EEUU (ANB / Información de El Pais).-
La Casa Blanca describió este
martes los reiterados ataques cibernéticos, que una investigación reciente
vincula directamente con una unidad secreta del Ejército chino, como “un serio
desafío para la seguridad y la economía de Estados Unidos”, lo que es la señal
de que una nueva guerra fría, en el desconocido e incontrolable espacio de
Internet, ha comenzado entre las dos grandes potencias que se disputan la
supremacía en el siglo XXI.
Sin acusar directamente a China, por el miedo a la reacción de ese país, el
portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, aseguró que el presidente Barack Obama
“tomará todas las medidas que sean necesarias” para atajar ese peligro, al
tiempo que pidió al Congreso la aprobación de legislación más eficaz para hacer
frente a esta ciberguerra, ya inevitable. La semana pasada, Obama firmó, como
se hace ante cualquier amenaza exterior, un decreto que le da poderes
especiales para responder a los ciberataques y, como añadió Carney, asistir a
las empresas privadas que están siendo el blanco de esta ofensiva.
Para EE UU este es un asunto de importancia estratégica decisiva porque, no
solo se enfrenta al riesgo tradicional de que sus secretos de seguridad caigan
en mano de una potencia extranjera, sino al peligro nuevo de que, con la
intrusión en la red de Internet, China pueda sabotear la actividad económica
del país o inhabilitar servicios públicos básicos, como los de agua potable o
energía eléctrica. Sin contar con el robo de tecnología que, además de costarle
miles de millones de dólares a este país, aumenta extraordinariamente las
capacidades de China y su competencia de cara al futuro.
El hecho de que sea China el origen de la casi totalidad de los ataques
detectados hace este desafío mucho más peligroso y difícil de tratar. Aunque
Carney aseguró ayer que el Gobierno norteamericano trata de abordar este
problema en cada reunión bilateral, lo cierto es que las autoridades de Pekín
han negado siempre cualquier responsabilidad en los ciberataques y suelen
responder a las preocupaciones norteamericanas con promesas de investigaciones
que nunca concluyen en medidas prácticas.
EE UU, por su parte, trata de desarrollar una política de cooperación con
China, a la que necesita por su fortaleza económica y por su influencia en
regiones clave del mundo, y prefiere abordar la penetración a través de
Internet con prudencia para no desencadenar una crisis de graves consecuencias
potenciales para ambos lados.
Esa prudencia se hace, sin embargo, cada vez más difícil ante la
acumulación de pruebas sobre la responsabilidad directa del régimen de Pekín en
los ataques. La última y la más evidente es el informe de la compañía de
seguridad Mandiant, situada en las afueras de Washington, que asegura que en
los últimos seis años más de 140 empresas y organizaciones, casi todas de EE
UU, han sido invadidas desde Internet por la Unidad 61398 del Ejército de
Liberación Popular chino.
La Casa Blanca no ha querido calificar los datos obtenidos por una firma
privada, pero es obvio que la presión sobre Obama para actuar contundentemente
ha crecido considerablemente. Como afirma el congresista Mike Rogers, miembro
del comité de Asuntos de Espionaje de la Cámara de Representantes, “esto
confirma la actividad que nuestro comité ha venido detectando desde hace
tiempo”.
El propio Obama, en su discurso sobre el estado de la Unión, la pasada
semana, confirmó que “sabemos que países extranjeros están atacando nuestro
secretos industriales”. “Nuestros enemigos”, dijo, “están ahora también
desarrollando la capacidad para sabotear nuestra red eléctrica, nuestras
instituciones financieras, nuestro tráfico aéreo. No podemos permitirnos que
dentro de unos años nos preguntemos por qué no hicimos nada”.
Un análisis reciente suscrito por las 16 agencias de espionaje de EE UU
citado por The New York Times, el primer diario que reveló el informe de
Mandiant, mencionaba ya a la Unidad 61398 como la responsable de los ataques
sufridos en los últimos años. Ese diario ha sido una de las víctimas de esas
incursiones, que incluyen compañías tan diversas como Lockheed Martin, el mayor
proveedor de las fuerzas armadas norteamericanas, hospitales o universidades.
La diversidad de los objetivos de esta ciberguerra es una de las
principales razones de la alarma actual. Internet es, por definición, una red
abierta y de comunicación inmediata. A estas alturas, es casi imposible
protegerla por completo manteniendo las cualidades que la hacen imprescindible
en el mundo actual. EE UU estudia mayores medidas de seguridad, pero cada de
esas medidas puede encontrar en su día un hacker que la deje obsoleta.
Solo una negociación política con Pekín puede resolver eficazmente este
problema. Es posible que Washington tendrá que recurrir a algunas medidas de
presión con el fin de conseguir mayor colaboración de parte china. Pero, sobre
todo, será necesario una evolución del régimen chino hacia el uso de prácticas
compatibles con la legalidad internacional. Una de las excusas chinas es que
también EE UU recurre a la ciberguerra, como ocurrió en el ataque al programa
nuclear de Irán con el virus Stuxnet.
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