SANTA CRUZ, BOLIVIA (ANB / El Deber).-
Un precario cuarto que utilizan
como dormitorio y donde también encienden fuego para cocinar y hervir el agua
para preparar los biberones de los gemelos (varón y mujercita) es el hogar que
cobija a los cuatro niños que dejó en la orfandad Rebeca Cuta Chiqueno (22),
que hace seis días fue encontrada muerta en un canal de drenaje colindante a la
comunidad ayorea Garay.
Sus allegado no hallan justicia y las 90 familias que viven en la comunidad
se sienten inseguras por la presencia de pandilleros y la falta de iluminación
en la zona.
El cuerpo de la mujer permanece en la morgue, pues la familia no tiene
dinero ni para pagar un féretro. El dirigente ayoreo Jane Gabide Ichague
informó de que designaron al dirigente Jorge Picanerai, para que haga un
seguimiento al caso.
El dato que conocen es que ayer se tenía que hacer el último estudio
forense y que solo después se podía retirar el cuerpo. Todos rechazan la idea de que ella sea
enterrada en una fosa común, como mencionaron los funcionarios de la morgue.
En medio de la pobreza
Garay está dentro del barrio San Silvestre, situado en la prolongación de
la avenida Virgen de Luján. Las viviendas tienen paredes de barro y cartón,
techos de calamina y pisos de tierra, y abarcan dos manzanos.
El Deber llegó hasta la zona, donde se informó de que los gemelos de dos
meses José Carlos y María Chelita y sus hermanos María José (3) y Natalia (7),
están bajo el cuidado de una tía y la abuela.
Nancy (‘Güegui’) Chiqueno y Manuel Cuta, padres de la fallecida, se dedican
a hacer artesanías para vender, pero sus ingresos no son suficientes, por eso
Griselda Chiqueno, prima de Rebeca, está cuidando de la gemelita. Ella no tiene
hijos y ha aceptado criar a la pequeña hasta que esté más grandecita. Esta tía
vive en la casa del lado, por eso durante el día los niños permanecen juntos.
Priscila Dosapei, una mujer de la comunidad, pide ayuda para la familia de
Rebeca, porque dice que la venta de las artesanías que hacen los abuelos no
genera ingresos suficientes.
Los comunitarios lamentan el poco interés que hay de las autoridades por
esclarecer esta muerte. Según ellos, la Policía no ha vuelto al lugar para
hacer la indagación, porque los datos preliminares arrojaron signos de una
posible sofocación.
La consolidación del derecho propietario de la comunidad ayorea es un tema
pendiente, así como también el mantenimiento de sus calles.
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