TANIA BALTAZAR
SANTA CRUZ, BOLIVIA (ANB / Rocío Lloret Céspedes - La Región).- Cuando Tania Baltazar —Nena, como prefiere que la llamen— habla de sus “bebés”, imagina rostros, miradas, movimientos. Por su memoria pasan historias de dolor, rabia e impotencia. Porque cuando se refiere a sus “bebés”, en realidad habla de casi 600 animales que tiene la Comunidad Inti Wara Yassi (CIWY) en custodia, en dos santuarios: Parque Ambue Ari (Santa Cruz) y Jacj Juisi (La Paz). Son monos, aves, jaguares, pumas, ocelotes. Todos con una tragedia por detrás. Todos provenientes de la caza ilegal, el mascotismo y, en los últimos años, víctimas de incendios forestales.
“Cuando
llega un animal y no puede ser devuelto a la naturaleza, que es en la mayoría
de los casos, es una responsabilidad para toda la vida”, dice Baltazar a La
Región. Esa responsabilidad puede durar los 18 años de vida que, por ejemplo,
alcanza un jaguar (Panthera onca); un desafío que los centros de custodia
asumen en solitario. Porque si bien el Estado los regula, mediante el
Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMyA), el aporte económico es
autogesionado.
Hace
poco, CIWY ganó el Premio a la Conservación de la Biodiversidad que otorga la
Fundación BBVA, “por más de tres décadas de rescate, cuidado y conservación de
animales salvajes tras su caída en redes de tráfico ilegal”. En esta
entrevista, su cofundadora y presidenta, cuenta una realidad poco conocida de
los centros de custodia.
La
Región (LR) ¿Cuál es la situación actual de CIWY tras los incendios forestales
del año pasado? Porque vemos que los centros de custodia, ya no solo reciben
animales víctimas de tráfico y mascotismo, sino también del fuego.
Nena
Baltazar (NB) Sí, estamos sintiendo las consecuencias de los incendios. Nos han
llegado 70 animales. Logramos sacar adelante a la mayoría, pero a otros hemos
tenido que hacerlos descansar porque llegaron muy quemados.
Luego
hay otra etapa, posterior a los incendios, cuando empieza a aparecer más fauna
silvestre en las casas (de las zonas de incendios). Entonces la gente que va a
apagar los incendios o que simplemente los ve que llegan a sus casas, se los
quedan de mascotas. Solo estos últimos tres meses hemos recibido seis monos
araña, que luego de ser víctimas de incendios o de perder a sus madres han
quedado como mascotas, y una vez que crecieron, no supieron qué hacer con ellos
y nos los entregaron.
LR
¿De qué hablamos cuando decimos que un animal estará en un centro de custodia?,
¿qué significa eso a nivel económico?
NB Cuando llega un animal y se queda con
nosotros, porque no puede ser devuelto a la naturaleza, que es en la mayoría de
los casos; es una responsabilidad para toda la vida. Ese animal necesita
alimentarse, necesita un recinto adecuado (espacio), necesita cuidados.
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que abrió en 1996
Ahorita
tenemos más de 600 animales, entre jaguares, pumas, ocelotes, gatos grises,
monos arañas, capuchinos y diferentes especies de aves. Pero aparte estamos
cuidando casi mil hectáreas de selva, protegiendo el hábitat de muchas especies
más que están en vida natural.
Para
que te des una idea, solo un recinto para que un jaguar tenga buenas
condiciones, nos sale como 25 mil dólares. Estamos hablando de un espacio para
que pueda desplazarse en cautiverio, lo más cercano a su hábitat natural.
En
la alimentación de los félidos, por ejemplo, gastamos casi 10 mil bolivianos
(US$ 1500, a tasa de cambio oficial) a la semana. Ello sin contar que la carne,
su principal alimento, ha subido. Después, los medicamentos, el pago del
personal que trabaja.
Y
es toda la vida, un jaguar llega a vivir 15, 18, 20 años. Tenemos jaguares que
están ya 18 años con nosotros. Si no fuera por el apoyo de las personas,
donaciones y los voluntarios, sería imposible.
