ANTES ERAN ANTAGONISTAS
VENEZUELA (ANB / Información de BBC Mundo).- "En su primer gobierno, presidente reelecto Donald Trump, no nos fue bien. Este es un nuevo comienzo para que apostemos a ganar-ganar. Y le vaya bien a Estados Unidos, le vaya bien a Venezuela".
Esas
fueron las palabras con las que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro,
inició un mensaje televisado para felicitar a Donald Trump, poco después de que
este ganara las elecciones del 5 de noviembre del año pasado.
Maduro
le tendió la mano a Trump pese a que el estadounidense durante su primer
gobierno (2017-2021) aplicó una política de máxima presión con miras a forzar
un cambio de régimen en Venezuela, aplicando sanciones petroleras y financieras
sobre el país.
EE.UU.
encabezó una coalición internacional para desconocer la legitimidad de Maduro,
cuando este inició en 2019 un segundo mandato como presidente luego de unas
elecciones consideradas fraudulentas por decenas de países.
Trump
le arrebató a Maduro el control de los bienes del Estado venezolano en Estados
Unidos. Además, aprobó sanciones personales contra él y varias de las
principales figuras de su gobierno e incluso ofreció una recompensa millonaria
para quienes ayudaran a capturar al gobernante venezolano.
El
gobierno de Maduro sobrevivió a la política de máxima presión, pero la economía
de Venezuela, su producción petrolera y la calidad de vida de sus ciudadanos
sigue resentida por los efectos de una crisis económica que ya existía antes de
las sanciones.
El
aislamiento y la renovada crisis de legitimidad internacional que sufre Maduro
luego de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio -en las que el
Consejo Nacional Electoral le proclamó ganador pese a no mostrar públicamente
las actas que avalaban su supuesta victoria-, también contribuyen a explicar
por qué al gobernante venezolano le puede interesar tener "un nuevo
comienzo" con el gobierno de Trump.
Y,
aunque oficialmente la Casa Blanca lo niega, hay evidencias concretas que
indican que algo está cambiando entre Washington y Caracas.
El
primer indicio se produjo el pasado 31 de enero, cuando Richard Grenell,
enviado de Trump para misiones especiales, viajó a Caracas para reunirse con
Maduro en el Palacio de Miraflores. Era la primera vez en muchos años que un
diplomático estadounidense se dejaba fotografiar junto al gobernante
venezolano.
Esa
noche, Grenell regresó a EE.UU. en compañía de seis estadounidenses que estaban
detenidos en cárceles venezolanas, acusados de supuestos actos conspirativos, y
que fueron liberados por Maduro.
También
trajo consigo el compromiso de Maduro de recibir y hacerse cargo de los
venezolanos que el gobierno de Trump quiere sacar de EE.UU. como parte de la
"mayor deportación" en la historia de EE.UU.
Nueve
días más tarde, aterrizaban en Caracas dos aviones de la línea estatal
venezolana Conviasa que transportaban a los primeros 190 deportados desde
EE.UU.
¿Qué
está pasando? BBC Mundo te cuenta tres claves para entenderlo.
1.
La inmigración, la prioridad de
Trump
El
cierre de la frontera y la lucha contra la inmigración ilegal es un tema
central de Trump, quien ya en campaña vinculó la presencia de venezolanos
indocumentados con el supuesto aumento de la delincuencia en Estados Unidos.
"En
Venezuela, sus prisiones han sido vaciadas en Estados Unidos. Sus criminales y
narcotraficantes han sido sacados de las ciudades y traídos a Estados Unidos, y
eso es cierto con muchos otros países", dijo Trump el 31 de mayo de 2024.
Distintos
medios que se dedican a la verificación de datos como Factcheck.org han
indagado este tema y apuntan que no hay evidencias de que las cárceles hayan
sido vaciadas para enviar a los delincuentes a EE.UU.
En
cualquier caso, la cifra de venezolanos en EE.UU. se ha multiplicado en los
últimos años y han estado entre los principales beneficiarios del estatus de
protección temporal (TPS) y del permiso humanitario (parole) otorgados por el
gobierno de Joe Biden. De acuerdo con cifras del Migration Policy Institute, un
centro de estudios con sede en Washington, para inicios de enero de 2025 había
unos 607.000 venezolanos con TPS y unos 117.000 con parole.
El
aumento exponencial en la cifra de migrantes, unido a las informaciones sobre
la presencia en EE.UU. de miembros de la banda criminal Tren de Aragua, han puesto
a los venezolanos en la mira del gobierno de Trump.
Hasta
ahora, no obstante, la proporción de presuntos criminales entre los centenares
de miles de migrantes venezolanos parece ser marginal. Cifras del Departamento
de Seguridad Nacional citadas por la cadena NBC indican que 600 personas han
sido identificadas como sospechosas de tener vínculos con el Tren de Aragua en
Estados Unidos.
En
una entrevista con la periodista Megyn Kelly, Grenell dejó clara la importancia
que Trump le otorga a la deportación de venezolanos.
