática y
poniendo a los pueblos indígenas originarios como mano de obra en forma de
nuevas esclavitudes, y proveedores de materias primas enriqueciéndose a
nuestra costa.
- El libre acceso al Agua de calidad y en cantidades suficientes para
la supervivencia, como derecho fundamental para la vida; las mujeres somos
la más afectadas por la sequía de nuestros ojos de agua, y de nuestros
ríos. Las reservas de aguas que riegan nuestros territorios están
contaminadas por el mercurio, por los agroquímicos y desechos tóxicos de
las empresas.
- La seguridad jurídica de nuestros territorios. Respeto por los
territorios titulados y que se cumplan las demandas territoriales de los
pueblos indígenas y originarios de la panamazonía.
- Exigimos a los Estados, gobiernos, empresas, y terceros a
responsabilizarse por daños y pérdidas causadas por actividades
extractivistas, agronegocio, agroexportación que afectan nuestros cuerpos
y nuestros territorios.
Propone:
- Revalorizar y recuperar las identidades culturales indígenas
originaras en la práctica reforzando vínculos entre sabios/as y jóvenes
para la transmisión cultural. Promover profesores/as nativos y hablantes
del idioma, para favorecer la educación en lengua materna y en la propia
comunidad, que no lleve a la migración forzada de jóvenes. Garantizar el
acceso real a la educación inclusiva en todos sus niveles con currículos
regionalizados que respondan a las necesidades reales del territorio, la
cultura y la espiritualidad. Promover el acceso a la educación tecnológica
y el acceso a nuevas tecnologías para articularse y hacer gestión
territorial.
- Fortalecer las luchas para eliminar la violencia en nuestros
cuerpos, nuestros territorios y nuestras comunidades, comprometiendo a los
compañeros en este desafío para alcanzar el buen vivir en igualdad.
- Trabajar en normativas internas y gubernamentales que favorezcan el
ejercicio real y seguro de la participación política de las mujeres,
garantizando la alternancia en equidad efectiva entre varones y mujeres.
- Avanzar hacia una transición energética justa, con garantías de
participación de las mujeres que habitamos en los territorios indígenas
amazónicos y que se las tenga en cuenta como protagonistas de las
consultas previas, libres e informadas.
- Crear una red de articulación entre las organizaciones de mujeres
de los pueblos indígenas originarios panamazónicos para generar una agenda
común, un plan de vida, y un protocolo estandarizado de consulta previa
libre e informada.
- Hacer seguimiento a los casos presentados en el tribunal ético en
defensa de los cuerpos, y de la discriminación de la que ha sido víctima
una lideresa indígena; no podemos quedar indiferentes debemos acompañar,
visibilizar y continuar procesos.
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