LA
PAZ, BOLIVIA (ANB / ABI).- El Embajador de Bolivia ante la
Organización de Naciones Unidas (ONU), Sacha Llorenti, habló con el periódico
argentino Página 12 sobre 'los puntos calientes' de la Cumbre del G77 más
China, que se realizará el 14 y 15 de junio en Santa Cruz.
En un reportaje firmado por Martín
Granovsky, Llorenti anticipó que se tocará el tema de los denominados
"fondos buitre" y afirmó que la agenda futura no es la limosna.
También pronosticó que Evo Morales será reelegido en octubre.
Llorenti recibió a Página/12 y Clacso TV
frente a la ONU, en el despacho de la embajadora argentina Marita Perceval.
Llorenti y Perceval reproducen la relación
sin chirridos que ambos países mantienen desde que Evo ganó la presidencia. La
Argentina y Bolivia lograron resolver sin conflictos, en 2006, la actualización
del precio del gas que el primero compra al segundo y luego Bolivia pudo
superar, con la ayuda de la Argentina y Brasil, un intento de desequilibrio
interno de la ultraderecha cruceña.
"Bolivia emprendió el desafío de
organizar la cumbre del G-77 en ocasión del aniversario del Grupo, que cumple
50 años -historió Llorenti-. Fue fundado en 1964 en Ginebra, durante la
Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo y Comercio. Y después de 50
años veíamos imprescindible la necesidad de hacer una nueva cumbre. La última
fue hace casi 10 años, en Qatar."
¿Qué temas nuevos aparecieron en la última
década?
El Grupo está tratando en profundidad el
desarrollo. Coincide con la agenda de Naciones Unidas, que debe temas como la
agenda de desarrollo post-2015...
Cuando la ONU evalúe si se cumplieron las
metas sobre reducción de la pobreza.
Y fije cómo continúa ese debate sobre
desarrollo sostenible y financiamiento para el desarrollo. Son algunos de los
ejes centrales de la nueva propuesta multilateral para encarar temas todavía no
resueltos, como la erradicación de la pobreza, del hambre y de la desigualdad.
Por eso la cumbre que comienza el 14 próximo quiere plantearse un escenario de
discusión muy ambicioso. Tiene que ver, por supuesto, con ese objetivo de
acabar con la pobreza, pero además quiere tratar temas como el de las
instituciones financieras. Discutir su estado y su falta de democracia.
Analizar las relaciones necesarias para construir una nueva globalización
basada no en las leyes del mercado sino fundamentalmente en la solidaridad y en
la integración. Agrego otros puntos: cooperación, comercio, pueblos indígenas,
situación actual en el marco de la crisis financiera que vive el planeta. Los
temas esenciales del grupo están vinculados justamente con eso, comercio, desarrollo
y cooperación.
¿Cuál era la identidad del G-77 hace 50
años y cuál es la identidad de hoy? ¿Qué los une hoy?
Es muy interesante la pregunta porque hace
50 años uno de los fundadores del G-77 fue justamente el Che Guevara, que
representó a Cuba en la conferencia de Ginebra. En ese 1964, 77 países se
reúnen para iniciar tareas de coordinación y encarar conjuntamente las
negociaciones con los países desarrollados. Los unía en ese momento un pasado
común, porque muchos de esos 77 países venían del colonialismo o estaban
saliendo de esa etapa. Tenían por delante el desafío del desarrollo. Los unía
también el tipo de relación con los países desarrollados porque muchos eran
dependientes de estos países denominados del primer mundo. Cincuenta años
después, prácticamente nos unen las mismas cosas: un pasado común y un presente
común. La diferencia es que el grupo prácticamente se ha duplicado en número.
En lugar de ser los 77 de entonces, ahora somos 133 países, incluida China. Nos
reunimos no sólo para coordinar esfuerzos sino para tener una sola voz a la
hora de negociar con los países desarrollados. En una reunión que tuve hace
unos días con el secretario general, Ban Ki-moon me dijo: "Sin el G-77 no
se puede hacer nada en Naciones Unidas". Y tiene razón.
Dos tercios del total de miembros de la ONU.