"Teníamos
un mandato claro de Trump. Primero, hacer que los inmigrantes ilegales que
estaban en nuestro país regresaran a Venezuela. Tenían que aceptar a todos esos
individuos, incluidos los miembros del horrible grupo Tren de Aragua", dijo.
Otro
indicador de la centralidad de la deportación de venezolanos parece ser el
hecho de que de 17 nacionalidades amparadas bajo TPS, estos son los únicos a
los que hasta ahora se les ha revocado la extensión de esa protección y se les
ha negado su renovación.
Como
consecuencia de ello, se estima que unos 300.000 venezolanos podrían quedar
expuestos a ser deportados a partir de abril.
"Creo
que la terminación del TPS para los venezolanos refleja que el tema de las
deportaciones y de la inmigración es prioritario. Y todo los demás es
secundario", dice a BBC Mundo Michael Shifter, expresidente del centro de
estudios Diálogo Interamericano y profesor de la Universidad Georgetown.
2.
Lo que gana Maduro: propaganda y ¿petróleo?
En
su entrevista con Megyn Kelly, Grenell destacó que en Venezuela no solamente
consiguió que Maduro aceptara recibir a los deportados, sino que enviara los
aviones y costeara el traslado. "Creo que esto es un nuevo estándar. Es
bastante increíble", se felicitó.
El
diplomático negó que EE.UU. hubiera hecho alguna concesión al gobierno
venezolano, aunque reconoció que le había dado un "regalo" a Maduro.
"Maduro
me dijo 'te vamos a dar esto y estas son las cosas que nosotros queremos' y yo
le dije: 'No, te estamos dando un gran regalo. Y el gran regalo es que yo estoy
aquí sentado contigo y tienes todo tipo de cámaras alrededor y vas a usar todo
esto con fines propagandísticos porque un diplomático estadounidense está
sentado aquí contigo'", aseguró.
"Entonces,
el regalo fue una conversación. La esperanza de un futuro diferente. Y que un
diplomático estadounidense se sentara allí", agregó.
Eric
Farnsworth, vicepresidente del centro de estudios Council of the Americas and
the Americas Society, considera que ese encuentro representa un "gran
logro" para Maduro.
"Grenell
tenía razón en cierto modo al decir que recibir a un alto funcionario
estadounidense es bastante satisfactorio para Maduro. Le quita un poco el
aislamiento internacional y es un reconocimiento público de que él es el líder
del país, no Edmundo González [el candidato presidencial de la oposición
venezolana, al que EE.UU. y muchos otros países consideran como el verdadero
ganador de las elecciones del 28J]. Es una imagen pública que siempre estará
presente en Internet", afirma.
La
prensa estatal venezolana informó ampliamente sobre la reunión entre Maduro y
Grenell, diciendo que era un encuentro "histórico" a petición de la
administración de Trump y que Maduro había planteado una "agenda
cero" para que ambos gobiernos dialogaran sobre lo que hiciera falta y
restablecieran una relación basada en el respeto.
El
gobierno de Maduro también ha hecho hincapié en destacar que EE.UU. no los
obligó a recibir a los deportados, sino que los recibían por voluntad propia.
Esta
vez, el gobierno venezolano ha querido enmarcar los vuelos en el contexto del
"Plan Vuelta a la Patria", una iniciativa que puso en marcha en 2018
para facilitar el retorno al país de migrantes que quisieran volver a
Venezuela.
Según
el gobierno de Maduro, unos 913.000 venezolanos han regresado al país por esa
vía (incluyendo a los 190 deportados la pasada por EE.UU.) Alrededor de 7,7
millones de personas han salido de Venezuela en los últimos años, de acuerdo
con cifras de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.
Maduro
calificó la llegada de los refugiados como un "primer paso" para
"construir una agenda" común con EE.UU.
El
gobernante venezolano aprovechó también para vincular la crisis migratoria con
las sanciones petroleras. "Le dije al embajador Grenell: (...) levanten
todas las sanciones y les aseguramos que ningún venezolano más saldrá de
Venezuela y que los que están allá regresarán".
Cabe
destacar que tanto la crisis económica venezolana como la oleada migratoria se
iniciaron antes de que Trump impusiera las sanciones petroleras en 2019.
Más
allá del uso propagandístico que le pueda dar, la insistencia del gobernante
venezolano en reabrir el diálogo con Washington se explica en gran medida por
el mal estado de la economía venezolana.
En
los últimos años, la producción petrolera cayó a mínimos históricos y aunque
recientemente se ha recuperado un poco, los analistas coinciden en que la única
vía para que Venezuela pueda recuperar su producción petrolera es realizando
inversiones por miles de millones de dólares, pero para que eso ocurra hace
falta -entre otras cosas- que la Casa Blanca levante las sanciones.
Maduro
logró recorrer parte de esa ruta con Biden, quien permitió que la petrolera
estadounidense Chevron pudiera operar en Venezuela, aunque de forma limitada.