LR
Y ahora hay que sumar el fuego a ese panorama…
NB
Hace ya casi 10 años estamos sufriendo los incendios. En 2023, el fuego entró a
Jacj Cuisi, el centro que tenemos en San Buenaventura (La Paz), un lugar donde
nadie esperaba incendios como los que hemos pasado. Ahí ha empezado a haber
muchos animales que hemos tenido que rescatar. Pero el año pasado fue peor. O
sea, cada año va aumentando más y más.
En
Ambue Ari, el año pasado los bomberos, en coordinación con el municipio de
Guarayos, rescataban animales y los traían quemados, muertos, calcinados o
heridos. A algunos los pudimos salvar, pero a otros, lamentablemente, no. Fue
bastante duro emocionalmente. Nunca olvidaré a un oso perezoso totalmente
quemado, que no podía ni moverse y estaba vivo. Su mirada era de miedo, de
susto y simplemente cuando le pusimos un calmante, descansó.
La
situación de la vida silvestre es desesperante y la solución no es rescatar
animales y llevarlos a los centros de custodia, porque implica un gasto.
Entonces, hay que ver políticas contra los incendios, y que tanto autoridades
como la población entendamos de que no podemos aguantar otro incendio más como
el del año pasado.
Nosotros
estamos haciendo el trabajo que el Estado debería hacer y no hay ningún tipo de
apoyo, ni siquiera en los incendios. Nosotros tenemos que buscar más recursos
para pagar incluso la gasolina para transportar a los bomberos, los viáticos y
para transportar los animales rescatados.
LR
¿Y cuál la situación del tráfico de fauna?
NB
Hay leyes, pero sigue habiendo tráfico de vida silvestre. La gente compra un
animalito, “por pena”, pero tiene que darse cuenta que está fomentando el tráfico
de vida silvestre.
Por
ejemplo, por la parte de San Buenaventura, el norte de La Paz, hemos visto
tráfico y consumo de carne de mono. Los indígenas, según la ley, pueden cazar
para el consumo, pero no para para vender.
En estos últimos días, tenemos tres denuncias
de familias que tienen monos en cautiverio y no saben qué hacer con ellos,
porque crecieron.
LR
¿Se trata entonces de animales que no pueden volver a su hábitat? Consulto
porque muchas veces la opinión pública cuestiona su trabajo.
NB
A veces la gente piensa que cuando se lleva a un animal a un centro de rescate,
lo vamos a liberar. Sin embargo, desde el momento que a ese animal lo han
sacado de su hábitat, le han hecho daño de por vida. Tenemos parabas a las que
les han cortado las alas desde el hueso, por lo que nunca más van a poder
volar. A nuestros santuarios llegan animales con historias muy fuertes y esa es
otra parte que hay que recuperar: la psicológica, por los traumas que sufren.
Tuvimos
un puma ciego al que le dieron golpes en su cabeza y perdió el 90% de su
visión. ¿Podría ese animal volver a la selva?
LR
¿De dónde sale el dinero para mantener los santuarios? ¿De visitas guiadas?
NB
No, nuestros santuarios, tanto en Ambue Ari como Jacj Cuisi, no son abiertos a
turistas, solo al voluntariado, porque queremos que los animales estén lo más
cerca posible a su hábitat, tranquilos, sin estrés de las visitas y todo eso.
Trabajamos más que todo para que ellos puedan recuperarse al 100 por ciento.
Pero sí pueden venir y hacer voluntariado dos semanas como mínimo. Eso tiene un
costo para ciudadanos bolivianos y otro para extranjeros.
El
trabajo es hacer de todo, limpieza, apoyo, ayudar al personal de CIWY, como
veterinarios, etc. Y también se puede simplemente difundir el mensaje o hacer
llegar una donación
Para
ser voluntario solo se necesita tener más de 18 años y tener pasión para ayudar
a los animales, no hay límite de edad. Es una experiencia que te cambia la vida
y te hace ver las cosas de una manera diferente, porque hay mucho por hacer.


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