Es una fuerza muy importante. Cuando nos
ponemos de acuerdo no hay quién nos pare en Naciones Unidas. Es una muestra de
que en el mundo las relaciones de poder pueden ser modificadas. Podemos tener
la esperanza de transformar estas relaciones en el marco de la fraternidad, de
la integridad y de la unidad de los pueblos.
P.- En términos de discusión financiera,
¿qué puede salir de Bolivia?, ¿qué nuevo criterio, qué novedad o qué línea de
trabajo común?
R.- No puedo adelantarme a la declaración
porque la seguimos discutiendo aquí en Nueva York. Sin embargo, puedo señalar
que con seguridad se va a tratar el tema de la reforma a las instituciones de
Bretton Woods, a las instituciones financieras, en el sentido de su
imprescindible democratización. Vamos a tocar el tema de los fondos buitre,
claro. Sin duda el punto estará en la declaración final. Pero además
discutiremos cómo la crisis financiera golpea a los países en desarrollo.
Reitero que no puedo adelantarme a las
conclusiones. Será el 15 de junio cuando conoceremos cuál es la voz de nuestros
jefes y jefas de Estado y de gobierno en Santa Cruz. La cumbre será histórica
y, junto con los temas que he señalado, tratará sobre el cambio climático.
P.- ¿Qué características tiene hoy el
debate sobre el cambio climático? Porque fue cambiando e incluso asuntos como
la minería y otros tipos de extractivismo quedaron incluidos en la agenda de
muchas sociedades y movimientos.
R.- El debate está en un momento muy
importante porque en 2015 habrá en París una cumbre de jefes de Estado y de
gobierno para fijar un nuevo marco normativo internacional vinculante después
de la cumbre de Kioto. Este mismo año celebraremos una conferencia sobre
pequeños estados insulares, que es muy importante para el tema del cambio
climático. Será en Samoa. Y en Lima, en septiembre, otra cumbre discutirá las
responsabilidades que tienen los países desarrollados en la emisión de gases de
efecto invernadero y cuál es el compromiso para reducirla.
Nuestro criterio de análisis se basa en el
principio de responsabilidades comunes y a la vez diferenciadas entre los
países en desarrollo y los países emergentes. Como se ve, la agenda que viene
en este tema es muy fuerte y será fuerte la presencia del debate en Santa Cruz
de la Sierra. Hay que recordar, eso sí, que 133 países de todas las latitudes
del mundo representan una enorme diversidad de opiniones, de posiciones
ideológicas y políticas, de niveles de desarrollo... Incluso una gran
diversidad geográfica y cultural.
P.- ¿Por qué lo subraya?
R.- Porque a veces no es tan sencillo
ponernos de acuerdo pese a que tenemos muchas cosas en común.
P.-
Sobre la pobreza, un embajador en la ONU me dijo que no se agotó el
estado de emergencia sino que la ONU hará un balance de cuáles son las
emergencias que quedan pendientes y las articulará con nuevos objetivos. ¿Qué
no se resolvió? ¿La pobreza, la pobreza extrema o el hambre?
R.- Yo he escuchado a varios colegas aquí,
sobre todo de países desarrollados, hablar de que un objetivo tiene que ser la
erradicación de la extrema pobreza. Al respecto, el G-77 desde hace mucho
tiempo tiene una posición muy clara: para nosotros el objetivo es la
erradicación de la pobreza, no de la extrema pobreza. Si no, por ahí andan
algunas estadísticas que pueden ser muy bien acomodadas de acuerdo a determinados
intereses. Entonces, el tema central es la erradicación de la pobreza, y junto
a la pobreza están por supuesto la erradicación del hambre, la atención de
enfermedades curables, la posibilidad de que todo el mundo tenga acceso al
agua, al saneamiento, a los servicios básicos, a comunicación, a energía
sustentable. Esos son requisitos fundamentales cuando hablamos de desarrollo.
Al mismo tiempo tenemos que hablar de las responsabilidades de los países
desarrollados. Hace poco, en un encuentro sobre este tema, una persona hizo una
exposición brillante sobre el tema del saneamiento. Explicó cómo las
principales capitales europeas construyeron sus sistemas de saneamiento y
alcantarillado durante los siglos XVIII y XIX. ¿Cómo se financió ese desarrollo?