Según la agencia Reuters, para mediados de 2024 Chevron extraía unos 180.000
barriles al día en Venezuela. Esto constituye en torno al 20% de la limitada
producción de crudo en ese país.
Aunque
Grenell negó que EE.UU. hubiera dado algo a cambio a Maduro por aceptar a los
deportados, al día siguiente de su visita a Miraflores se produjo una extensión
de la licencia que permite a Chevron operar en Venezuela.
Esta
renovación estaba programada para ocurrir de forma automática ese día, pero la
Casa Blanca está facultada para evitar que se produzcan en el futuro.
En
relación con el tema petrolero, Michael Shifter señala que, aunque Trump ha
dicho que EE.UU. no necesita el crudo de Venezuela, en realidad sí le puede
interesar que ese país mantenga su producción.
"Creo
que a él le conviene tener el petróleo de Venezuela en el mercado
internacional, porque eso podría facilitar precios de la energía más bajos.
Además, eso puede abrir oportunidades para sus amigos que están mirando
Venezuela con ciertas ganas de hacer negocios e invertir en ese sector",
apunta.
En
una pieza publicada por el diario Miami Herald, se dice que el empresario
estadounidense Harry Sargeant III, quien ha realizado negocios con asfalto y
petróleo en Venezuela, habría sido una pieza clave para facilitar el encuentro
entre Maduro y Grenell. El diplomático estadounidense hizo referencia a ese
trabajo en un post en X y dijo que estaba "lleno de errores".
3.
La ambigua política de la Casa
Blanca
A
diferencia de lo que ocurrió durante su primer gobierno, la política del
gobierno de Trump hacia Venezuela en la actualidad no está tan claramente
definida.
Aunque
funcionarios estadounidenses han dicho que la visita de Grenell a Maduro no
constituye un reconocimiento oficial, en la práctica ese gesto ayudó a romper
el aislamiento internacional que el propio EE.UU. había tratado de construir en
torno al gobierno venezolano.
"Las
cosas aún no están asentadas. No sabemos dónde terminará esto", dice Eric
Farnsworth.
El
experto señala que el encuentro de Grenell con Maduro y el hecho de que este
haya aceptado recibir a los deportados sugiere que hay algún tipo de acuerdo,
pero que -al mismo tiempo- el secretario de Estado, Marco Rubio, afirma que no
hay un acuerdo y sigue hablando en términos muy duros en contra del gobierno de
Maduro, al que califica de ilegítimo.
"Se
pueden ver dos tendencias que van en aumento y no sabemos en qué punto
coincidirán al final", señala Farnsworth.
El
propio Trump ha negado que la visita de Grenell le confiera legitimidad a
Maduro y ha manifestado su interés en hacer "algo" acerca de
Venezuela, pero sin delinear claramente qué.
"Queremos
hacer algo con Venezuela. He sido un gran opositor de Venezuela y de Maduro. No
nos han tratado muy bien, pero, sobre todo, han tratado muy mal al pueblo
venezolano", dijo recientemente en la Casa Blanca.
Farnsworth
considera que la actual indefinición obedece al hecho de que el gobierno tiene
distintas prioridades.
"La
prioridad número uno son las deportaciones. Otra prioridad es la democracia en
Venezuela, otra prioridad es el acceso a energía segura. Así que hay todo tipo
de prioridades diferentes. En todo caso, se trata de cuál está más arriba en la
mente del presidente. ¿Y si esas prioridades entran en conflicto de alguna
manera?, ¿hay alguna manera de perseguir la prioridad principal sin socavar las
demás? Ese es el desafío", señala.
En
ese proceso de definiciones, Michael Shifter cree que el gobierno de Trump no
regresará a la política de máxima presión de su primer gobierno, ni a los
intentos de diálogo de Biden, sino que buscará algo distinto.
"No
va a haber una alianza con Maduro, pero tampoco va a haber mucha presión. Va a
bajar la presión para facilitar el tema de los negocios porque la idea sería
que con otras inversiones se ayudaría a evitar la migración de venezolanos
quienes, con más oportunidades, ya no van a salir del país".
"Al
mismo tiempo, se mantendrá un espacio para criticar a Maduro, decir que es un
dictador y todo lo demás. Sé que hay personas que no están de acuerdo con esa
decisión, pero creo que eso es lo que está definiendo un poco la visión que
tiene", apunta Shifter.
El
analista destaca que aunque las autoridades estadounidenses suelen agrupar a
Venezuela, Cuba y Nicaragua como países no democráticos del continente,
Venezuela es distinta a los otros dos en la visión del presidente
estadounidense.
"Trump
solamente hace una pregunta a todos los líderes en el mundo, ¿qué puedes hacer
tú por mí? Y lo que Maduro puede hacer por él es aceptar a los deportados, a
los criminales. Y también puede facilitar la inversión de sus amigos para
fomentar la producción de petróleo", dice.
"Si
tú preguntas qué puede hacer Miguel Díaz-Canel [presidente de Cuba] o Daniel
Ortega [de Nicaragua] por Trump, no hay respuesta, no pueden hacer nada",
asegura.
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