“Rezo
a la Virgen para que ganen”, señala
LA
PAZ, BOLIVIA (ANB Erbol).- Cecilia Anara ronda
los 60 años. Viste polleras y tiene una sonrisa calida. Vende jugos de fruta en
la puerta de garaje del estadio Simón Bolívar de Tembladerani de La Paz. En 20
años alimentó, se podría decir, a decenas de futbolistas, de quienes, además de
un pago económico, recibió cariño.
La reunión de los jugadores de Bolívar, a eso de las
nueve de la mañana, se ha convertido prácticamente en un ritual: jugos de
naranja, plátano, zanahoria, entre otros, se disputan la preferencia de los
asistentes con los ya consagrados multivitamínicos (que algunos dicen es
creación paceña), además de las ensaladas de fruta.
Los futbolistas de las categorías primera, preprofesional
y divisiones menores se agolpan en el kiosco de la señora Cecilia Anara, quien
es propietaria del negocio que desde hace veinte años acompaña la tarea de los
celestes, sin faltar un día.
La amable dama, que frisa los sesenta años, es hincha
(obviamente, dicen los jugadores), del Club Bolívar y asegura que sabe cuándo
el equipo va a ganar o perder: “Si no le pido a la virgencita que está a la
entrada del estadio, es seguro que perdemos”.
En dos décadas de atender a los futbolistas de la
Academia se juntaron muchas anécdotas, ya que por su puesto pasaron jugadores
consagrados y de los que poco se escuchó hablar, pero que tenían un gran
corazón.
“Un día estaba mal, enferma y Gabriel Juárez me dio
platita para que vaya al médico, es un buen chico de las inferiores”, comenta.
Tiene buenos recuerdos de futbolistas que vistieron la
casaca de la Academia, como el caso de Ferreira, de quien dijo que lo extrañaba
mucho porque fue él quien comenzó el trámite para que contara con un kiosco y
no estuviera a la intemperie : “Quisiera que vuelva”, acota.
Los jugos, a un costo de cuatro y cinco bolivianos, están
a disposición también de los
periodistas, camarógrafos y cuanto parroquiano pasa por ese lado: su
fama ya la precede.
Lo que gana le ayuda a pasar la jornada y comprar
nuevamente la fruta de estación. Hace un par de días, Carlos Tenorio le
obsequió una licuadora de última generación, que hoy pone a la vista de todos.
“Es una persona que lucha con la vida con todo esfuerzo y
sacrificio, me recuerda a mi madre”, dijo Tenorio al hacer la entrega.
Doña Ceci, como es mejor conocida en Tembladerani, habla
con cariño de jugadores como Óscar Sánchez, Marco Sandy, Danner Pachi y Gatti
Ribeiro, quienes le expresaban mucho afecto.
Como es habitual en ella y con la gentileza que la caracteriza comienza
a cantar el menú de la fecha, que este jueves tiene durazno en almíbar como el
platillo estrella.
“Ha ganado el equipo, joven”, inquiere a uno de sus
clientes y la respuesta positiva la alegra mucho más: “Es que ayer le he pedido
a la virgencita que ganemos”, dice.
Las mañanas de los entrenamientos en Bolívar tienen todo
en su lugar: El estadio, la cancha, los jugadores, periodistas, curiosos,
empleados y la infaltable figura de doña Ceci, la nutrióloga no oficial de la
Academia.
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