Se financió desde las colonias. Desde lo que eran entonces sus colonias. Es
decir, nuestros países ya financiaron el desarrollo.
P.- El desarrollo ajeno.
R.- Exactamente. Ya financiamos el
desarrollo ajeno. Y ahora nos referimos a las responsabilidades de los países
desarrollados para contribuir al desarrollo, sobre todo, de los países más
vulnerables. No estamos hablando de caridad sino de corresponsabilidad. Existen
compromisos denominados Ayuda Oficial al Desarrollo. Esa es la terminología
internacional. Esos compromisos hasta ahora han sido incumplidos por los países
desarrollados. Entonces, uno de los temas centrales es que sean cumplidos,
fundamentalmente para África, Asia y en general para todos los países en
desarrollo. Hablar de erradicación de la pobreza significa plantear una lucha
integral, holística, contra estos males que, por supuesto, están vinculados a
otros males.
P.- Es un tono de justicia reparatoria.
R.- Algunos países en el Caribe
ya propusieron iniciar procesos de reparación por la esclavitud, por ejemplo. Y
hay compromisos suscriptos por los países desarrollados que hoy están siendo
incumplidos. Lo digo desde nuestra perspectiva nacional, la de Bolivia, porque
como representante en la ONU del Estado que preside el G-77 repito que existe
una gran diversidad de opiniones. Ponernos de acuerdo entre 133 personas es
complicado. Entre países, más. Pero existe, desde nuestra perspectiva, una
responsabilidad de los países desarrollados para cumplir con estos compromisos
que tienen que ver con un proceso de reparación y de responsabilidad histórica.
P.- Vuelvo al tema de la pobreza. ¿Cómo la
mide Bolivia? ¿Es sólo un tema de ingresos? Para el gobierno de Evo Morales,
¿cuándo alguien deja de ser pobre?
R.- En Bolivia tenemos una visión integral
de la lucha contra la pobreza. No es solamente el ingreso. Hemos mejorado el
ingreso sustancialmente. Casi duplicamos el salario mínimo vital en nuestro
país. Mejoramos las condiciones de vida de todos los sectores. De todos,
absolutamente. De acuerdo con la ONU, hasta 2009 un 10 por ciento de los
bolivianos y las bolivianas había saltado de la pobreza a ingresos medios. El
ingreso per cápita también ha subido enormemente. Las reservas internacionales
pasaron de 1700 millones de dólares a 15 mil millones en pocos años. Antes la
historia de los ministros de Economía y Finanzas de nuestro país consistía en
ir a pedir limosna a los organismos internacionales para pagar sueldos. El
déficit era muy amplio y el presupuesto no alcanzaba para pagar los aguinaldos
de los maestros y de los médicos. Ahora llevamos ocho años consecutivos de
superávit fiscal, lo que nos permite no sólo ahorrar sino invertir. La
inversión pública dio un salto cualitativo de 400 millones de dólares al año en
2005 a más de 5000 millones de dólares este último año. También se
incrementaron enormemente los ingresos de nuestra renta petrolera. Pero para
nosotros la lucha contra la pobreza es un tema integral. Tiene que ver con las
condiciones de ingreso pero también con los niveles de educación y salud. El
presidente Evo incorporó planes de asistencia especializada para garantizar que
los niños se queden en la escuela. Hay un bono, llamado Juancito Pinto, por el
que se les da un pequeño monto de dinero para garantizar que los niños se
queden en el colegio. Eso permitió reducir la deserción de un 5 por ciento a un
uno por ciento en pocos años. A través del Bono Juana Azurduy, que es una
patriota latinoamericana compartida entrañablemente por la Argentina y Bolivia,
damos asistencia a las madres embarazadas. Además de darles un pequeño monto de
dinero, les garantizamos la posibilidad de que sean atendidas por médicos de
manera regular. Eso nos reduce la mortalidad infantil y la mortalidad materna.
En comunicaciones, gracias al satélite Túpac Katari tendremos acceso a
telefonía y a Internet en todo el país. Sobre todo en el área rural, que era la
más olvidada. En energía, lo mismo. Es decir que la erradicación de la pobreza
está vinculada al ingreso, a la educación, a la salud, a las comunicaciones, al
saneamiento, al acceso al agua. A la suma de la felicidad, como decía Simón
Bolívar. Y para lograrlo se requiere una base material. En ese sentido, Bolivia
está viviendo una profunda, profunda revolución económica, social, política y
cultural.
P.-
Cuando empezó el primer gobierno de Evo, en 2006, uno de los objetivos
no era sólo exportar gas sino industrializarlo. ¿Qué pasó en ocho años?
R.- En el gas está, digamos, el
sueldo del Estado. El gobierno utiliza el gas fundamentalmente para
diversificar su economía, para no ser monodependiente, y al mismo tiempo para
financiar los planes sociales y de infraestructura que son imprescindibles.
P.- Usa las divisas.
R.- La exportación de gas financia entre
otras cosas la industrialización. Se está terminando de construir una planta de
urea, una planta separadora de líquidos para darle valor agregado al gas. Y ya
el presidente ha anunciado hace poco una inversión de 1800 millones de dólares
para una petroquímica que estará instalada en el departamento de Tarija,
fronterizo a la Argentina. Mientras, invertimos en generación de energía. Vamos
a inaugurar pronto una termoeléctrica, también en Tarija, y están avanzados los
proyectos de hidroeléctricas en distintos lugares de Bolivia. A esto hay que
sumar, por supuesto, una fuerte, fuerte inversión, como nunca antes realizó el
Estado, en una infraestructura carretera que nos permita vincular a un país
antes desarticulado, desvertebrado. Es una nueva visión del desarrollo. Antes,
y lo decía el presidente Evo hace unos días, el poco dinero que tenía Bolivia
era invertido en un solo departamento. Ahora se han generado equilibrios para
que los nueve departamentos se conviertan en nueve polos de desarrollo. Pero
además de la industrialización del gas, estamos trabajando en la
industrialización de nuestros recursos minerales. En plantas de fundición, en
fábricas de cemento para distintas zonas del occidente del país. La
diversificación consigue que todo no quede limitado a la industrialización de
recursos naturales no renovables sino también a dar un fuerte incentivo
especialmente para la agricultura.
P.- En el plano de los recursos no
renovables, ¿cuál es el equilibrio para un país que exporta, entre otras cosas,
materias primas energéticas?
R.- El primer objetivo es abastecer el
mercado interno. Se han multiplicado, por ejemplo, las conexiones de gas
domiciliario en Bolivia, sobre todo en la ciudad de El Alto, que tú conoces muy
bien. Es una ciudad revolucionaria, por no encontrar otro término más preciso.
No es la única cuna del actual proceso de transformaciones, pero es una de las
cunas principales. El Alto se está llenando de conexiones a gas domiciliario y
eso le cambia la vida a la gente porque reduce los costos de energía y le
permite ahorrar tiempo de su vida. Después del abastecimiento interno viene la
exportación. Inicialmente, de materia prima. Y al mismo tiempo el valor agregado
mediante la industrialización. Otro factor clave es la nacionalización de los
recursos naturales, la recuperación de los recursos naturales. Es importante
subrayar una vez más que antes de la llegada del presidente Evo Morales, antes
de la nacionalización de los recursos, la mayoría del dinero que ahora es
utilizado para revolucionar Bolivia se iba a las transnacionales y afuera
servía para financiar a otros países. Ese dinero ahora se utiliza en favor de
los emprendimientos nacionales, pero además el Estado ha recuperado el control
hasta de la negociación de los precios de nuestros hidrocarburos. Antes la
empresa X, extranjera, en Bolivia negociaba con la empresa Y, extranjera, los
precios, los volúmenes... Todo. Ahora eso se ha recuperado en poder del Estado
e implica un ejercicio de la soberanía y la posibilidad de aplicar planes que
beneficien a los bolivianos, primero, y luego que permitan sacar el mayor
rédito posible de un recurso no renovable. Esa tiene que ser la base de la
diversificación de nuestra economía.
P.- Bolivia tendrá elecciones
presidenciales. ¿Cómo las afronta el gobierno?
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